Buenos días, buenas tardes y buenas noches.

2022 ha sido otro año muy complicado para la salud de la población mundial:

Tercer año de la pandemia de COVID-19; un brote mundial de viruela símica; un brote de ébola en Uganda; guerras en Etiopía y Ucrania; brotes de cólera en varios países; sequía e inundaciones en la región del Cuerno de África y el Sahel; inundaciones en el Pakistán; y muchas otras emergencias sanitarias.

Eso por no hablar de las otras múltiples amenazas para la salud a las que se enfrentan las personas año tras año, en el aire que respiran, los productos que consumen, las condiciones en las que viven y trabajan, y en su falta de acceso a servicios de salud esenciales.

Y, sin embargo, a medida que 2022 se acerca a su fin, seguimos teniendo muchos motivos para la esperanza.

La pandemia de COVID-19 ha disminuido considerablemente este año, el brote mundial de viruela símica está remitiendo y no se ha registrado ningún caso de ébola en Uganda desde hace más de tres semanas.

Confiamos en declarar el fin de cada una de estas emergencias en distintos puntos del próximo año.

No hay duda de que nos encontramos en una situación mucho mejor con la pandemia que hace un año, cuando estábamos en las primeras fases de la oleada de ómicron y aumentaban rápidamente los casos y las muertes.

Pero desde el pico alcanzado a finales de enero, el número de muertes semanales por COVID-19 notificadas ha descendido casi un 90%.

No obstante, sigue habiendo demasiadas incertidumbres y lagunas para que podamos decir que la pandemia ha terminado:

Las lagunas existentes en la vigilancia, las pruebas y la secuenciación hacen que no comprendamos suficientemente bien cómo está cambiando el virus.

Las lagunas que se observan en la vacunación se traducen en que millones de personas                     —especialmente trabajadores de la salud y personas mayores— siguen expuestas a un alto riesgo de enfermedad grave y muerte.

Las brechas que hay en el tratamiento significan que la gente muere innecesariamente.

Las deficiencias de los sistemas de salud impiden que los trabajadores de la salud hagan frente al aumento de pacientes con COVID-19, gripe y otras enfermedades.

Las carencias que podamos presentar en nuestra comprensión de la afección pos-COVID-19 implican que no entendemos cuál es la mejor manera de tratar a las personas que sufren las consecuencias a largo plazo de la infección.

Y los vacíos que tenemos para comprender cómo empezó esta pandemia ponen en tela de juicio nuestra capacidad para prevenir futuras pandemias.

Seguimos pidiendo a China que comparta los datos y realice los estudios que hemos solicitado, y que seguimos solicitando.

Como ya he dicho muchas veces, todas las hipótesis sobre los orígenes de esta pandemia siguen abiertas.

Al mismo tiempo, la OMS está muy preocupada por la evolución de la situación en China, con informes cada vez más numerosos de cuadros graves.

Para evaluar exhaustivamente los riesgos de la situación sobre el terreno, la OMS necesita información más detallada sobre la gravedad de la enfermedad, los ingresos hospitalarios y las necesidades de apoyo de las UCI.

La OMS está ayudando a China a centrar sus esfuerzos en vacunar a las personas de mayor riesgo en todo el país, y seguimos ofreciendo nuestro apoyo a la atención clínica y la protección de su sistema de salud.

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En nuestra última rueda de prensa del año pasado, dije que en 2022 debíamos aplicar las lecciones aprendidas durante la pandemia.

Me anima ver que este año el mundo ha dado pasos tangibles hacia los cambios necesarios para mantener más seguras a las generaciones futuras.

Se ha creado un nuevo fondo para pandemias.

Los países se han comprometido a negociar un acuerdo jurídicamente vinculante sobre preparación y respuesta frente a las pandemias.

Y hemos creado el Centro de transferencia de tecnología de ARNm en Sudáfrica, para proporcionar a los países de ingresos bajos y medianos-bajos los conocimientos especializados necesarios que les permitan producir rápidamente sus propias vacunas de ARNm.

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Aunque el número de casos y muertes por COVID-19 notificados semanalmente disminuyó a lo largo de este año, tuvimos que hacer frente a muchas otras emergencias.

En julio, declaré una emergencia de salud pública de importancia internacional por el brote mundial de viruela símica.

Se han notificado más de 83 000 casos en 110 países, aunque la tasa de mortalidad se ha mantenido baja, con 66 fallecimientos.

Al igual que con la COVID-19, el número de casos semanales notificados de viruela símica ha disminuido más de un 90% desde el máximo alcanzado.

Si se mantiene la tendencia actual, esperamos que el año que viene también podamos declarar el fin de esta emergencia.

Asimismo, sin nuevos casos desde el 27 de noviembre, y sin pacientes en tratamiento por el momento, ha comenzado la cuenta atrás para el fin del brote de ébola en Uganda.

Si no se detectan nuevos casos, el brote se declarará extinguido el 11 de enero.

Con el apoyo de la OMS, el Gobierno de Uganda está centrando sus esfuerzos en mantener la vigilancia y estar preparado en caso de que haya más casos.

Mientras tanto, seguimos respondiendo a los brotes de cólera declarados en 30 países, entre ellos Haití, donde se han registrado 310 muertes por cólera tras más de tres años sin ningún caso.

La semana pasada, Haití recibió casi 1,2 millones de dosis de vacunas orales contra el cólera, y ya han comenzado las campañas de vacunación en las zonas más afectadas. La OMS y la OPS también han distribuido casi 50 toneladas de suministros médicos esenciales a los centros de tratamiento del cólera.

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En la región del Cuerno de África y el Sahel, la sequía y las inundaciones relacionadas con el clima están agravando la crisis alimentaria y provocando brotes de cólera, fiebre amarilla, sarampión y poliomielitis derivada de vacunas.

La OMS y sus asociados están sobre el terreno, trabajando para proporcionar acceso a los servicios básicos de salud, tratamiento de la malnutrición grave y apoyo a los países para prevenir, detectar y responder a los brotes.

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Además de los brotes, las crisis provocadas por el clima y otras emergencias, los conflictos pusieron en peligro la salud y el bienestar de millones de personas este año en Afganistán, Etiopía, Siria, Ucrania y el Yemen.

En todos estos países, los ataques dirigidos contra el sector de la salud socavan constantemente la labor que desempeñamos.

En 2022, la OMS ha verificado más de 1000 agresiones contra la salud en 16 países, con 220 muertos y 436 heridos.

Los ataques contra la salud constituyen una violación del derecho internacional humanitario y de los derechos humanos. Privan a las personas de atención cuando más la necesitan.

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La labor de la OMS en la respuesta a las emergencias suele ocupar los titulares, pero en todo el mundo hemos estado trabajando de muchas otras formas vitales para proteger y promover la salud de maneras que no aparecen tan a menudo en las noticias.

Ayudamos a los países a restablecer los servicios de salud esenciales interrumpidos durante la pandemia, como la inmunización sistemática, donde observamos el mayor descenso sostenido de la vacunación infantil en 30 años.

Como consecuencia de ello, 25 millones de niños no recibieron las vacunas que salvan vidas, y ponernos al día es ahora una de nuestras mayores prioridades.

Este año hemos seguido apoyando el despliegue de la primera vacuna contra el paludismo del mundo, que ha llegado a más de un millón de niños en África.

Apoyamos a los países en la introducción de nuevas leyes o impuestos para combatir los productos perjudiciales para la salud, como el tabaco, las grasas trans y las bebidas azucaradas.

Nuevos informes destacan por primera vez la existencia de carencias críticas en servicios de salud bucodental, salud de refugiados y migrantes, prevención y control de infecciones, discapacidades, etc.

Publicamos orientaciones vitales sobre VIH, tuberculosis, hepatitis C, salud materna y neonatal, aborto seguro y mucho más.

Trabajamos para situar la salud en lo más alto de la agenda climática, en medio de un continuo aumento de la frecuencia y gravedad de los fenómenos meteorológicos extremos.

Dimos la voz de alarma sobre el aumento de la resistencia en las infecciones bacterianas y publicamos la primera lista de infecciones fúngicas prioritarias que amenazan la salud pública.

Y más recientemente, nuestra asociación con la FIFA nos permitió llegar a miles de millones de personas en todo el mundo con campañas de promoción de la salud durante la Copa del Mundo.

El año 2022 fue también histórico para el futuro de la OMS, ya que nuestros Estados Miembros se comprometieron a aumentar sus contribuciones señaladas (o cuotas de afiliación) hasta alcanzar el 50% de nuestro presupuesto básico en el próximo decenio, frente al 16% actual. 

De este modo, la OMS dispondrá de una financiación mucho más previsible y sostenible, que nos permitirá ejecutar programas a largo plazo en los países y atraer y retener a los expertos de talla mundial que necesitamos.

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El próximo año la OMS cumplirá 75 años.

En 1948, conforme el mundo se recuperaba de la Segunda Guerra Mundial, las naciones del mundo se reunieron para reconocer, en palabras de nuestra Constitución, que el goce del grado máximo de salud que se pueda lograr es uno de los derechos fundamentales de todo ser humano sin distinción de raza, religión, ideología política o condición económica o social.

Pero también es más que eso, pues en la Constitución de la OMS se afirma que la salud de todos los pueblos es una condición fundamental para lograr la paz y la seguridad.

Quizá más que en ningún otro momento de los últimos 75 años, el trienio que acaba de transcurrir ha demostrado hasta qué punto son ciertas esas palabras.

Como cualquier organización, no somos perfectos ni pretendemos serlo.

Pero las personas comprometidas y con talento que me rodean han dedicado sus carreras a proteger y promover la salud de la población mundial.

Al igual que ellos, sigo comprometido con la construcción de un futuro más sano, seguro y justo para esas personas, las personas a las que todos servimos.

En este sentido, deseo a todos los que la celebran una muy feliz Navidad, feliz Janucá, feliz Año Nuevo y alegría a todas las personas que pueblan el planeta.

Margaret, le devuelvo la palabra.