Datos y cifras
- La hepatitis B es una infección vírica que ataca el hígado y puede causar enfermedades agudas y crónicas.
- El virus se transmite con mayor frecuencia de madre a hijo durante el parto, en la primera infancia y a través del contacto con sangre u otros líquidos corporales durante las relaciones sexuales con una pareja infectada o a través de inyecciones en condiciones poco seguras o exposiciones a instrumentos cortantes.
- La OMS estima que 254 millones de personas vivían con infección crónica por el virus de la hepatitis B en 2022, y que cada año se producen 1,2 millones de nuevas infecciones.
- En 2022, la hepatitis B provocó la muerte de aproximadamente 1,1 millones de personas, principalmente por cirrosis o hepatocarcinoma (cáncer hepático primario).
- Existen vacunas seguras y eficaces para prevenir la hepatitis B.
Generalidades
La hepatitis B es una infección del hígado causada por el virus de la hepatitis B. La infección puede ser aguda (corta y grave) o crónica (a largo plazo).
La hepatitis B se puede cronificar y conlleva un alto riesgo de muerte por cirrosis o cáncer de hígado.
La enfermedad se puede transmitir a través del contacto con líquidos orgánicos contaminados como la sangre, la saliva, las secreciones vaginales y el semen. Asimismo, la madre puede transmitirla al bebé.
La hepatitis B se puede prevenir mediante una vacuna segura y eficaz. Esta suele administrarse poco después del nacimiento, y las dosis de refuerzo unas semanas más tarde. Ofrece una protección prácticamente total contra el virus.
La hepatitis B es un problema de salud mundial considerable. La carga de infección es mayor en la Región del Pacífico Occidental de la OMS y en la Región de África de la OMS, donde 97 millones y 65 millones de personas, respectivamente, presentan infección crónica. A continuación cabe mencionar las Regiones de la OMS de Asia Sudoriental, que cuenta con 61 millones de personas infectadas, del Mediterráneo Oriental, con 15 millones, de Europa, con 11 millones, y de las Américas, con 5 millones.
Transmisión
En las zonas de alta endemicidad, la transmisión de la hepatitis B se suele producir de la madre al hijo durante el parto (transmisión maternofilial) o de modo horizontal, en particular de niños infectados a niños sanos durante los primeros cinco años de vida. La cronificación de la infección es muy frecuente entre los lactantes que se han infectado a través de la madre y los niños menores de 5 años.
La hepatitis B también puede transmitirse a través de lesiones con agujas, tatuajes, perforaciones y la exposición a sangre o líquidos orgánicos contaminados, como la saliva, el semen, el flujo menstrual y las secreciones vaginales. Asimismo, la transmisión puede producirse al compartir o reutilizar agujas, jeringuillas u objetos cortantes contaminados, tanto en establecimientos de atención de la salud como en el entorno comunitario o entre personas que consumen drogas inyectables. La transmisión sexual es más frecuente en las personas no vacunadas que tienen relaciones sexuales con múltiples personas.
Cuando la infección por el virus de la hepatitis B se produce en la edad adulta, la enfermedad se cronifica en menos del 5 % de los casos, mientras que, entre los lactantes y en la primera infancia, este porcentaje se aproxima al 95 % de los casos. Por ello, es necesario fortalecer y privilegiar la vacunación de los lactantes y la vacunación infantil.
Síntomas
La mayoría de las personas no presentan síntomas después de infectarse.
Algunas personas presentan un cuadro agudo con síntomas que duran varias semanas, entre los que se encuentran los siguientes:
- coloración amarillenta de la piel y los ojos (ictericia)
- orina de color oscuro
- sensación de mucho cansancio
- náuseas
- vómitos
- dolor abdominal.
La hepatitis aguda, si es grave, puede provocar una insuficiencia hepática, lo que puede resultar letal.
Aunque la mayoría de las personas se recuperarán de una enfermedad aguda, algunas personas con hepatitis B crónica desarrollarán una enfermedad hepática progresiva y presentarán complicaciones, como cirrosis y hepatocarcinoma (cáncer de hígado). Estas enfermedades pueden ser letales.
Coinfección por el virus de la hepatitis B (VHB) y el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH)
Del total de personas infectadas por el VHB, aproximadamente el 1 %, es decir, 2,7 millones de personas, también están infectadas por el VIH. Por su parte, la prevalencia mundial de la infección por el VHB entre las personas infectadas por el VIH es del 7,4 %. Desde 2015, la OMS recomienda tratar a todas las personas a las que se haya diagnosticado una infección por el VIH, independientemente de la fase en la que se encuentre la enfermedad. El tenofovir, que figura entre los tratamientos combinados de primera elección recomendados para la infección por el VIH, también es eficaz contra el VHB.
Diagnóstico
Sobre la base de criterios clínicos, no es posible diferenciar la hepatitis B de una hepatitis causada por otros virus; por lo tanto, es fundamental confirmar el diagnóstico mediante pruebas de laboratorio. Existen distintos tipos de análisis de sangre para diagnosticar la enfermedad y hacer un seguimiento de los pacientes con hepatitis B. Algunas pruebas analíticas sirven para distinguir las infecciones agudas de las crónicas, mientras que otras permiten evaluar y controlar la gravedad de la enfermedad hepática. También pueden llevarse a cabo exploraciones físicas, ultrasonografías o elastografías a fin de evaluar el grado de fibrosis hepática y de cicatrización del hígado y monitorear la evolución de la enfermedad hepática. La OMS recomienda analizar todas las donaciones de sangre para detectar la hepatitis B, garantizar la seguridad de la sangre y evitar la transmisión accidental.
En 2022, según las estimaciones, el 13 % de la población total que había contraído la hepatitis B era consciente de que tenía esta infección, y 7 millones (el 3 %) de las personas con hepatitis B crónica estaban en tratamiento. Según las estimaciones más recientes de la OMS, el porcentaje de niños menores de cinco años con infección crónica por el VHB descendió, pasando de aproximadamente el 5 % antes de que se introdujera la vacuna, es decir, entre el decenio de 1980 y principios del decenio de 2000, a algo menos del 1 % en 2019.
En los entornos donde la población general tiene una seroprevalencia intermedia y elevada del antígeno superficial del virus de la hepatitis B (HBsAg) (definida como una seroprevalencia del HBsAg igual o superior al 2 %), la OMS recomienda que todos los adultos tengan a su disposición pruebas de detección del HBsAg, así como servicios de prevención, atención y tratamiento, según sea necesario. La OMS también recomienda realizar pruebas específicas, en todos los entornos, a las personas con sospecha de enfermedad hepática, a los donantes de sangre y a todas las mujeres embarazadas, en el caso de estas últimas con el fin de poder adoptar medidas para prevenir la transmisión maternoinfantil (TMI). Además, la OMS recomienda que se realicen pruebas en grupos específicos de alto riesgo, incluidos los migrantes de regiones donde la enfermedad es endémica, las parejas o familiares de personas infectadas, los trabajadores de atención de la salud, las personas que consumen drogas inyectables, las personas en cárceles y otros entornos de reclusión, los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, los trabajadores sexuales, las personas transgénero y las personas que viven con el VIH.
Tratamiento
No hay ningún tratamiento específico contra la hepatitis B aguda. La hepatitis B crónica puede tratarse con antivíricos.
La atención de las personas con hepatitis B aguda debería centrarse en el manejo de los síntomas. Los pacientes deben mantener una alimentación sana y beber mucho líquido para prevenir la deshidratación por vómitos y diarrea.
La infección crónica por el virus de la hepatitis B se puede tratar con medicamentos administrados por vía oral, como el tenofovir o el entecavir.
El tratamiento puede:
- retrasar el avance de la cirrosis;
- reducir el número de casos de cáncer de hígado; y
- mejorar la supervivencia a largo plazo.
La mayoría de las personas que inician el tratamiento contra la hepatitis B deben seguirlo de por vida.
Según las directrices actualizadas para la prevención, el diagnóstico, la atención y el tratamiento de las personas con infección crónica por el virus de la hepatitis B (Guidelines for the prevention, diagnosis, care and treatment for people with chronic hepatitis B infection), publicadas en 2024, se estima que más del 50 % de las personas con infección crónica por el virus de la hepatitis B requerirán tratamiento, según el entorno y los criterios de indicación del tratamiento.
En los entornos de ingreso bajo, la mayoría de las personas con cáncer de hígado acuden al médico en una fase avanzada de la enfermedad y fallecen pocos meses después del diagnóstico. En los países de ingreso alto, los pacientes acuden al hospital en fases más tempranas de la enfermedad y tienen acceso a intervenciones quirúrgicas y quimioterapia, lo que puede prolongar sus vidas de varios meses a unos años. En los países tecnológicamente avanzados, se recurre en ocasiones a los trasplantes de hígado en el caso de pacientes con cirrosis o cáncer de hígado, con resultados diversos.
Prevención
La hepatitis B se puede prevenir con una vacuna.
Todos los bebés deberían recibir la primera dosis de la vacuna contra la hepatitis B lo antes posible después del nacimiento (en un plazo máximo de 24 horas). Posteriormente, deberían recibir dos o tres dosis de la vacuna en un intervalo de al menos cuatro semanas entre cada dosis.
Por lo general, las personas que han recibido la pauta completa de vacunación de tres dosis no necesitan dosis de refuerzo.
La vacuna protege contra la hepatitis B durante al menos 20 años, y probablemente de por vida.
La hepatitis B puede transmitirse de la madre al hijo. Esto puede evitarse con la toma de antivíricos para prevenir la transmisión, además de con la vacuna poco después del nacimiento.
Para reducir el riesgo de contraer o propagar la hepatitis B, conviene:
- practicar sexo seguro usando condones;
- evitar compartir agujas o cualquier equipo utilizado para inyectarse drogas, perforarse o tatuarse la piel;
- lavarse bien las manos con agua y jabón si se ha estado en contacto con sangre, líquidos orgánicos o superficies contaminadas;
- vacunarse contra la hepatitis B si se trabaja en un entorno de atención de la salud.
Respuesta de la OMS
Las estrategias mundiales del sector de la salud contra el VIH, las hepatitis víricas y las infecciones de transmisión sexual para el periodo 2022-2030 orientan al sector de la salud en la aplicación de medidas estratégicas para lograr los objetivos de poner fin al sida, las hepatitis víricas (en particular, las hepatitis B y C crónicas) y las infecciones de transmisión sexual de aquí a 2030.
En esas estrategias se propone aplicar en los países una serie de medidas compartidas y específicas para cada enfermedad respaldadas por intervenciones de la OMS y de sus asociados. Además, en ellas se tienen en cuenta los cambios epidemiológicos, tecnológicos y contextuales ocurridos en años anteriores, se fomenta el aprendizaje en todas las áreas de las enfermedades y se crean oportunidades para aprovechar las innovaciones y los nuevos conocimientos a fin de responder eficazmente a las enfermedades. En las estrategias se hace un llamamiento para ampliar la prevención, la realización de pruebas y el tratamiento de la hepatitis vírica poniendo el acento en llegar a las poblaciones y las comunidades más afectadas y en situación de riesgo respecto de cada enfermedad, así como en subsanar las deficiencias y corregir las inequidades. Las estrategias también promueven sinergias en un marco basado en la cobertura universal de salud y la atención primaria de salud y contribuyen al logro de los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. La OMS apoya a los países para que elaboren estrategias nacionales en consonancia con esta visión.
Además, la OMS elabora y actualiza directrices para la prevención, la realización de pruebas y el tratamiento del VHB y apoya a los países en sus esfuerzos por reflejar los últimos conocimientos científicos y recomendaciones en su respuesta de salud pública.
La OMS organiza anualmente campañas con motivo del Día Mundial contra la Hepatitis a fin de aumentar la concienciación y los conocimientos acerca de las hepatitis víricas.