Excelentísima señora Dra. Veronika Skvortsova, Ministra de Salud de la Federación de Rusia,

Hermana Amina Mohamed, Vicesecretaria General de las Naciones Unidas,

Dra. Zsuzsanna Jakab, Directora Regional de la OMS para Europa,

Dra. Carissa Etienne, Directora Regional para las Américas/OPS, y Dra. Shidi Moeti, Directora Regional para África.

Honorables ministros, distinguidos invitados, señoras y señores:

Es un gran privilegio estar con ustedes en esta ocasión histórica.

Nos honra enormemente que el Presidente Putin vaya a unirse a nosotros en breve.

Su asistencia hoy aquí y el hecho de que más de 70 ministros de diferentes sectores gubernamentales se hayan reunido hoy para abordar esta cuestión envían un poderoso mensaje sobre el impulso político que se está generando para poner fin a la TB.

Pero no son solo los ministros. Es alentador ver el gran número de partes interesadas que participan en este evento.

Quiero mencionar especialmente la Alianza Alto a la Tuberculosis. Sus incansables esfuerzos por luchar contra esta enfermedad y por atraer la atención mundial sobre esta cuestión están dando sus frutos. Hoy es la prueba de ello.

Deseo dar las gracias a mi hermano, el Dr. Aaron Motsoaledi, Ministro de Salud de Sudáfrica, por su liderazgo como Presidente de la Alianza Alto a la Tuberculosis, así como a su Vicepresidenta, la Dra. Joanne Carte, y a la Secretaria Ejecutiva, Dra. Lucica Ditiu.

MSF es otro asociado clave. Durante tres decenios han estado brindando tratamientos vitales a muchos miles de personas. Su dedicación es absolutamente inspiradora.

También quiero dar las gracias al Dr. Eric Goosby, Enviado Especial de las Naciones Unidas para la TB, por su liderazgo orientado hacia el progreso no solo en la lucha contra la tuberculosis, sino también en el logro de la cobertura sanitaria universal.

Y, por supuesto, no puedo olvidarme de nuestro Mario. El Dr. Mario Raviglione, que es Director del Programa Mundial contra la Tuberculosis de la OMS desde 2003 y se va a jubilar pronto. Sus logros hablan por sí mismos. Ninguno de nosotros estaríamos hoy aquí si no fuera por usted. Gracias.

Señoras y señores:

Moscú es el lugar perfecto para esta reunión, ya que es un símbolo de progreso y esperanza en la lucha contra la tuberculosis.

La Federación de Rusia tiene una alta carga de TB. Pero también ha hecho progresos increíbles.

El número de nuevos casos de TB en Rusia ha descendido enormemente desde 2010, y la mortalidad se ha reducido en una media del 11% al año.

De los 30 países con la mayor carga de TB, Rusia tiene la mayor cobertura terapéutica.

Son progresos notables.

Y Rusia no es el único país que está avanzando en este ámbito.

Entre 2000 y 2016, nuestros esfuerzos por luchar contra la TB han salvado 53 millones de vidas.

Esto equivale a seis vidas salvadas cada minuto durante 17 años.

Sin embargo, a pesar de estos avances, la carga de sufrimiento y muerte debido a la TB sigue siendo enorme.

Esta antigua enfermedad ha atormentado a la raza humana durante miles de años.

Actualmente es la enfermedad infecciosa más letal en todo el mundo.

El año pasado, más de 10 millones de personas enfermaron por TB, y 1,7 millones de hombres, mujeres y niños murieron.

Esto equivale a tres personas por minuto. En el transcurso de esta alocución que estoy pronunciando hoy ante ustedes, la tuberculosis habrá matado a más de 20 personas.

Aproximadamente el 45% de todos los casos se registran en la Región de Asia Sudoriental, el 25% en la Región de África y el 17% en la Región del Pacífico Occidental.

Casi dos tercios de todos los casos se producen en tan solo siete países (India, Indonesia, China, Filipinas, Pakistán, Nigeria y Sudáfrica). En ellos es donde debemos centrar nuestros esfuerzos. Son la primera línea.

Detrás de cada número hay una persona.

Como la médica que se infectó por una cepa multirresistente del bacilo de la TB durante su formación médica aquí en Rusia y que pasó por un doloroso tratamiento de 18 meses de duración para curarse.

Pronto oirán hablar de Timpiyan Leseni, otra superviviente de la TB. Gracias por su valentía al hablar abiertamente de su experiencia. Usted es la cara humana de esta epidemia. Nos recuerda a qué nos enfrentamos. Nos recuerda qué está en juego.

Como muchas otras enfermedades, la TB azota especialmente a las comunidades más pobres y marginadas.

Las personas que viven en condiciones difíciles. Los presos, los mineros, los indígenas, las personas que viven con el VIH, y los refugiados y migrantes.

Si queremos poner fin verdaderamente a la TB, tenemos que llegar a estas comunidades.

Los principales obstáculos para ello son la estigmatización y la discriminación.

Cada vez que a una persona con VIH se le deniega el tratamiento, ponemos en peligro los progresos.

Cada vez que no prestamos servicios sanitarios a los refugiados, propiciamos que la TB siga matando.

La consigna de los Objetivos de Desarrollo Sostenible es «no dejar a nadie atrás».

Sin embargo, calculamos que hay más de cuatro millones de personas en el mundo con TB que no saben que padecen la enfermedad debido a la notificación y el diagnóstico insuficientes.

Son cuatro millones de personas a las que se ha dejado atrás.

Señoras y señores:

Es muy oportuno que estemos celebrando esta reunión al mismo tiempo que la Semana Mundial de Concienciación sobre el Uso de los Antibióticos.

La resistencia a los antimicrobianos, de la que es ejemplo la TB multirresistente, representa un importante riesgo para la seguridad sanitaria.

La TB multirresistente ha minado los progresos en la lucha contra la TB durante decenios.

El tratamiento estándar de la TB es bastante exigente, ya que consiste en tomar cuatro medicamentos diferentes durante seis meses.

Pero para la TB multirresistente, el tratamiento dura hasta dos años y es caro, doloroso y tóxico.

Si no luchamos frontalmente contra la TB farmacorresistente, corremos el riesgo de perder lo que hemos logrado. Podríamos retroceder.

Es alentador que el problema de la resistencia a los antimicrobianos, incluido el que plantea la TB multirresistente, esté actualmente en la agenda política mundial, especialmente en el periodo de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas del año pasado y en las reuniones del G20, del G7 y del grupo de países BRICS.

La atención política es sumamente vital. Pero no es suficiente.

Los pacientes están reclamando nuevas opciones terapéuticas.

Tenemos que atender su petición.

Debemos invertir ya en investigación y desarrollo.

La buena noticia es que todos los países se han comprometido a poner fin a la epidemia de TB como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Estrategia Fin a la Tuberculosis de la OMS.

Juntos tenemos que poner en práctica estos compromisos.

Tenemos que ampliar agresivamente los programas de lucha contra la TB.

Y, lo que es más importante, estos programas deben integrarse en los planes nacionales de acción diseñados para alcanzar la cobertura sanitaria universal.

Es por ello que decimos que todos los caminos conducen a la cobertura sanitaria universal. La cobertura sanitaria universal es la respuesta, y la protección financiera en la piedra angular de la cobertura sanitaria universal.

Nadie debería enfermar y morir de TB —o de cualquier otra enfermedad— simplemente por no poder permitirse el tratamiento.

Nadie debería enfermar y morir de TB —o de cualquier otra enfermedad— simplemente por no poder acceder al tratamiento.

La inversión en sistemas de salud fuertes que se basen en una atención primaria centrada en las personas es la mejor forma de promover la salud, prevenir la enfermedad, incrementar la seguridad sanitaria e impulsar el crecimiento económico inclusivo.

Señoras y señores:

Hemos llegado a un momento sin precedentes en la lucha contra esta antigua enfermedad.

La Declaración de Moscú que habéis sacado adelante con tanto esfuerzo será un logro histórico.

La Reunión de Alto nivel sobre la Tuberculosis que se celebrará el próximo año durante el periodo de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas es la oportunidad que muchos de nosotros hemos estado esperando.

Tal vez nunca tengamos otra oportunidad parecida.

La historia nos juzgará. ¿Aprovecharemos esta ocasión?

¿Pondremos en práctica nuestros compromisos?

¿Acompañaremos nuestras palabras con dinero?

Hay cuatro esferas de acción cruciales:

En primer lugar, todos los países deben ampliar el acceso a los servicios de prevención y tratamiento en el contexto de la cobertura sanitaria universal.

En segundo lugar, debemos obtener una financiación suficiente y sostenible para la respuesta a la TB.

En tercer lugar, debemos invertir urgentemente en investigación y desarrollo.

Y, por último, debemos trabajar juntos en todos los sectores para poner fin a la TB de una vez por todas.

Es por ello que hoy hemos acordado con la sociedad civil no hacer ningún llamamiento más. Sin embargo, necesitamos compromisos sólidos, y tenemos que trabajar día tras día hasta encontrarnos de nuevo en la reunión de alto nivel que se celebrará el próximo año en Nueva York.

No será fácil. Pero tenemos que creer que es posible.

Ninguno de nosotros podemos lograr esto solos.

Pero si aprovechamos el poder de la colaboración, podemos poner Fin a la TB juntos.

Estamos todos juntos: ministros y asociados. Tenemos que trabajar mano a mano todos los días hasta septiembre de 2018.

Gracias.