Discurso de presentación del Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus como candidato al puesto de Director General en la 150.ª reunión del Consejo Ejecutivo
Dr. Patrick Amoth, Presidente del Consejo Ejecutivo,
Excelencias, queridos colegas y amigos:
Hace cinco años, ustedes, los Estados Miembros, me concedieron el honor de mi vida al confiar en mí para dirigir y transformar nuestra Organización, que tanta importancia reviste para el mundo.
En ese momento les dije que mi prioridad era escuchar, y eso es lo que he intentado hacer.
He escuchado sus prioridades, sus ideas y sus expectativas sobre la OMS.
También he escuchado a mis colegas del personal de la OMS, que son quienes mejor conocen la Organización, para saber cómo piensan que podemos dar lo mejor de nosotros.
Justamente, fueron estas ideas las que fundamentaron la transformación con la que nos propusimos convertirnos en una Organización que marque una diferencia mensurable en la salud de los países, por seis vías distintas.
Por cierto, permítanme decirles que sigo escuchando a nuestro personal cada jueves a fin de conocer sus ideas innovadoras y recibir sus consejos. He seguido manteniendo esta práctica que ya apliqué durante mis etapas como Ministro de Sanidad y Ministro de Asuntos Exteriores de Etiopía. En esa época, utilicé la misma fórmula: reunirme con mis colaboradores todos los jueves, porque creo que escuchar es fundamental. Cuando se aprende a escuchar, se allana el camino para la acción futura.
Como resultado de estas reuniones con los Estados Miembros y el personal elaboramos el 13º Programa General de Trabajo, una nueva estrategia con la que dejar de centrarnos en los productos y adoptar un enfoque orientado a los resultados;
Nuevos procesos para ser más eficaces y eficientes;
Un nuevo modelo de funcionamiento para pasar de una estructura fragmentada a otra más integrada, armonizada y ágil;
Un nuevo planteamiento de las alianzas basado en la gestión de los riesgos, en vez de en la aversión a estos;
Un nuevo enfoque de la financiación para avanzar hacia un modelo más sostenible y predecible;
Y una nueva filosofía basada en el compromiso común de servicio, profesionalidad, integridad, colaboración y compasión.
Todo eso se ha logrado gracias a haber escuchado a los Estados Miembros y a mis colegas del personal.
Como ustedes saben, hace dos años la COVID-19 lo cambió todo de repente. Sin embargo, esta transformación basada en las ideas y la energía de nuestro personal nos sitúa en una mejor posición para responder más rápida y eficazmente que antes a cualquier emergencia.
Permítanme explicarles algo que sucedió al principio de la pandemia y que me conmovió profundamente, me llenó de energía y me resultó una fuente de inspiración.
El 31 de diciembre de 2019, mientras la mayor parte del mundo celebraba la víspera de Año Nuevo, nuestros colegas de la OMS estaban trabajando para detectar señales, tal y como hacen los 365 días del año.
Fue entonces cuando encontraron, en un sitio web de Wuhan, la primera información relativa a un conglomerado de casos de neumonía vírica de causa desconocida.
En ningún momento pensaron que podíamos esperar hasta el Año Nuevo. De hecho, actuaron de inmediato alertándome a mí y a otras personas.
Al día siguiente era el día de Año Nuevo, pero no se tomaron vacaciones y continuaron trabajando para estudiar dicha información. El 2 de enero, solo un día después, confirmaron los casos y desencadenaron la respuesta de toda la Organización.
Nuestros colegas nos advirtieron de que había aparecido una nueva enfermedad peligrosa. No celebraron la Nochevieja ni el Año Nuevo porque estaban trabajando, como yo. Sin embargo, era la primera vez que me tomaba unas vacaciones desde que asumí la dirección de la OMS. Yo estaba en Dubai, pero ni ellos ni yo pudimos tomarnos días libres. Por primera vez en cinco años, había decidido disfrutar de unos días de descanso, pero no pude hacerlo debido a las malas noticias.
En los días, semanas y meses que siguieron, nuestro personal continuó siendo para mí una fuente de energía, humildad e inspiración por sus competencias, su dedicación y su compromiso de servir y proteger a las personas en todo el mundo.
Y en los días, semanas, meses y años venideros, nuestro personal continuará siendo los ojos y los oídos, los brazos y las piernas y el corazón que late en el seno de nuestra Organización.
Durante la pandemia, no solo hemos debatido sobre la salud y en torno a la labor de la OMS en los despachos ministeriales y las salas de juntas. También lo hemos hecho junto al fuego y sentados a la mesa de la cocina.
Con demasiada frecuencia, se ha considerado que la atención de salud es un costo, pero nunca antes había resultado tan evidente que es una inversión en la economía, la sociedad y la seguridad.
Como expuse en el discurso que pronuncié ayer, mi visión para los próximos cinco años se basa en cinco prioridades que nos permitirán abordar los retos comunes a los que nos enfrentamos.
Siento repetirme, pero estas prioridades son las mismas que mencioné ayer y se basan en dicha visión.
En primer lugar, un cambio radical hacia la promoción de la vida saludable y el bienestar y hacia la prevención de las enfermedades, atacando sus causas profundas.
Como dije ayer, nos enfrentamos al reto de avanzar para que la asistencia sanitaria se centre en la salud, en vez de en las enfermedades.
Ello significa capacitar a las personas para que asuman la responsabilidad de su propia salud merced a las decisiones que toman a diario.
También significa trabajar con los gobiernos para crear un entorno social, económico y empresarial propicio que anime y motive a las personas a adoptar hábitos de vida más saludables.
La mejora de la salud de la población puede reducir a la mitad la carga de enfermedades, disminuir la presión sobre los sistemas de salud, aumentar la productividad laboral y mejorar las condiciones de vida.
La mejor manera de avanzar es salvaguardar la salud de nuestros ciudadanos y nuestras poblaciones.
Tenemos que aprovechar los progresos realizados, por ejemplo, en relación con la eliminación de las grasas trans, la reducción del tabaquismo y la mejora de la nutrición y la calidad del aire, entre otras muchas cosas.
De cara al futuro, me comprometo a potenciar el diálogo político con los Estados Miembros sobre cuestiones estratégicas adoptando un enfoque interministerial y ofreciendo el mejor asesoramiento que podamos acerca del modo de aumentar la salud de las personas.
Del mismo modo, seguiré centrándome en las cuestiones existenciales de la crisis climática y la resistencia a los antimicrobianos. De todos los factores que influyen en nuestra salud, el cambio climático es el que tiene mayores consecuencias.
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En segundo lugar, hemos de reorientar urgentemente los sistemas de salud hacia la atención primaria, que es la base de la cobertura sanitaria universal.
En esta esfera disponemos también de una base sólida sobre la que construir, que incluye la Declaración de Astaná sobre atención primaria de salud y la declaración política sobre la cobertura sanitaria universal, que todos los Estados Miembros respaldaron en la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2019. A este respecto, me complació enormemente recibir este apoyo político de todos los jefes de Estado y de Gobierno.
Sin embargo, estamos lejos de alcanzar la meta de ofrecer una cobertura sanitaria universal a 1000 millones más de personas, pues hay 840 millones que todavía no disfrutan de ella.
Después de décadas de progreso, la COVID-19 ha hecho retroceder prácticamente todos los indicadores de salud y millones de personas se ven empujadas a la pobreza por tener que pagar directamente de su bolsillo por la atención de salud.
Esto es, también, una emergencia sanitaria de escala mundial.
Tenemos que invertir estas tendencias, pero también debemos dejar de considerar que la salud es un mero servicio público, ya que en realidad es un derecho humano fundamental consagrado en las constituciones de todos los países del mundo.
Me gustaría aprovechar esta oportunidad para hacer un llamamiento a todos los países que no reconocen la salud como un derecho humano fundamental. La salud es algo imprescindible y todos los gobiernos deberían comprometerse a considerarla un derecho fundamental en su constitución.
Nuestro nuevo Consejo sobre los Aspectos Económicos de la Salud para Todos está elaborando recomendaciones sobre la transformación de nuestros sistemas de salud, basándola en la innovación, para impulsar el bienestar económico.
La nueva Academia de la OMS ofrecerá a millones de personas de todo el mundo la posibilidad de acceder rápidamente a contenidos de la máxima calidad en la esfera de la salud.
Además, ampliaré nuestro Programa Especial sobre Atención Primaria de la Salud, que es la cola que une nuestras metas de los tres mil millones, para garantizar que la OMS apoya activamente a todos los países de ingresos medianos y medianos-bajos y que trabaja en todo el mundo.
La atención primaria es, fundamentalmente, un compromiso con la equidad.
En consecuencia, me esforzaré por que nuestra Organización se centre más en las poblaciones más desatendidas y marginadas.
En ese objetivo se debe incluir la igualdad de género y la situación de los migrantes, los refugiados y los desplazados internos, las personas LGBTIQ+ y las poblaciones indígenas.
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En tercer lugar, debemos reforzar los sistemas y los instrumentos a fin de prepararnos frente a las epidemias y pandemias y para responder a ellas a todos los niveles.
Poco después de tomar posesión de mi cargo, hace ya cinco años, lidiamos con un peligroso brote de ébola en la República Democrática del Congo.
En el punto álgido del brote visité 14 veces este país africano y, en dos ocasiones, me vi bloqueado por conflictos armados. En la provincia de Kivu del Norte había 17 grupos armados activos y el riesgo era evidente.
A pesar de las dificultades que enfrentamos en esos momentos, la OMS y sus asociados aplicaron las enseñanzas extraídas del brote de ébola registrado en África Occidental y respondieron eficazmente a nivel comunitario, lo cual permitió suministrar nuevas vacunas y tratamientos a las personas que más los necesitaban.
Aunque nos dijeron que no lograríamos contener el brote de ébola, luchamos durante dos años y creo que podemos estar orgullosos de los resultados obtenidos. Este Consejo decidió reforzar el Programa de Emergencias Sanitarias y tomó así una decisión muy acertada, como quedó demostrado mediante nuestra respuesta al brote, que se basó en las orientaciones del Consejo.
La pandemia ha puesto de manifiesto el reto que enfrentamos: el mundo no estaba preparado y la estructura mundial de preparación y respuesta frente a las pandemias es insuficiente y sigue estando fragmentada.
He hecho hincapié no solamente en fortalecer la capacidad de respuesta de la OMS a todos los niveles, sino también en establecer, antes de la pandemia de COVID-19, una nueva división sobre la preparación frente a emergencias dentro del Programa de Emergencias Sanitarias.
A través de su Centro de Información sobre Pandemias y Epidemias, el sistema BioHub y el examen universal de la salud y la preparación, la OMS ha colaborado con los Estados Miembros en nuevas iniciativas para reforzar la seguridad sanitaria mundial, en cumplimiento de los mandatos que, desde hace tiempo, le confiere la Asamblea Mundial de la Salud.
Nuestra nueva División Científica, con nuestra Directora Científica a la cabeza, está desempeñando una labor fundamental de colaboración con el Programa de Emergencias Sanitarias para agilizar la investigación y el desarrollo de instrumentos sanitarios que permitan hacer frente a la COVID-19.
El año pasado, la División de Acceso a Medicamentos, Vacunas y Productos Farmacéuticos precalificó 10 vacunas contra esta enfermedad.
Por su parte, la División de Datos y Cumplimiento en pro del Impacto está estimando la mortalidad asociada a la COVID-19 y está trabajando en el examen universal de la salud y la preparación.
Además, hemos tomado varias medidas para potenciar la fabricación local de vacunas y medicamentos de calidad con el fin de mejorar la seguridad en el ámbito de la salud y la cobertura sanitaria universal.
Y, en la reunión extraordinaria de la Asamblea Mundial de la Salud, los Estados Miembros tomaron una decisión histórica: avanzar hacia un nuevo acuerdo vinculante entre países sobre la prevención, la preparación de la respuesta frente a las pandemias, lo que supone dar un paso de gigante.
Seguiré instando a los dirigentes a ser ambiciosos a fin de que las negociaciones avancen rápidamente y estemos preparados para responder adecuadamente cuando surja una nueva enfermedad.
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En cuarto lugar, tenemos que avanzar más rápidamente hacia el logro de los ODS ayudándonos de la ciencia y la innovación, los datos y los resultados, y las herramientas digitales.
Nos guste o no, nos espera un futuro interconectado y basado en la tecnología.
Ninguna generación ha contado anteriormente con medios tan potentes para promover la salud y prevenir las enfermedades, para ofrecer productos y servicios sanitarios innovadores mediante nuevos métodos, y para desarrollar actividades de preparación, prevención, detección y respuesta en relación con los brotes y las epidemias.
Sin embargo, tenemos ante nosotros un gran desafío: garantizar el acceso equitativo a los frutos de la ciencia y la innovación y procurar que no acaben siendo una forma de dejar desatendidas a más personas. Nuevamente, se trata de la cuestión de equidad a la que me he referido tantas veces.
Por eso es fundamental que reforcemos los sistemas de datos e información sanitaria en todos los países, de modo que podamos medir los progresos realizados y detectar deficiencias.
Seguiré reforzando nuestra labor en el ámbito de la ciencia y la innovación, garantizando que nuestras orientaciones, que hemos digitalizado y están en constante evolución, tengan el impacto que esperamos, y que se amplíe el uso de las innovaciones para que lograr progresos con más rapidez.
Asimismo, continuaré ampliando nuestras actividades relativas a los datos y el cumplimiento, colaborando con los Estados Miembros para reforzar los sistemas de datos y aumentar su capacidad para identificar deficiencias y hacer un seguimiento de los progresos realizados.
En quinto lugar, debemos reforzar la función de liderazgo de la OMS en el centro de la estructura sanitaria mundial.
Este liderazgo es el núcleo del trabajo que debe desempeñar el Director General.
A través del Plan de acción mundial relativo al ODS 3, el Acelerador del Acceso a las Herramientas contra la COVID-19 y las nuevas alianzas entre la sociedad civil, el sector privado y los sectores del deporte y la tecnología, estamos transmitiendo mensajes que salvan vidas a grupos poblacionales a los que la OMS nunca había logrado llegar.
Con una OMS fuerte en el centro de la estructura sanitaria mundial, evitaremos la fragmentación y optimizaremos el uso de los recursos, no solo los que se invierten en la OMS, sino también los dedicados al conjunto más amplio de partes interesadas en la salud en todo el mundo.
Como parte de la transformación, redactamos nuestro primer argumentario a favor de la inversión, celebramos nuestro primer foro de asociados, creamos la Fundación pro OMS, aumentamos las contribuciones voluntarias básicas e introdujimos la financiación temática.
Esta reorientación nos ha dado la flexibilidad necesaria para asignar fondos allí donde podemos lograr más impacto y para aplicar mejor las prioridades establecidas por los Estados Miembros en el presupuesto por programas.
La mejora de la calidad de la financiación demuestra la confianza que depositan ustedes en la OMS y nos ha permitido reforzar nuestros programas y destinar más fondos a nuestras oficinas regionales y nacionales.
Sin embargo, esta financiación continúa sin estar a la altura, cualitativa y cuantitativamente, de los retos que enfrentamos.
Si queremos que la OMS obtenga los resultados que esperamos, tienen ustedes que apoyar las propuestas del Grupo de Trabajo sobre la Financiación Sostenible, a saber: aumentar las contribuciones señaladas hasta que cubran el 50% de nuestro presupuesto de aquí a 2028-2029 y complementar el proceso del presupuesto por programas con un modelo de reposición.
Les pido que den su apoyo a estas recomendaciones.
Desde mi primer día como Director General de la OMS vengo diciendo que nuestro mayor activo es nuestro personal.
Hemos trabajado incansablemente para que la OMS sea un lugar mejor donde trabajar.
En adelante, seguiremos esforzándonos por que nuestra Organización atraiga y fidelice a profesionales de gran talento procedentes de todo el mundo.
Me siento orgulloso de la diversidad existente en mi equipo directivo de la Sede, desde el punto de vista tanto del género como de su origen geográfico, y reitero mi intención de alcanzar un equilibrio entre los sexos y de aumentar la diversidad en todos los niveles de la Organización.
A lo largo del último año, me conmocionaron profundamente los actos de explotación y abusos sexuales denunciados durante la respuesta al brote de ébola en la República Democrática del Congo.
Hemos respondido con firmeza ante estos casos, tomando la decisión sin precedentes de crear una Comisión Independiente para llevar a cabo una investigación rigurosa y adoptando la medida enérgica de establecer un Plan de Respuesta de la Administración.
Mi compromiso con la prevención de la explotación sexual y de todas las formas de abuso y acoso, a través de un enfoque centrado en las víctimas y los supervivientes, es inquebrantable.
Por último, junto con los Directores Regionales, pondré en práctica la recomendación formulada en la evaluación de la transformación de la OMS de «dedicar atención específica —y recursos— a apoyar la transformación en los países en la etapa siguiente».
Tal y como dije ayer, en 2022 podemos ayudar a poner fin a la fase aguda de la pandemia si colaboramos para alcanzar la meta establecida por nuestra Organización de que todos los países hayan vacunado al 70% de su población a mediados de año.
En 2023 se cumplirán 75 años de nuestra fundación. Debemos velar por que, para entonces, la OMS tenga una financiación sólida y por haber avanzado para alcanzar un acuerdo vinculante sobre la preparación frente a las pandemias.
Asimismo, esperamos que en 2025 hayamos recuperado el ritmo adecuado para que, en 2030, se hagan realidad las metas de los tres mil millones en todo el mundo.
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Excelencias, queridos colegas y amigos:
De las cenizas de la Segunda Guerra Mundial surgió la unión de los dirigentes para crear las Naciones Unidas y la OMS, con el fin de congregar a las naciones y promover la paz.
Los pasos que ahora demos colectivamente no solo definirán cuándo acabará la fase aguda de esta pandemia, sino también el futuro de la salud y la seguridad mundiales.
Nuevamente, les reitero que me comprometo a servirles a ustedes, nuestros Estados Miembros, y a sus ciudadanos.
Me comprometo a seguir promoviendo la salud y prevenir la enfermedad.
Me comprometo a apoyar a todos los países para que redoblen sus esfuerzos por alcanzar la cobertura sanitaria universal y basarla en una atención primaria sólida.
Me comprometo a hacer del mundo un lugar más seguro gracias al fortalecimiento de la seguridad sanitaria mundial.
Me comprometo a aprovechar al máximo la ciencia, la investigación, la innovación, los datos y las tecnologías digitales para agilizar los progresos en todos los países.
Y, por último, me comprometo a seguir forjando una OMS más eficaz, eficiente, transparente y responsable.
Con gran orgullo, pero también con profunda humildad, presento mi candidatura para cumplir un segundo mandato como Director General.
Les pido su apoyo en el camino que recorremos juntos para promover la salud, preservar la seguridad mundial y servir a las poblaciones vulnerables.
Muchas gracias, Excelencia. Le cedo la palabra.
Gracias de nuevo.