Gracias, María.‎

Dra. Inger Andersen, distinguidos participantes en la Mesa redonda,‎

Excelencias, colegas y amigos, ‎

Buenos días, buenas tardes y buenas noches a todos los que se unen a ‎nosotros para la tercera sesión sobre estrategia de hoy. ‎

Como ustedes saben, el tercer pilar del 13.º Programa General de ‎Trabajo es lograr una mejor salud y bienestar para mil millones más de ‎personas.‎

Gran parte de la labor de la OMS consiste en apoyar a los Estados ‎Miembros para que fortalezcan sus sistemas de salud, a pesar de lo ‎cual reconocemos que muchas de las razones por las que las personas ‎enferman y mueren se encuentran fuera del sector de la salud, en el ‎aire que respiran, los alimentos que consumen, el agua que beben y ‎las condiciones en que viven y trabajan.‎

Por lo tanto, no podemos conseguir un mundo más sano sin un ‎enfoque que implique a todo el gobierno y a toda la sociedad en la ‎promoción de la salud y la prevención de las enfermedades.‎

Los beneficios potenciales son enormes: al menos el 50% de la carga ‎mundial de morbilidad se podría evitar si se garantiza la existencia de ‎entornos y estilos de vida saludables en sociedades seguras y ‎solidarias.‎

No obstante, solo un 3% de los presupuestos mundiales destinados a ‎la salud sirven para abordar las causas prevenibles de las ‎enfermedades.‎

La promoción y la protección de la salud son opciones políticas.‎

Por ejemplo, por cada dólar invertido en saneamiento básico, se ‎obtiene un retorno de US$ 5,50 en términos de reducción de las ‎enfermedades transmitidas por el agua, en particular las ‎enfermedades diarreicas, que siguen siendo una de las mayores causas ‎de mortalidad infantil.‎

La prevención no solo es mejor que la cura; también es más barata.‎

Garantizar un aire, unos alimentos y unas carreteras más seguros, una ‎mejor nutrición y una reducción de la violencia y las lesiones permitirá ‎salvar vidas, pero también ahorrará dinero, al evitar los costes de la ‎atención de salud, y contribuirá a fomentar el empleo, la ‎productividad y un crecimiento económico inclusivo.‎

Una población sana es también una población más resistente.‎

El agua, el saneamiento y la higiene son fundamentales en la lucha ‎contra la COVID-19. ‎

La pandemia ha puesto de manifiesto la importancia de los estilos de ‎vida saludables para prevenir las ENT: la obesidad, la diabetes, el ‎consumo de tabaco y las enfermedades cardiovasculares y ‎pulmonares aumentan el riesgo de padecer enfermedades graves y de ‎morir como consecuencia de la COVID-19.‎

Para finales de 2023 esperamos que 900 millones más de personas ‎disfruten de mejor salud y bienestar. ‎

Se trata de un progreso alentador, pero no está distribuido de forma ‎equitativa.‎

De estos 900 millones de personas, solo el 2% procede de países de ‎ingresos bajos, mientras que el 95% procede de países de ingresos ‎medianos.‎

Se trata de un problema de equidad que debemos abordar si ‎queremos avanzar en la construcción de un mundo mejor, más sano, ‎más justo y más verde.‎

Por ello, la OMS ha elaborado el «Marco de aplicación de los tres mil ‎millones», que se centra en el impacto en los países, la mejora de la ‎coordinación entre los tres niveles y el fortalecimiento de las ‎iniciativas transversales.‎

En última instancia, los resultados se obtienen en los países, por lo que ‎esperamos seguir trabajando con todos los Estados Miembros para ‎lograr unos entornos más sanos, unas sociedades más sanas, unas ‎poblaciones más sanas y un futuro más sano.‎

Muchas gracias.‎