Excelencias, distinguidos delegados, señoras y señores,

El problema mundial de las drogas constituye una preocupación de primer orden para la Organización Mundial de la Salud, principal organismo de las Naciones Unidas para la salud. Les agradezco la especial atención prestada a la salud pública en el documento final.

El daño social y sanitario provocado por el uso ilícito de drogas psicoactivas es enorme. Estas perjudican directamente la salud mental y física de los consumidores y reduce de forma drástica sus expectativas y calidad de vida.

El consumo de drogas perjudica a las familias y a las comunidades, incluso bajo la forma de delitos contra la propiedad y las personas. Es causa de accidentes domésticos y de tránsito, abuso de menores, violencia sexual de género y otros tipos de violencia.

Se calcula que en el mundo hay 27 millones de personas con trastornos provocados por el consumo de drogas, de las que más de 400 000 mueren cada año.

El consumo de drogas inyectables provoca aproximadamente el 30% de las nuevas infecciones por el VIH fuera del África subsahariana y contribuye enormemente a la epidemia de las hepatitis B y C en todas las regiones del mundo. Alrededor de 10 millones de personas consumidoras de drogas inyectables están infectadas por el virus de la hepatitis C, cuyo tratamiento resulta muy caro incluso para los países más ricos.

Desde el punto de vista de la OMS, las políticas sobre drogas centradas casi exclusivamente en el recurso a la justicia penal necesitan ampliarse y adoptar un enfoque de salud pública, el cual se basa en criterios científicos y datos. Esto nos indica varias cosas.

Es posible prevenir el consumo de drogas. Hay tratamiento para los trastornos provocados por el consumo de drogas. Es posible disminuir la drogodependencia y, por consiguiente, la delincuencia ligada a ella. Los drogodependientes pueden recibir ayuda y volver a desempeñar un papel productivo en la sociedad.

La OMS fomenta un extenso conjunto de intervenciones para lograr estos objetivos. Los datos demuestran que funcionan.

Una de las intervenciones más eficaces trata de reducir los daños relacionados con la inyección de drogas. La OMS recomienda la puesta en marcha de programas de facilitación de material estéril de inyección, como agujas y jeringas, y la terapia de sustitución con opioides como las opciones de tratamiento más eficaces para las personas dependientes de los opioides.

Las pruebas demuestran que tales programas no solo benefician a los individuos sino también a las comunidades en su conjunto, ya que reducen la delincuencia y los desórdenes públicos.

Tengo una cierta experiencia personal de cuando trabajaba en Hong Kong. Teníamos uno de los programas más sólidos y liberales de reducción de daños: la sustitución con metadona. Después de su puesta en marcha, se redujeron los delitos menores cometidos por los adictos para mantener su adicción. Hablo de mi experiencia personal. Animo a los gobiernos a que consideren la adopción de este tipo de programas. No son fáciles, pero si útiles.

La OMS está involucrada en otra dimensión del problema mundial de las drogas que necesita atención urgente.

Los tratados de fiscalización internacional de drogas imponen una doble obligación a los gobiernos: prevenir el abuso, la desviación y el tráfico, pero también garantizar la disponibilidad de sustancias controladas para fines médicos y científicos.

Muchas sustancias controladas desempeñan un papel crucial en la atención médica, por ejemplo para aliviar el dolor, anestesiar, realizar intervenciones quirúrgicas y tratar enfermedades mentales.

Lamentablemente se ha prestado mucha más atención a la obligación de evitar el uso indebido de drogas que a la obligación de garantizar su disponibilidad para el uso médico. La OMS calcula que el 80% de la población mundial vive en países con un acceso escaso o inexistente a medicamentos controlados para el alivio del dolor moderado o severo.

Después de que aprueben y empiecen a implantar el documento final, les ruego que tengan presentes a las personas y su derecho a recibir tratamiento y atención.

Las personas con cáncer que mueren de forma agónica queriendo aliviar su dolor. Las personas que quieren liberarse de las drogas y que no reciben ayuda de los servicios sanitarios o sociales.

Las personas que se ven obligadas a delinquir o prostituirse para pagar su adicción, y lo que ello supone para la sociedad. Y los millones de personas que, por consumir drogas inyectables, agravan su situación infectándose por el VIH o el virus de la hepatitis.

La OMS y sus asociados, en particular la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, están dispuestos a emprender las tareas que se les encomienden durante este periodo de sesiones.

Gracias.