Excelencias, colegas y amigos,
Antes que nada, me gustaría darles los buenos días.
Como saben, ayer declaré que el brote mundial de COVID-19 puede considerarse en estos momentos una pandemia.
No es una decisión que hayamos tomado a la ligera.
Hemos realizado esta evaluación principalmente por dos razones: en primer lugar, por la velocidad y la escala de la transmisión.
Se han notificado ya casi 125 000 casos a la OMS, en 118 países y territorios. A lo largo de las dos últimas semanas, el número de casos notificados fuera de China se ha multiplicado casi por 13 y el número de países afectados casi se ha triplicado.
La segunda razón es que, a pesar de nuestras frecuentes advertencias, estamos profundamente preocupados por el hecho de que algunos países no están abordando esta amenaza con el nivel de compromiso político necesario para controlarla.
Que quede bien claro: describir lo que está ocurriendo como una pandemia no significa que los países deban darse por vencidos. La idea de que los países deben pasar de la contención a la mitigación es errónea y peligrosa.
Al contrario, tenemos que redoblar los esfuerzos.
Esta es una pandemia que se puede controlar. Los países que decidan renunciar a medidas fundamentales de salud pública pueden acabar enfrentándose a un problema mayor y a una carga más pesada para el sistema de salud, que requiera medidas aún más severas de control.
Todos los países deben encontrar un delicado equilibrio entre la protección de la salud, la prevención de los trastornos sociales y económicos, y el respeto de los derechos humanos.
Urgimos a todos los países a adoptar un enfoque integral adecuado a sus circunstancias, y que tenga como pilar central la contención.
Hacemos un llamamiento a los países para que adopten una estrategia con cuatro vertientes:
Primero, prepararse y estar a punto.
Todavía hay 77 países y territorios que no han notificado ningún caso, y 55 países y territorios que han notificado 10 casos o menos.
Por otro lado, en todos los países donde hay casos existen zonas que no se han visto afectadas. Tienen la oportunidad de que siga siendo así. Para ello deben preparar a su gente y a sus centros de salud.
Segundo, detectar, prevenir y tratar.
No se puede luchar contra un virus si no se sabe dónde está. Eso significa que se debe mantener una vigilancia firme para encontrar, aislar, someter a pruebas y tratar todos los casos, con el fin de cortar las cadenas de transmisión.
Tercero, reducir y suprimir.
Para salvar vidas debemos reducir la transmisión. Eso significa detectar y aislar tantos casos como sea posible, y poner en cuarentena a sus contactos más cercanos. Incluso si no se puede detener la transmisión, se puede frenar su avance y proteger de este modo los centros de salud, las residencias de ancianos y otros sectores vitales. Pero eso solo es posible si se realizan pruebas a todos los casos sospechosos.
Y cuarto, innovar y mejorar.
Tanto el virus como la situación en la que nos encontramos son nuevos. Todos estamos aprendiendo y todos debemos descubrir nuevas formas de prevenir infecciones, salvar vidas y minimizar el impacto. Todos los países tienen lecciones que compartir.
La OMS está trabajando día y noche para brindar apoyo a todos los países.
Hemos enviado suministros de equipo de protección personal a 57 países, estamos preparando envíos para otros 28, y hemos enviado suministros de laboratorio a 120 países.
Hemos publicado una hoja de ruta de I+D que establece una serie de protocolos básicos sobre el modo de realizar los estudios.
Hemos publicado un paquete completo de orientaciones técnicas.
Más de 176 000 personas se han inscrito en nuestros cursos de formación sobre la COVID en OpenWHO.
Estamos trabajando con el Foro Económico Mundial y con la Cámara de Comercio Internacional para involucrar al sector privado. También estamos colaborando con la FIFA.
Estamos trabajando con nuestros colegas de todo el sistema de las Naciones Unidas para ayudar a los países a desarrollar sus planes de preparación y respuesta, de acuerdo con los ocho pilares.
Y se han anunciado promesas de contribuciones por valor de más de US$ 440 millones para el Plan Estratégico de Preparación y Respuesta de la OMS.
Damos las gracias a los países que han contribuido, en especial a los que han aportado fondos plenamente flexibles. Teniendo en cuenta que la situación puede cambiar en cualquier momento, necesitamos la mayor flexibilidad posible para proporcionar el mejor apoyo posible. En un espíritu de solidaridad, pedimos a los países que no asignen los fondos a fines específicos en el marco de esta respuesta.
Gracias a todos una vez más por su apoyo y su compromiso.
Como digo siempre, estamos todos juntos en esto.
Muchas gracias.