Alto Comisionado Volker Türk,
Excelencias, estimados colegas y amigos:
Permítanme comenzar diciendo que lamento que Winnie no pueda estar con nosotros hoy; le envío mis mejores deseos a ella y a su familia.
Gracias, Alto Comisionado, por acompañarnos hoy.
La salud y los derechos humanos siempre han guardado una relación muy estrecha.
La Constitución de la OMS, que entró en vigor en 1948, fue el primer instrumento de derecho internacional en afirmar que la salud es uno de los derechos fundamentales de todas las personas, sin distinción.
Los derechos humanos son importantes en la respuesta a todas las enfermedades, pero en el caso del VIH revisten especial importancia.
La marginación, la criminalización y la discriminación de las poblaciones clave han alimentado la transmisión y cuestan vidas.
Hemos logrado grandes progresos en cuanto a la reducción de esas barreras y la ampliación del acceso a los instrumentos para la prevención, el diagnóstico y el tratamiento.
Sin embargo, esos avances corren un riesgo real, y la reducción de nuevas infecciones y muertes se ha estancado.
Casi 30 millones de personas están en tratamiento antirretrovírico, pero hay 9 millones más que lo necesitan y no lo reciben.
Más de la mitad de ellos, casi 5 millones, siguen sin saber que viven con el VIH.
Están aumentando las nuevas infecciones fuera de África, la mayoría de ellas en personas de grupos poblaciones clave y sus parejas.
Con los objetivos mundiales para 2030 en el horizonte, tenemos que apoyar la transición hacia una respuesta sostenible dirigida por los países durante los próximos cinco años.
Ello implica aumentar el acceso a servicios asequibles de pruebas, prevención y tratamiento, que incluyan las nuevas inyecciones de acción prolongada para la profilaxis previa a la exposición.
Nos enfrentamos a estos desafíos en un entorno difícil, marcado por recortes en la financiación de muchos programas mundiales de salud, entre ellos los relativos al VIH.
Debemos aprender a hacer más con menos; a ser creativos, innovadores y ágiles.
Por ello, el enfoque de los derechos humanos cobra aún más importancia.
El mayor impacto, y el mejor rendimiento de la inversión, se logran centrándose en las poblaciones de mayor riesgo: los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, las personas que se inyectan drogas, las personas transgénero y los reclusos.
En este Día Mundial del Sida, sigamos juntos el camino correcto: el camino de los derechos.
Muchas gracias.