El mundo necesita suficiente sangre segura para todos los que la necesitan.
Cada pocos segundos, alguien en algún lugar necesita sangre.
La necesidad de sangre es constante. Los pacientes necesitan tu ayuda incluso durante emergencias sanitarias, como esta pandemia.
Salvar vidas es increíble. Regala vida, regala sangre.
Es necesario realizar donaciones de sangre con regularidad en todo el mundo para que las personas y las comunidades tengan acceso a sangre y hemoderivados seguros y de calidad garantizada.
Cualquier persona que pueda donar sangre debería considerar la posibilidad de hacerlo de forma regular, voluntaria y no remunerada para que todos los países dispongan de un suministro suficiente.
Garantizar la seguridad y el bienestar de los donantes de sangre es fundamental, pues los anima a donar regularmente.
El acceso a sangre y hemoderivados seguros es esencial para la cobertura sanitaria universal y es uno de los elementos fundamentales de los sistemas de salud eficaces.
La sangre y los hemoderivados son esenciales para tratar a:
las mujeres con hemorragias asociadas al embarazo y al parto;
los niños que padecen anemia grave a causa del paludismo y la malnutrición;
los pacientes con trastornos hematológicos y de la médula ósea, hemoglobinopatías hereditarias y afecciones que causan inmunodeficiencia;
las víctimas de traumatismos por accidentes, catástrofes naturales o situaciones de emergencia; y
los pacientes que se someten a intervenciones médicas y quirúrgicas avanzadas.
Aunque la necesidad de sangre y hemoderivados es universal, existen grandes diferencias en cuanto al nivel de acceso a sangre y hemoderivados seguros entre los distintos países y dentro de ellos.
En muchos países, los servicios de transfusión sanguínea siguen teniendo problemas para ofrecer sangre y hemoderivados suficientes y garantizar al mismo tiempo su calidad e inocuidad.
Los gobiernos, las autoridades sanitarias nacionales y los servicios nacionales de sangre deben colaborar para:
establecer los sistemas y la infraestructura necesarios para recoger más sangre de donantes regulares, voluntarios y no remunerados;
establecer y reforzar los sistemas que garantizan la calidad de la sangre y los hemoderivados para velar por su inocuidad;
proporcionar atención de calidad a los donantes;
promover y practicar el uso clínico adecuado de la sangre; y
supervisar toda la cadena de transfusión sanguínea.