Excelentísima señora Presidenta,
excelencias, queridos colegas y amigos:
En primer lugar, quisiera agradecer a la excelentísima señora Dasho Dechen Wangmo su liderazgo esta semana como Presidenta de la 74.ª Asamblea Mundial de la Salud.
También me gustaría dar las gracias a la Presidenta de la Comisión A, la Dra. Adriana Amarilla, del Paraguay, y al Presidente de la Comisión B, el Dr. Iferemi Waqainabete, de Fiji. Gracias a ambos por su liderazgo esta semana.
Asimismo, me gustaría agradecer a todos los Estados Miembros el modo constructivo y colaborativo en que han trabajado esta semana para abordar una agenda repleta de retos de salud urgentes.
Sé que la semana pasada fue la culminación de meses de trabajo de muchos colegas, tanto de los Estados Miembros como de la Secretaría, que han dedicado largas horas a las consultas, las negociaciones y los preparativos que han dado lugar a una Asamblea Mundial de la Salud fluida y exitosa.
Han adoptado ustedes más de 30 resoluciones y decisiones sobre la diabetes, las discapacidades, el fin de la violencia contra los niños, la atención oftálmica, el VIH, la hepatitis y las infecciones de transmisión sexual, la producción local de medicamentos, el paludismo, las enfermedades tropicales desatendidas, las enfermedades no transmisibles, la enfermería y la partería, la salud bucodental, los determinantes sociales de la salud y las orientaciones estratégicas para el personal sanitario y asistencial.
Y esta mañana han aprobado una resolución histórica sobre el fortalecimiento de la preparación y la respuesta de la OMS frente a las emergencias.
Quiero dar las gracias a todos los Estados Miembros por el apoyo que han manifestado a la OMS y por haberla fortalecido.
Los informes del Grupo independiente de preparación y respuesta frente a las pandemias, del Comité de Examen del Reglamento Sanitario Internacional y del Comité Independiente de Asesoramiento y Supervisión para el Programa de Emergencias Sanitarias de la OMS son unánimes en su opinión de que el mundo necesita una OMS más fuerte en el centro de la arquitectura sanitaria mundial.
En cada uno de los informes hay muchas recomendaciones sobre cómo conseguirlo, y muchas de ellas requieren un mayor debate con los Estados Miembros.
Como dicen todos los informes, y muchos Estados Miembros han subrayado, un cambio de paradigma en la cantidad y la calidad de la financiación de la Secretaría es una cuestión clave.
A lo largo de esta Asamblea Mundial de la Salud, muchos Estados Miembros han hablado de su confianza en los expertos de la OMS a todos los niveles para recibir orientación técnica. Nuestro personal lo aprecia mucho.
Sin embargo, la realidad de nuestro modelo de financiación es que muchos de estos colegas expertos tienen contratos a corto plazo, e incluso si tienen otros tipos de contrato, sus programas tienen que ser planificados en un ciclo debilitante de flujo y reflujo financiero.
Incluso en medio de esta pandemia, nos enfrentamos a un serio desafío para mantener la respuesta de la OMS a la COVID-19 en su nivel actual.
La semana pasada oyeron hablar de la coordinación de la OMS en los países, del apoyo técnico y las orientaciones que proporcionamos, del desarrollo de capacidades y la formación de los trabajadores de la salud, de la ampliación de la secuenciación, de los suministros críticos, de los despliegues de emergencia y de muchas otras cosas.
Todo esto tiene que ser financiado. No podemos pagar a la gente con alabanzas.
Y la OMS no puede fortalecerse sin una financiación sostenible.
Esta cuestión no es nueva. Una financiación más sostenible ha sido una de mis prioridades como parte de la transformación de la OMS.
Sin embargo, ha habido dos grandes diferencias en esta Asamblea Mundial de la Salud.
En primer lugar, el mensaje de que una OMS fuerte necesita una financiación adecuada ha sido amplificado por todos los exámenes de expertos que se han presentado a esta Asamblea Mundial de la Salud.
La segunda diferencia es que tenemos un camino que seguir.
Doy las gracias al Grupo de Trabajo sobre la Financiación Sostenible por la labor realizada hasta ahora y por su alentador informe provisional presentado a esta Asamblea. Y agradezco especialmente a Alemania y a Björn Kümmel su liderazgo en esta iniciativa. Esperamos con interés su informe final al Consejo Ejecutivo en enero.
También agradezco a los Estados Miembros la aprobación del presupuesto por programas previsto para 2022 y 2023.
Para el fortalecimiento a largo plazo de la OMS, insto a los Estados Miembros a que aprovechen este momento crucial y tracen el camino hacia un modelo financiero sostenible mediante las recomendaciones del Grupo de Trabajo.
A medio plazo, les pido que financien plenamente el próximo presupuesto por programas.
Y a corto plazo, les pido que subsanen el importante déficit del Plan Estratégico de Preparación y Respuesta de la OMS con la financiación flexible que necesitamos para cumplir la promesa del Acelerador ACT y salvar vidas.
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El lema de esta Asamblea Mundial de la Salud es, como saben, acabar con esta pandemia y prevenir la próxima.
La realidad es que todavía tenemos mucho trabajo por hacer para acabar con esta pandemia.
Nos alienta mucho que los casos y las muertes sigan disminuyendo en todo el mundo, pero sería un error monumental que cualquier país pensara que el peligro ha pasado.
El uso adaptado y sistemático de las medidas de salud pública, en combinación con una vacunación equitativa, sigue siendo el camino para acabar con la pandemia.
Insto a todos los Estados Miembros a que se comprometan a apoyar las metas que establecí el lunes, esto es, lograr la vacunación de al menos el 10% de la población de todos los países para finales de septiembre, y de al menos el 30% para finales de año.
Algún día —espero que sea pronto— la pandemia quedará atrás, pero las cicatrices psicológicas permanecerán para aquellos que han perdido a sus seres queridos, para los trabajadores de la salud que se han visto desbordados, y para los millones de personas de todas las edades que han sufrido meses de soledad y aislamiento.
Y seguiremos enfrentándonos a las mismas vulnerabilidades que permitieron que un pequeño brote se convirtiera en una pandemia mundial.
Las preguntas que nos plantea la pandemia no pueden responderse simplemente con nuevas instituciones, mecanismos, instalaciones o procesos.
Los retos a los que nos enfrentamos son profundos, y así deben ser las soluciones que diseñemos.
Fortalecer la OMS significa ciertamente fortalecer la Secretaría, pero también significa fortalecer el vínculo entre los Estados Miembros, lo cual es muy crucial.
Por eso, la recomendación que creo que más contribuirá a fortalecer tanto a la OMS como la seguridad sanitaria mundial es la de que se elabore un tratado sobre preparación y respuesta frente a las pandemias; eso también podría mejorar, como he dicho antes, la relación entre los Estados Miembros y fomentar la cooperación.
Ha llegado el momento de llevar esta idea a la práctica.
Necesitamos un compromiso generacional que trascienda los ciclos presupuestarios, los ciclos electorales y los ciclos mediáticos.
Un compromiso que cree un marco general para conectar los mecanismos políticos, financieros y técnicos necesarios para reforzar la seguridad sanitaria mundial.
En la actualidad, los agentes patógenos tienen más poder que la OMS. Surgen con mayor frecuencia en un planeta desequilibrado.
Se aprovechan de nuestra interconexión y exponen nuestras desigualdades y divisiones.
La seguridad de la población mundial no puede depender únicamente de la buena voluntad de los gobiernos.
Cada gobierno es responsable de su propio pueblo y debe rendir cuentas ante él.
Pero los Estados Miembros solo pueden preservar realmente la seguridad de su propia población si se responsabilizan mutuamente a nivel mundial.
La característica definitoria de la pandemia es la falta de intercambio: de datos, información, patógenos, tecnologías y recursos. Estos son los retos a los que nos enfrentamos ahora y a los que nos hemos enfrentado desde que empezó la pandemia, e incluso antes.
Un tratado fomentaría la mejora del intercambio, la confianza y la rendición de cuentas, y proporcionaría una base sólida sobre la que construir otros mecanismos para la seguridad sanitaria mundial;
para la revisión por pares de las capacidades nacionales;
para la investigación y la innovación;
para la alerta temprana;
para el almacenamiento y la producción de suministros contra pandemias;
para el acceso equitativo a las vacunas, pruebas y tratamientos;
para contar con personal de emergencia;
y mucho más.
Un tratado es una promesa a las generaciones futuras;
una promesa de que habrá un compromiso político y financiero sostenido.
Es fundamental que un acuerdo internacional de cualquier tipo sea diseñado y asumido por todos los Estados Miembros, todos. Debe ser verdaderamente representativo e inclusivo.
Debe ser concebido de manera exhaustiva y cuidadosa, pero también de manera urgente. No tenemos tiempo.
No hay razón para que no podamos hacer ambas cosas.
Debemos aprovechar el momento. En los próximos meses y años, otras crisis reclamarán nuestra atención y nos distraerán de la urgencia de actuar ahora.
Si cometemos ese error, corremos el riesgo de perpetuar el mismo ciclo de pánico y negligencia que nos ha llevado hasta este punto.
Apreciamos el fuerte apoyo expresado por decenas de Estados Miembros a la idea de un acuerdo mundial sobre la preparación para las pandemias, en virtud del Artículo 19 de la Constitución de la OMS. Más de 60 países lo han patrocinado, como ha dicho antes el Embajador de Chile.
Esperamos seguir debatiendo esta idea con los Estados Miembros en una reunión extraordinaria de la Asamblea de la Salud en noviembre.
Ustedes, nuestros Estados Miembros, han demostrado esta semana que, con compromiso, trabajo duro y voluntad de comprometerse y cooperar, es posible encontrar un terreno común, incluso en cuestiones en las que tienen profundas diferencias de opinión.
Ese mismo compromiso y voluntad son necesarios ahora. Las pandemias son una amenaza para todos nosotros. Por eso debemos trabajar juntos para construir un futuro más sano, más seguro y más justo, para todos nosotros.
La pandemia nos ha enseñado muchas lecciones. Una de las más importantes es que, cuando la salud está en riesgo, todo está en riesgo.
Pero cuando se protege y promueve la salud, las personas, las familias, las comunidades, las naciones y las economías prosperan.
Hacemos un llamamiento a todos los Estados Miembros para que consagren el derecho a la salud en sus constituciones, como de hecho ya han hecho muchos.
Pero el derecho a la salud no puede ni debe convertirse en un eslogan vacío. Debe convertirse en la experiencia de todas las personas en todos los países.
Señora Presidenta, usted dijo en su discurso de apertura de la Asamblea Mundial de la Salud que el liderazgo es difícil de definir y más difícil de encontrar.
Este es un momento para un liderazgo excepcional; para hacer lo inusual y lo inédito. Debemos abordar el futuro con los ojos y los brazos abiertos.
Como dice un proverbio butanés: si quieres poner en práctica grandes ideas, tienes que aplicar la fuerza de una montaña del Himalaya.
Antes también, el Primer Ministro de Bhután dijo, y creo que ello va en la misma línea, que sufrimos juntos y que debemos encontrar soluciones juntos.
Kadrin Cheyla. Shukraan jazeelan. Xie xie. Merci beaucoup. Muchas gracias. Spasiba bolshoi. Thank you very much.