Buenos días, buenas tardes, buenas noches.

El amanecer de un nuevo año en muchos países abre un espacio colectivo que podemos dedicar tanto a reflexionar como a marcarnos aspiraciones para el año que comienza.

Gracias a la atención clínica, a las vacunas y a los tratamientos, el mundo entra hoy en el cuarto año de pandemia en una situación mucho mejor que la de hace unos años.

Durante buena parte del año pasado, la COVID-19 retrocedió.

Las vacunaciones fueron a más en todo el mundo y hubo un avance sostenido en muchos países de renta baja o media que en 2021 habían quedado muy rezagados por efecto del nacionalismo vacunal y por el hecho de que unos pocos países detentaran en exclusiva la capacidad de fabricación.

El año pasado se obtuvieron nuevos antivirales que salvan vidas, lo que ayudó a reducir aún más la mortalidad, aunque en su despliegue se siguió el mismo consabido patrón de «los países ricos primero».

La OMS, que trabaja como siempre para mejorar el acceso, anunció el día de Navidad la precalificación de los antivirales nirmatrelvir (nir-ma-trel-vir) y ritonavir (ri-to-na-vir) para que fueran producidos por un fabricante indio.

Esta versión genérica de un antiviral, la primera que obtiene la aprobación de la OMS, debería traer consigo un salto en la producción y un mejor acceso, especialmente en los países de renta baja y renta media.

Con todo, pese a estos claros avances, la amenaza de la COVID-19 persiste.

Siguen existiendo grandes desigualdades en el acceso a las pruebas de detección, los tratamientos y la vacunación y, en definitiva, el de la COVID-19 sigue siendo un virus peligroso para nuestra salud, nuestra economía y nuestras sociedades en general.

Hasta donde sabemos, cada semana mueren de COVID-19 unas diez mil personas, aunque es probable que la cifra sea en realidad mucho mayor.

Estamos verdaderamente preocupados por la actual situación epidemiológica de la COVID-19, marcada a la vez por una intensa transmisión en varias regiones del mundo y por la presencia de una subvariante recombinante que se propaga con rapidez.

Los informes de las últimas semanas dan cuenta de un aumento de las hospitalizaciones y de una creciente presión sobre los sistemas de salud, sobre todo en las regiones templadas del hemisferio norte, donde también circulan enfermedades respiratorias como la gripe.

La semana pasada, la OMS celebró una reunión de alto nivel con contrapartes chinas para examinar el vertiginoso aumento del número de casos y hospitalizaciones, tras lo cual el Grupo Consultivo Técnico sobre la Evolución del Virus SARS-CoV-2 y los grupos de la red de expertos en atención clínica de la COVID-19 se reunieron con especialistas chinos.

Seguimos pidiendo a China datos más rápidos, sistemáticos y fiables sobre hospitalizaciones y muertes, así como secuenciaciones más completas del virus en tiempo real.

La OMS está preocupada por las vidas que corren peligro en China y ha reiterado la importancia de la vacunación, incluidas las dosis de refuerzo, para proteger contra la hospitalización, las formas graves de la enfermedad y la muerte.

Ello reviste especial trascendencia en el caso de las personas mayores, las que tienen enfermedades preexistentes y otras personas expuestas a un mayor riesgo de sufrir consecuencias graves.

Ante la intensa circulación en China y la falta de datos exhaustivos, como dije la semana pasada, es comprensible que algunos países estén adoptando medidas que a su juicio van a proteger a sus propios ciudadanos.

Estos datos son útiles para la OMS y para el mundo y alentamos a todos los países a que los compartan.

Los datos siguen siendo esenciales para que la OMS pueda evaluar de forma periódica, rápida y fiable los riesgos derivados de la situación reinante y adaptar en consecuencia sus recomendaciones y orientaciones.

Fuera de China, una de las subvariantes de la variante ómicron detectada inicialmente en octubre de 2022 es la XBB.1.5, que es un virus recombinante de dos sublinajes BA.2.

Ya ha sido detectada en más de 25 países y circula cada vez más en los Estados Unidos de América y Europa.

La OMS, que sigue la situación muy de cerca y está evaluando el grado de riesgo de esta subvariante, informará debidamente al respecto.

Sin duda, la COVID-19 seguirá siendo uno de los grandes temas de debate, pero creo y confío en que, con el proceder correcto, este va a ser el año en que termine oficialmente la emergencia de salud pública.

Otra buena noticia es que desde el 27 de noviembre no se ha detectado la presencia de ébola en Uganda. Si esto se mantiene así y no hay ningún nuevo caso hasta el 11 de enero, se declarará terminado el brote.

Los últimos años han sido difíciles para nuestra salud colectiva, pero mantengo la confianza y sigo convencido de que solo aunando esfuerzos podemos:

aprovechar y poner en común la ciencia;

ofrecer soluciones que salven vidas; y

forjar vínculos solidarios para superar los problemas de salud que afrontamos.

Este año es también el del 75.º aniversario de la creación de la OMS. En las semanas venideras y en el curso de la próxima reunión del Consejo Ejecutivo de la OMS daremos más información sobre nuestros planes para este año histórico. 

¡Feliz Año Nuevo! ¡Todos juntos!

Christian, tiene de nuevo la palabra.