Sus Excelencias Jefes de Estado y de gobierno,
distinguidos asistentes, queridos colegas y amigos.
En primer lugar, deseo agradecer a Gurudev Sri Sri Ravi Shankar, fundador del Foro Mundial sobre Ética Empresarial y la Fundación El Arte de Vivir, por invitarme y por reunirnos a todos nosotros hoy aquí.
Me complace mucho que celebre esta reunión coincidiendo con el Día Mundial de la Salud.
Han transcurrido más de 14 meses desde que declaré la COVID-19 como una emergencia sanitaria mundial. Durante este tiempo, la pandemia ha puesto de manifiesto lo mejor y lo peor de la humanidad.
Hemos visto actos de un valor incalculable por parte de los trabajadores de la salud, así como de las comunidades de todo el mundo, todos los días.
Hemos visto esfuerzos increíbles realizados por empresas éticas para ayudar a prosperar a las personas.
Pero la pandemia también ha agrandado las desigualdades en nuestras sociedades, ha ensanchado las líneas divisorias geopolíticas mundiales y ha socavado los lazos de confianza en nuestras instituciones públicas.
Hemos visto como algunas empresas están tratando de beneficiarse a costa de los necesitados.
Con el desarrollo de vacunas que salvan vidas en un tiempo récord, el mundo se ha colmado de un nuevo sentimiento de esperanza.
Sin embargo, también sabíamos por experiencia que las fuerzas del mercado por si solas no lograrían la distribución equitativa de estas herramientas que salvan vidas.
El acceso equitativo a las vacunas es un desafío de nuestro tiempo.
Si examinamos el estado actual de la vacunación contra la COVID-19, vemos que de más de 520 millones de dosis administradas hasta el presente, por encima del 85% se han destinado a países de ingresos elevados o de ingresos medianos altos, mientras que los países de ingresos bajos tan solo han recibido el 0,1%.
Cuando los países vacunan a los más jóvenes, a personas sanas con poco riesgo de enfermar, están poniendo en peligro la vida de los trabajadores de la salud, las personas mayores y los grupos vulnerables en otros países.
La falta de equidad en la distribución de las vacunas no es solo un escándalo moral, sino que también es económica y epidemiológicamente contraproducente.
Estas profundas desigualdades en el acceso a las vacunas podrían propiciar que nuevas variantes víricas que suscitan especial preocupación ganen terreno y ralenticen la recuperación económica mundial.
Es por ello que la OMS y sus asociados hemos puesto en marcha el Acelerador del acceso a las herramientas contra la COVID-19 y COVAX, el pilar de las vacunas, para impulsar la distribución equitativa de productos terapéuticos que salvan vidas, pruebas diagnósticas y vacunas entre las personas más necesitadas, en todos los países del mundo.
Esta pandemia aún tiene un largo recorrido por delante. La transmisión sigue siendo intensa y está sometiendo a una enorme presión los hospitales, las unidades de cuidados intensivos y los trabajadores de la salud.
Las decisiones que adoptamos, como líderes e individuos, pueden significar la diferencia entre la vida y la muerte.
De la experiencia del último año, todos podemos extraer algunas verdades fundamentales:
La vida es frágil;
La salud es un bien precioso;
Y somos una humanidad.
Podemos tener diferentes culturas, lenguas y creencias, pero compartimos el mismos ADN, el mismo planeta y los mismos sueños y esperanzas.
La pandemia de COVID-19 no es nuestra primera crisis mundial, y no será la última.
Lo que es evidente es que ha progresado entre las desigualdades de nuestras sociedades y los déficits de nuestros sistemas de salud.
Debemos aprender de las enseñanzas de esta pandemia.
Tratar de ahorrar dinero descuidando la protección ambiental, la preparación frente a emergencias, los sistemas sanitarios y las redes de seguridad social ha demostrado ser una falsa economía, y ahora estamos pagando una factura mucho más elevada.
Cuando ahora empecemos a construir unas sociedades para el futuro que incorporen plenamente las verdades fundamentales que he mencionado, las prácticas comerciales éticas podrán y deberán desempeñar su papel.
Esto implica unas empresas que tengan en cuenta las repercusiones de sus acciones, productos y servicios sobre el medio ambiente, las personas y los animales.
Conlleva unas empresas que incorporen criterios éticos en cada fase de sus productos y servicios, desde el diseño hasta la entrega.
Después de esta pandemia mundial, tendremos una oportunidad sin precedentes para fortalecer la colaboración intersectorial y utilizar la salud como un motor del desarrollo.
Estos esfuerzos no solo contribuirán a prevenir futuras pandemias, sino que ayudarán a construir unos sistemas, entornos, economías y sociedades más resilientes y equitativos.
Trabajando juntos, podemos construir el mundo más saludable, seguro y justo que todos deseamos.
Muchas gracias.