Honorable Presidente Dr. Jerome Walcott, honorables ministros, estimados colegas y amigos: buenos días, feliz Año Nuevo y bienvenidos nuevamente a la Sede de la OMS.

Como saben, terminé el año 2024 escapando por poco de un ataque contra el aeropuerto de Saná, en el Yemen, mientras esperaba mi vuelo de regreso a casa. Me gustaría expresar mi más sincero agradecimiento a todas las personas que se pusieron en contacto conmigo por teléfono y me enviaron mensajes de apoyo. Su cariño me reconfortó en un momento de verdadero terror. También quiero transmitirles mi gratitud a ustedes y dar gracias a Dios por haberme salvado.

Puedo decir que estuve de suerte, pero este percance me sirvió para tener presente la amenaza bajo la que viven a diario tantas personas debido a los conflictos que asolan el mundo, entre ellas muchos colegas de la OMS y las Naciones Unidas, así como trabajadores humanitarios en general.

Para ellos y para la OMS en su conjunto, 2024 fue un año de importantes retos.

También fue un año de importantes hitos.

En la 77.ª Asamblea Mundial de la Salud celebrada en mayo, los Estados Miembros aprobaron el 14º Programa General de Trabajo 2025-2028 (14.º PGT) de nuestra Organización, una estrategia mundial para la salud que fija el ambicioso objetivo de salvar la vida a 40 millones de personas en los próximos cuatro años. Además, aprobaron ustedes un importante conjunto de enmiendas al Reglamento Sanitario Internacional (2005) y acordaron concluir las negociaciones sobre el acuerdo de la OMS sobre pandemias a tiempo para la próxima Asamblea Mundial de la Salud.

En noviembre, dimos por concluida la primera ronda de inversión en la OMS, que nos ayudó a recaudar la mitad de los recursos que necesitamos para ejecutar el 14.º PGT en los próximos cuatro años. Y en diciembre, junto con el presidente Macron, inauguré oficialmente la Academia de la OMS en Lyon (Francia), lo que supuso un paso importante para aumentar el impacto de nuestra Organización en los países.

Voy a destacar otros logros que hemos alcanzado en cumplimiento de nuestra triple misión de procurar, promover y proteger la salud.

En primer lugar, me referiré a nuestro cometido de promover la salud y prevenir las enfermedades, actuando sobre sus causas subyacentes. Como saben, siete de las diez principales causas de muerte en el mundo son enfermedades no transmisibles; entre ellas figuran las cardiovasculopatías, la diabetes, el cáncer y la enfermedad pulmonar crónica.

Uno de los principales objetivos de la OMS es hacer frente a los factores de riesgo de estas enfermedades que están presentes en los alimentos que consumimos, el aire que respiramos, las carreteras por las que circulamos y los productos que consumimos, incluido el tabaco, que es la principal causa de muertes evitables en el mundo.

Este mes se cumple el 20.º aniversario de la entrada en vigor del Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco (CMCT). En estas dos décadas, gracias a este convenio y al plan de medidas MPOWER que lo respalda, la prevalencia del tabaquismo se ha reducido en un tercio a nivel mundial.

El pasado año, Georgia, la República Democrática Popular Lao y Omán adoptaron el empaquetado neutro de los productos de tabaco. Con el apoyo de la OMS, Viet Nam prohibió los cigarrillos electrónicos y los productos de tabaco calentado. Además, la OMS participa en una iniciativa conjunta de las Naciones Unidas sobre explotaciones agrícolas que no cultivan tabaco, a través de la cual hemos apoyado a más de 9000 agricultores de tabaco en Kenya y Zambia en la transición de este cultivo al de judías con alto contenido en hierro.

Otro aspecto fundamental de nuestra labor es actuar sobre los factores dietéticos que favorecen la aparición de enfermedades. En 2024, el Líbano, Mauricio y Nepal promulgaron políticas de prácticas óptimas sobre la eliminación de las grasas trans, y 34 países donde reside un tercio de la población mundial con obesidad se han sumado al plan de aceleración para poner fin a este problema de salud. También publicamos nuevas directrices sobre la emaciación y apoyamos a los 14 países más afectados por este problema para que las apliquen.

Estamos avanzando en la prevención de las muertes y los traumatismos causados por los ahogamientos, las colisiones de tránsito y diversas formas de violencia. Además, estamos integrando cada vez más las ciencias del comportamiento en distintas áreas de nuestra labor y seguimos apoyando a los países para que sus sistemas de salud resistan las condiciones climáticas y se adapten a ellas.

Hemos recaudado USD 150 millones para apoyar a los países de ingresos medianos y bajos en la protección de su población frente a los riesgos climáticos, y, en el 29.º periodo de sesiones de la Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, celebrado en Azerbaiyán, firmamos un acuerdo para que la salud sea un eje central de las negociaciones sobre el clima.

En segundo lugar, quiero hablar sobre nuestra misión de procurar salud mediante la ampliación del acceso equitativo a los servicios de atención de salud. Como saben, más de la mitad de la población mundial no puede acceder a uno o más servicios de salud esenciales, y 2000 millones de personas enfrentan dificultades económicas por tener que pagar la atención médica de su bolsillo.

A fin de solventar estas deficiencias, colaboramos en la Alianza en pro de la Cobertura Sanitaria Universal para prestar apoyo a 125 países de las seis regiones de la OMS en su camino hacia la cobertura sanitaria universal. El pasado año prestamos apoyo a 28 países para elaborar conjuntos de prestaciones de servicios de cobertura sanitaria universal, entre ellos 8 países que atravesaban crisis humanitarias.

Por otro lado, estamos apoyando a varios países en la prestación de servicios de salud a los refugiados y los migrantes. Irlanda y Panamá integraron la salud de estos grupos en sus planes públicos de seguro médico; Uganda ofreció un conjunto integral de prestaciones a 1,6 millones de refugiados; y Colombia expidió tarjetas de seguro médico a 1,5 millones de migrantes.

Paralelamente a nuestra labor de apoyo a la ampliación del acceso a los servicios de salud, trabajamos para aumentar la disponibilidad de medicamentos y productos de salud para la población y para reforzar los organismos de reglamentación en todo el mundo. Asimismo, cabe valorar que los sistemas nacionales de reglamentación de medicamentos y vacunas de Egipto, la India, Rwanda, el Senegal y Zimbabwe hayan alcanzado o mantenido el nivel 3 de madurez.

También designamos a 33 entidades para integrar la Lista de Autoridades Reguladoras de la OMS, convirtiéndolas en «reguladores de referencia» que cumplen normas y prácticas reconocidas internacionalmente. Desde que lanzamos el programa hace tres años, hemos incluido a 36 autoridades en esta lista.

En 2024 precalificamos 87 medicamentos y otros productos, y realizamos más de 150 inspecciones a fábricas. Asimismo, pusimos en marcha una nueva plataforma con información sobre 2000 tipos de dispositivos médicos, que los países utilizan para seleccionar equipos en sus procesos de adquisición y sus intervenciones de salud, así como para confeccionar listas nacionales de referencia. Además, emitimos cinco alertas sobre productos médicos de calidad subestándar o falsificados, y acuñamos 481 denominaciones comunes para principios activos farmacéuticos.

El programa de denominaciones comunes internacionales es uno de los proyectos de la OMS que nadie más puede llevar a cabo y que es menos conocido, a pesar de su importancia para todos los países. Es fundamental disponer de denominaciones normalizadas de las sustancias farmacéuticas, tanto para la seguridad de los pacientes como para el comercio mundial, la trazabilidad de los medicamentos, la lucha contra las falsificaciones, el aumento del acceso, la investigación y otras muchas cuestiones. Tal vez no sea un trabajo muy vistoso, pero alguien tiene que hacerlo y ese alguien es la OMS. Gracias a nuestra labor, estamos facilitando el acceso a productos que salvan vidas, incluidas las vacunas.

En cuanto a la resistencia a los antimicrobianos, en la Reunión de Alto Nivel de las Naciones Unidas sobre este tema se asumieron compromisos y se fijaron objetivos firmes. Entre 2021 y 2024 se ha triplicado el número de países que notifican datos a la OMS, al pasar de 36 a 98, y los países están adoptando nuestras recomendaciones AWaRe sobre los antibióticos. Por ejemplo, Nepal prohibió combinaciones de antibióticos que la OMS considera no recomendables.

Otra cuestión que cabe destacar es nuestro apoyo a la aplicación plena de la vigilancia de la gonorrea resistente a los antimicrobianos en 13 países. En Camboya, por ejemplo, la aplicación de las directrices de la OMS permitió reducir los casos de ineficacia del tratamiento del 11 % a cero. Además, publicamos las primeras orientaciones sobre la gestión de aguas residuales y desechos sólidos en la fabricación de antibióticos. Ya hemos formado en ella a inspectores en 52 Estados Miembros, y la coalición AMR Industry Alliance modificó su norma para adaptarla a dichas orientaciones.

El pasado año conmemoramos el 50.º aniversario del Programa Ampliado de Inmunización. Cuando lo pusimos en marcha en 1974, menos del 5 % de los niños del mundo estaban inmunizados. Hoy, ese porcentaje es del 83 %. Ningún otro proyecto ha contribuido tanto a la supervivencia de los lactantes y los niños en todo el mundo: merced a este programa, hemos evitado 154 millones de muertes, lo que equivale a un promedio de 8000 al día durante 50 años.

Además, seguimos apoyando a los países para que incorporen nuevas vacunas que salvan vidas. En 2024, otros cuatro países empezaron a administrar vacunas contra el virus del papiloma humano; el Níger y Nigeria fueron los primeros países en utilizar la nueva vacuna antimeningocócica Men5CV; precalificamos una nueva vacuna contra el dengue; y prestamos apoyo a la administración de más de 12 millones de dosis de vacunas antipalúdicas en 17 países africanos.

Estamos viviendo una época dorada en lo que respecta a la eliminación de enfermedades, ya que cada vez son más los países que liberan a su población del paludismo, el tracoma, la lepra y la filariasis linfática, entre otras enfermedades. El año pasado certificamos la eliminación de enfermedades tropicales desatendidas en siete países (el Brasil, el Chad, la India, Jordania, el Pakistán, Timor-Leste y Viet Nam), y la semana pasada confirmamos la eliminación de la tripanosomiasis africana humana en Guinea y de la oncocercosis en el Níger.

En 2024, solo se notificaron 11 casos humanos de dracunculosis, restringidos a ocho aldeas del Chad y Sudán del Sur. Ghana aprobó un nuevo tratamiento para la oncocercosis, desarrollado a lo largo de dos décadas de colaboración entre el Programa Especial UNICEF/PNUD/Banco Mundial/OMS de Investigaciones y Enseñanzas sobre Enfermedades Tropicales, investigadores, oficinas de la OMS en los países y la empresa Medicines Development for Global Health.

Además, certificamos a Cabo Verde y Egipto como países libres de paludismo, y este año hemos hecho lo propio con Georgia. También certificamos la eliminación de la transmisión maternoinfantil del VIH y la sífilis en Belice, Jamaica y San Vicente y las Granadinas. Por su parte, Namibia está en vías de lograr esta eliminación y la de la hepatitis B.

Por primera vez, la cobertura del tratamiento de la tuberculosis ha alcanzado el 75 % a nivel mundial, 79 países han logrado al menos una reducción del 20 % en la incidencia de esta enfermedad y 43 países han reducido las defunciones al menos en un 35 %. En materia de salud mental, estamos trabajando con el UNICEF en 13 países de las seis regiones, prestando atención a 270 000 niños, adolescentes y cuidadores.

En cuanto a la mortalidad materna e infantil, los avances son menos alentadores. Tras las mejoras sustanciales logradas durante la era de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, la situación se ha estancado. Seguimos trabajando con los Estados Miembros para conocer cuáles son los obstáculos que les impiden avanzar y proporcionarles las herramientas necesarias para superarlos.

Por ejemplo, para incrementar la utilización de las prácticas de planificación familiar hemos elaborado un protocolo para evaluar rápidamente los cuellos de botella, que ya se está aplicando en 27 países. Hemos publicado nuevas directrices sobre la septicemia neonatal y prestamos apoyo a los países para que las pongan en práctica. Y hemos presentado nuevas directrices sobre modelos de atención obstétrica, que según se ha demostrado en un estudio realizado en Etiopía reduce las cesáreas de emergencia, las tasas de nacimientos prematuros y los ingresos en cuidados intensivos neonatales. Más de 40 países han elaborado planes de aceleración para reducir la mortalidad materna y neonatal y prevenir la mortinatalidad. La República Unida de Tanzanía abrió 30 nuevas unidades de atención neonatal, mientras que, por su parte, Ghana, Malawi, el Pakistán y Sierra Leona también avanzan en ese ámbito.

Hemos progresado mucho en materia de mortalidad maternoinfantil, pero aún nos queda un largo camino por recorrer para alcanzar las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Para el Día Mundial de la Salud de este año, hemos elegido como lema la salud materna, con el fin de llamar la atención sobre la necesidad de que todos los países y asociados trabajen juntos para prevenir esas muertes prevenibles.

Pasemos ahora al tercer pilar de nuestra misión, esto es, prestar apoyo a los países en la protección de la salud mediante la prevención y la respuesta rápida a las emergencias sanitarias.

En 2024, respondimos a 50 emergencias clasificadas en todo el mundo: conflictos, brotes, desastres naturales y otros incidentes. Ello incluyó la entrega de suministros por valor de USD 48 millones a 78 países. Hemos ayudado a controlar los brotes de cólera en 27 de los 33 países afectados, quedando los 6 restantes en fase aguda. Con el apoyo de la OMS, Rwanda consiguió controlar un brote de enfermedad por el virus de Marburgo y, en estos momentos, trabajamos en la respuesta a los brotes de esta enfermedad en la República Unida de Tanzanía y a los de ébola en Uganda. Mike Ryan, nuestro Director General Adjunto, se ha desplazado a estos países para supervisar la respuesta. Además, como saben, en agosto del año pasado declaré que los brotes de mpox (viruela símica) en la República Democrática del Congo y otros países de África constituían una emergencia de salud pública de importancia internacional.

Pese a que el número de casos notificados se ha estabilizado en la República Democrática del Congo, el empeoramiento de las condiciones de seguridad ha llevado a muchos pacientes a abandonar los centros de tratamiento, lo que incrementa los riesgos de transmisión. En respuesta al brote, la OMS incluyó en la lista de uso de emergencia las primeras vacunas y pruebas contra la mpox y estableció un mecanismo de acceso y asignación que permitió coordinar las donaciones de 6 millones de dosis de vacunas en 15 países. Se han entregado unas 500 000 dosis y pronto se dispondrá de 1,7 millones de dosis adicionales. También hemos facilitado suministros a laboratorios de 136 países para garantizar la calidad de su capacidad de diagnosticar la mpox. Se ha vacunado a unas 70 000 personas, principalmente en la República Democrática del Congo. Las limitaciones de recursos en los países afectados, que se enfrentan a múltiples prioridades de salud que compiten entre sí, han frenado la velocidad y escala de la vacunación.

El otro ámbito principal de la labor de respuesta a emergencias de la OMS el año pasado fue responder a los conflictos y la inseguridad en la Franja de Gaza, Haití, el Líbano, el Sudán, Ucrania y otros lugares. Nos complace enormemente constatar que el acuerdo de alto el fuego en la Franja de Gaza se mantiene y esperamos sinceramente que desemboque en una paz duradera. Nuestras prioridades son satisfacer las acuciantes necesidades de salud, apoyar el funcionamiento de los hospitales y los establecimientos de atención primaria y transportar a los pacientes dentro y fuera de la Franja de Gaza para que reciban atención especializada.

Desde que comenzó el alto el fuego, la OMS ha enviado 63 camiones con suministros y 30 más deberían llegar en los próximos días. Proporcionamos el 60 % de todos los suministros médicos y el 100 % del combustible para hospitales e instalaciones de los equipos médicos de emergencia. En total, durante este conflicto hemos coordinado el despliegue de 52 equipos médicos de emergencia procedentes de 26 organizaciones, que realizaron más de 2,4 millones de consultas médicas, realizaron más de 36 000 intervenciones quirúrgicas de emergencia y trataron a casi 86 000 personas con traumatismos. Y, junto con nuestros asociados, negociamos una pausa humanitaria y evitamos la reaparición de la poliomielitis vacunando a más de 550 000 niños.

Solo podemos esperar que en 2025 también lleguen a su fin los conflictos en el Sudán y Ucrania. Según los cálculos, en el Sudán han sido asesinadas 32 000 personas, el 30 % de la población está desplazada y 20 millones de personas necesitan ayuda humanitaria. En septiembre visité este país, donde conocí los efectos de la guerra civil y a personas que habían sufrido sus consecuencias. A la semana siguiente estuve en el Chad, donde visité la ciudad fronteriza de Adré y me reuní con algunos de los 900 000 refugiados sudaneses que han huido de su país en busca de seguridad y alimentos. Estas son solo algunas de los 122 millones de personas en todo el mundo que se han visto obligadas a huir de sus hogares.

En la Franja de Gaza, el Líbano, el Sudán, Ucrania y otros lugares, seguimos presenciando ataques contra la atención de la salud que se están convirtiendo en la nueva normalidad de los conflictos. El año pasado verificamos más de 1500 ataques contra los servicios de atención de la salud en 15 países y territorios que produjeron 932 muertes y 1767 heridos. Es desalentador que casi nadie rinda cuentas por estas violaciones del derecho internacional. Por ese motivo, el año pasado presentamos, junto con nuestros asociados, un nuevo informe con nueve recomendaciones para hacer rendir cuentas a quienes perpetran ataques contra la atención de la salud. Ahora, instamos a los Estados Miembros a que apliquen estas recomendaciones.

Por supuesto, responder a las emergencias es solo una parte de nuestro trabajo. Teniendo en cuenta las enseñanzas extraídas durante la COVID-19, la OMS también ha fortalecido su labor en todas las dimensiones de la prevención, la preparación y la respuesta frente a ellas.

Cada día intentamos detectar por todo el mundo posibles amenazas para la salud pública. El año pasado evaluamos más de 1,2 millones de señales que podían suponer una amenaza. Además, a través del Centro de Información de la OMS sobre Pandemias y Epidemias en Berlín, ayudamos a los países a fortalecer sus capacidades en materia de vigilancia genómica. La Red Internacional de Vigilancia de Patógenos, establecida en 2023, cuenta ahora con 230 organizaciones en 85 países. Con miras a que los países completen las evaluaciones externas conjuntas, el pasado año apoyamos a 19 de ellos, y tenemos previsto hacer lo mismo con otros 21 este año. Por otra parte, tres países completaron estudios piloto del Examen Universal de la Salud y la Preparación.

Además de estas actividades de preparación general, también estamos apoyando a los países para que se preparen frente a amenazas concretas, entre ellas la del ébola. Los brotes de esta enfermedad suelen agravarse debido a la transmisión intrahospitalaria, por lo que, de la mano de Gavi, la Alianza para las vacunas, vacunamos contra la enfermedad a 150 000 trabajadores de la salud en seis países, con miras a prevenir cualquier brote futuro. Era la primera vez que, al margen de una respuesta a un brote, se hacía algo así. También apoyamos la vacunación de 53 millones de personas contra la fiebre amarilla en cinco países, y hemos supervisado atentamente la preocupante propagación de la gripe aviar entre el ganado lechero en los Estados Unidos de América.

El año pasado, a través del Sistema Mundial de Vigilancia y Respuesta a la Gripe (SMVRG), facilitamos el intercambio de más de 100 muestras de gripe zoonótica con centros colaboradores de la OMS, e introdujimos 525 secuencias genéticas de la gripe aviar en bases de datos de acceso público. También recomendamos nueve virus zoonóticos como candidatos para vacunas, que están disponibles en todo el mundo para que los laboratorios fabriquen vacunas en caso de una pandemia de gripe.

Honorables ministros, estimados colegas y amigos: todo este trabajo de procurar, promover y proteger la salud está respaldado por nuestros esfuerzos en los tres niveles de la Organización relacionados con el cuarto y quinto ejes temáticos del 14.º PGT: dar impulso a la salud y mejorar el desempeño en favor de la salud, a través de la ciencia, las tecnologías digitales, los datos y nuestra transformación continua.

El año pasado llevamos a cabo una revisión de nuestra transformación, para ver qué había funcionado y qué no. Basándonos en esta revisión, hemos vuelto a dar prioridad a la transformación para alinearla con las prioridades del 14.º PGT. Uno de los éxitos de la transformación ha sido la creación de la División Científica.

La labor normativa y de normalización de la OMS es la base de la Organización, y la División Científica nos está ayudando a asegurarnos de que ofrecemos a los Estados Miembros un asesoramiento de la más alta calidad, basado en la evidencia y lo antes posible. El año pasado se descargaron 65 millones de publicaciones, orientaciones y otros materiales de la OMS. Presentamos nuevas e importantes directrices sobre la gripe aviar, la inteligencia artificial, el abandono del tabaco y el diagnóstico de la mpox, entre otros temas.

A partir de este año estamos armonizando nuestras directrices y labor normativa con la precalificación, lo que significa que, al precalificar un producto, emitiremos también directrices sobre el modo de usarlo. Esto acelerará el acceso equitativo a intervenciones de reconocida eficacia y aumentará las inversiones de los sectores público y privado, ya que los sistemas serán más transparentes y predecibles, y se completarán en un periodo de 12 meses.

El primer producto de este nuevo proceso será el lenacapavir, un nuevo y prometedor medicamento para el tratamiento y la prevención de la infección por el VIH. Aunque seguimos sin conseguir una verdadera vacuna contra este virus, el lenacapavir es lo más parecido que tenemos: se trata de un nuevo medicamento antirretrovírico inyectable que se toma cada seis meses y que, según se ha demostrado, previene esta infección en casi todas las personas en riesgo. Hemos iniciado los procesos de elaboración de las directrices y la precalificación en paralelo, lo que ayudará a que este fármaco se utilice en breve. Esperamos que esto ocurra en el primer semestre de este año.

Otro éxito de la transformación ha sido centrarnos aún más en la salud digital, la cual sustentará los sistemas de salud en todos los países en un futuro muy cercano. En 2024, la Red Mundial de Certificación Digital de Salud permitió a Omán, Indonesia y Malasia emitir 250 000 resúmenes internacionales de pacientes para los peregrinos a La Meca en 2024, lo que sirvió para apoyar la prestación de atención de urgencia en el caso del 78 % de los registros escaneados. En la actualidad, la Red abarca 82 países y beneficia a casi 2000 millones de personas. Agradezco a la UE su apoyo en esta cuestión.

Otro elemento clave de nuestra transformación ha sido nuestra orientación hacia los datos. Creamos el Centro Mundial de Datos de Salud para que los datos de salud estuviesen disponibles para cualquier persona, en cualquier momento, utilizando tecnologías digitales, incluida la inteligencia artificial. Todos los países del mundo tienen ahora acceso a este centro, que ofrece una vía segura y normalizada para aumentar la transparencia, la rendición de cuentas y el progreso.

Honorables ministros, estimados colegas y amigos: como saben, hace dos semanas, el presidente Donald Trump firmó un decreto en el que anunciaba su intención de retirar a su país de la OMS. Lamentamos su decisión y esperamos que los Estados Unidos de América la reconsideren. Nos gustaría entablar un diálogo constructivo para preservar y fortalecer la relación histórica entre la OMS y este país, la cual ha contribuido a una larga lista de importantes logros, como la erradicación de la viruela.

En el decreto se mencionan cuatro razones para justificar la decisión de retirarse de la Organización.

En primer lugar se dice que la OMS «no ha adoptado las reformas que se necesitan con urgencia». Como bien sabe este Consejo, en el transcurso de los últimos siete años, bajo la orientación y la gobernanza de los Estados Miembros, la OMS ha llevado a cabo las reformas más profundas y de mayor alcance de la historia de la Organización. La transformación de la OMS ha afectado a todos los aspectos de nuestra labor: la estrategia, el modelo operativo, los procesos, las alianzas, la financiación, el personal y la cultura institucional.

También hemos respondido a las recomendaciones del Grupo de Tareas Versátil de los Estados Miembros. Hemos aplicado 85 de las 97 reformas propuestas en el plan de aplicación de la reforma de la Secretaría, y estamos aplicando las recomendaciones del Grupo «Acción para Resultados», dirigido por representantes de la OMS, para fortalecer nuestras oficinas en los países.

Para nosotros, el cambio es un proceso constante. Eso es exactamente lo que nos dijeron nuestros Estados Miembros cuando iniciamos la reforma: «el cambio es una constante». Creemos en la mejora continua y agradeceríamos que tanto los Estados Unidos de América como el resto de Estados Miembros nos sugirieran el modo de servirles mejor a ustedes y a los pueblos del mundo. Así pues, aunque estemos llevando a cabo numerosas reformas, toda sugerencia es bienvenida.

En segundo lugar, se dice en el decreto que la OMS «exige a los Estados Unidos pagos injustamente onerosos y desproporcionados con relación a lo que aportan otros países». Los Estados Miembros saben cómo se calculan las contribuciones señaladas, y ustedes son conocedores de que algunos países optan por hacer contribuciones voluntarias más altas que otros.

Una de las principales esferas de nuestra transformación ha sido tratar el desequilibrio entre las contribuciones señaladas y las contribuciones voluntarias, así como reducir la excesiva dependencia de la OMS de un pequeño grupo de donantes tradicionales. El motivo de ello fue que, cuando comenzamos la transformación, comprendimos el riesgo que supone confiar en unos pocos donantes tradicionales. Por eso decidimos entonces, hace siete años, ampliar la base de donantes.

La semana pasada, el Comité de Programa, Presupuesto y Administración recomendó adoptar el próximo incremento de un 20 % en las contribuciones señaladas, y pedimos ahora a este Consejo que respalde esa recomendación. Se trata de un elemento crítico en nuestro plan a largo plazo de ampliar nuestra base de donantes, ya que permitirá reducir en el futuro la carga de financiación de los donantes tradicionales, incluidos los Estados Unidos. Por lo tanto, seguimos recabando el apoyo y la participación de todos los Estados Miembros, incluidos los Estados Unidos, para nuestra visión compartida de situar a la OMS en una situación financiera más sostenible.

En tercer lugar, el decreto se refiere a la supuesta «mala gestión de la pandemia de COVID-19 y otras crisis mundiales de salud» por parte de la OMS. La semana pasada se cumplieron cinco años desde el 30 de enero de 2020, fecha en la que declaré una emergencia de salud pública de importancia internacional. En ese momento se habían notificado fuera de China menos de 100 casos y ninguna muerte. Los días de Nochevieja de 2019 y Año Nuevo de 2020, cuando gran parte del mundo estaba de vacaciones, la OMS estaba trabajando.

Desde el momento en que detectamos las primeras señales de «neumonía vírica» en Wuhan, solicitamos más información al respecto, activamos nuestro sistema de gestión de incidentes de emergencia, alertamos al mundo, convocamos a expertos internacionales y publicamos una guía integral para los países sobre cómo proteger a sus poblaciones y sistemas de salud, todo ello antes del 11 de enero de 2020, fecha en que se informó de la primera muerte por esta nueva enfermedad en China.

Por supuesto que pudo haber deficiencias y problemas; de hecho, se han llevado a cabo varias revisiones independientes de la respuesta mundial a la COVID-19 y se han formulado más de 300 recomendaciones para solventarlos. En respuesta a esas recomendaciones, la OMS y nuestros Estados Miembros hemos dado varios pasos para fortalecer la seguridad sanitaria mundial, entre ellos el Fondo contra Pandemias, el Centro de Información de la OMS sobre Pandemias y Epidemias, el Centro de transferencia de tecnología para las vacunas de ARNm, el Centro de Formación de Personal sobre Biofabricación, el Cuerpo Mundial para Emergencias Sanitarias y la red provisional de contramedidas médicas. Así pues, todo esto se ha establecido en base a las enseñanzas extraídas. Y, como mencioné anteriormente, los Estados Miembros se han comprometido a concluir las negociaciones sobre el Acuerdo sobre Pandemias a tiempo para la Asamblea Mundial de la Salud de este año.

Por último, en el decreto se dice que la OMS «no ha demostrado capacidad para no depender de influencias políticas inapropiadas» de nuestros Estados Miembros. Como organismo de las Naciones Unidas, la OMS es imparcial y existe para servir a todos los países y todas las personas. Nuestros Estados Miembros nos piden muchas cosas y siempre intentamos ayudar en la medida de lo posible. Pero cuando lo que piden no está respaldado por pruebas científicas o es contrario a nuestra misión de apoyar la salud mundial, decimos que no, cortésmente. Ustedes me han visto hacerlo muchas veces. Como saben los Estados Miembros, eso es justo lo que hemos hecho en varias ocasiones con países de todos los niveles de ingresos, en todas las regiones.

Honorables ministros, estimados colegas y amigos: incluso antes del anuncio de los Estados Unidos, la OMS sufría un déficit debido a las dificultades económicas a las que se enfrentan muchos países. A lo largo de muchos meses, los Directores Regionales y yo, con el apoyo del personal directivo superior, habíamos estado trabajando con dos objetivos estratégicos: obtener nuevos recursos y apretarnos el cinturón.

El anuncio de los Estados Unidos ha agudizado la situación, y hemos anunciado un conjunto de medidas con efecto inmediato para proteger nuestro trabajo y a nuestros trabajadores todo cuanto podemos. Estamos armonizando nuestros recursos con nuestras actividades con visión estratégica; estamos congelando la contratación, excepto en las esferas más críticas; estamos reduciendo significativamente los gastos de viaje; y estamos tratando de renegociar los principales contratos de adquisición y de reducir las inversiones de capital. A su debido tiempo se anunciarán más medidas.

Nuestro principal objetivo es proteger nuestro activo más importante: nuestra gente, los profesionales talentosos y entregados a su tarea que siguen trabajando en todo el mundo para ayudar a las personas a las que servimos a respirar un aire más limpio, comer alimentos más saludables, beber un agua potable y usar carreteras más seguras. Están trabajando para ayudar a las personas a obtener los servicios y productos de salud seguros y de calidad que necesitan, donde y cuando los necesitan, sin preocuparse por lo que costarán, y también para detener los brotes de enfermedades y brindar atención vital en las situaciones más difíciles y peligrosas.

En definitiva, están comprometidos a promover, proporcionar y proteger la salud. Estoy orgulloso de que sean mis compañeros de trabajo. Juntos seguimos comprometidos con la visión que ustedes, nuestros Estados Miembros, tuvieron hace casi 77 años: procurar el grado máximo de salud que se pueda lograr, no como un lujo para algunos, sino como un derecho para todos. Muchas gracias.