Buenos días, buenas tardes y buenas noches.
A última hora del pasado domingo, la tormenta tropical Daniel azotó la costa oriental de Libia provocando fuertes vientos, lluvias torrenciales, el derrumbe de dos presas e inundaciones de consecuencias devastadoras.
En la zona afectada viven más de 1,5 millones de personas.
Aunque no se conoce la cifra real de víctimas, las autoridades locales han informado de que han fallecido más de 5000 personas y de que hay miles de desaparecidos. Más de 35 000 personas se encuentran desplazadas y sin hogar. Se trata de una tragedia de consecuencias catastróficas.
La cifra de víctimas mortales sigue aumentando y las necesidades de los supervivientes en materia de atención de salud son cada vez más urgentes. La OMS está colaborando con el Ministerio de Salud y sus asociados para enviar rápidamente ayuda de emergencia a las zonas afectadas.
La OMS está destinando US$ 2 millones de nuestro Fondo de Contingencias relacionadas con Emergencias a las actividades de respuesta.
Estamos enviando material de primera necesidad que ya se encontraba en el país y, mañana, llegarán 28 toneladas de material traumatológico, quirúrgico y de emergencia desde nuestro centro logístico de Dubái.
Además, la OMS ha activado su red de equipos médicos de emergencia.
Ocho países y organizaciones han ofrecido su ayuda, y un equipo francés ya ha desplegado su hospital de campaña en la zona afectada.
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Las inundaciones en Libia son la segunda catástrofe devastadora que afecta al Norte de África en la misma semana.
El terremoto de Marruecos dejó casi 3000 muertos y miles de heridos.
Y estas cifras seguirán aumentando en los próximos días.
Familias enteras han quedado sepultadas bajo los escombros, otras se han quedado sin hogar y algunos niños han perdido a sus padres.
Según la información de que disponemos, ya se han despejado la mayoría de las carreteras y los equipos de salvamento han podido acceder a la mayoría de las zonas afectadas.
El Gobierno marroquí está dirigiendo las operaciones de respuesta. La OMS y nuestros asociados del sistema de las Naciones Unidas estamos preparados para ampliar nuestras actividades y proporcionar los suministros y la asistencia técnica que sean necesarios.
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El pasado fin de semana tuve el honor de asistir a la Cumbre del G20 celebrada en Nueva Delhi (India).
El G20, que agrupa a las mayores economías del mundo, desempeña una función fundamental para el desarrollo y la salud mundiales.
Celebro que, en su declaración, los dirigentes del G20 hayan puesto de relieve una serie de cuestiones esenciales del ámbito de la salud.
En ella reafirmaron su compromiso de alcanzar la cobertura sanitaria universal y de aplicar el enfoque de «Una sola salud», por el que se reconoce que la salud de las personas y el cuidado del planeta son inseparables.
Además, reconocieron el valor de la medicina tradicional y expresaron su satisfacción por el establecimiento de la Iniciativa Mundial para la Salud Digital de la OMS.
Y también quiero destacar que estos dirigentes renovaron su compromiso de reforzar la estructura mundial de preparación y respuesta frente a las emergencias sanitarias y de otorgar un papel central en ella a la OMS.
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Quiero referirme ahora a la Asamblea General de las Naciones Unidas que se celebrará la semana próxima, en la que dirigentes de todos los países se reunirán para examinar los retos más acuciantes a los que se enfrenta el mundo.
Por primera vez, en la Asamblea General se organizarán tres Reuniones de Alto Nivel sobre cuestiones sanitarias, lo que demuestra la importancia de la salud para el mundo, tanto hoy como en el futuro.
El miércoles se celebrará la primera de ellas, que versará sobre la prevención, la preparación y la respuesta frente a las pandemias.
De ella se desprenderá una declaración política para movilizar a las instancias decisorias y para reforzar la gobernanza, la financiación y los sistemas de seguridad sanitaria mundial.
Además, esta declaración será de gran ayuda para las negociaciones en curso entre los Estados Miembros sobre el acuerdo relativo a las pandemias y la modificación del RSI de 2005.
Si algo nos ha enseñado la COVID-19 es que, cuando la salud está en peligro, todo está en peligro.
La pandemia puso de manifiesto que la salud es esencial para el desarrollo, la prosperidad social y económica y la seguridad de los países.
También demostró que es fundamental contar con liderazgos firmes y colaborar sobre la base de los mejores conocimientos científicos.
Y, además, demostró la importancia de la equidad.
El mundo debe aprender estas lecciones sin demora. La COVID-19 no ha desaparecido y, en cuanto a la próxima pandemia, no duden en que llegará. Lo importante es prepararnos para ese momento.
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El jueves se celebrará la segunda Reunión de Alto Nivel, dedicada a la cobertura sanitaria universal, que todos los países se han comprometido a alcanzar para 2030 en los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
La anterior reunión de alto nivel sobre la cobertura sanitaria universal tuvo lugar en 2019, solo unos meses antes de que se declarara la pandemia de COVID-19.
En ese momento, los progresos en esta esfera se habían estancado, pero la pandemia causó un retroceso aún mayor en los países. Al mismo tiempo, la crisis que se desató puso de manifiesto por qué la cobertura sanitaria universal es tan importante.
Cuando la cobertura de la atención de salud es universal para toda una población, todas las personas que la componen tienen acceso equitativo a los servicios de salud esenciales que necesitan sin tener que sufrir penurias económicas.
Sin embargo, los datos más recientes, que se publicarán la semana próxima, muestran que nos encontramos muy lejos de esa meta.
Muchísimas personas no reciben todavía esos servicios básicos o han de hacer un gasto directo muy elevado para obtenerlos (o ambas cosas).
La OMS pide a tres cosas a todos los países:
En primer lugar, que mantengan y amplíen las inversiones en el sector de la salud, reorienten sus sistemas hacia un enfoque centrado en la atención primaria, promuevan la salud, prevengan las enfermedades, presten los servicios que necesiten las personas y faculten a estas para que se responsabilicen de su propia salud.
Sabemos que los presupuestos son limitados, pero también que las inversiones en atención primaria son las más rentables, porque pueden ayudar a prevenir o retrasar la necesidad de prestar una atención secundaria y terciaria más costosa.
En segundo lugar, les pedimos que tomen medidas ambiciosas para proteger a las personas más pobres y vulnerables de los gastos catastróficos en atención de salud.
Y, en tercer lugar, que traten de duplicar cuanto antes el personal de salud y asistencial, especialmente fuera de los establecimientos de salud, pues es la columna vertebral de todo sistema sanitario.
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La tercera Reunión de Alto Nivel tendrá lugar el viernes y versará sobre la tuberculosis.
En 2021, esta enfermedad se llevó la vida de 1,6 millones de personas, es decir, unas 4000 al día.
Y, sin embargo, se puede prevenir y curar.
Desde el año 2000, las iniciativas emprendidas en el mundo para combatir la tuberculosis han salvado la vida a más de 74 millones de personas.
Sin embargo, la pandemia de COVID-19 y los conflictos y las desigualdades en todo el mundo han revertido años de progresos.
La OMS pide a los dirigentes mundiales que se comprometan a aplicar medidas concretas en los próximos cinco años:
Atender al que al 90% de las personas mediante actividades de prevención y atención de la tuberculosis;
Utilizar la prueba rápida recomendada por la OMS como primer método de diagnóstico;
Ofrecer un conjunto de prestaciones sociales a TODAS las personas con tuberculosis para que no pasen penurias económicas;
Y autorizar al menos una nueva vacuna contra la tuberculosis.
Para lograr estos objetivos es preciso aumentar la financiación para solventar las deficiencias en la atención a los afectados e invertir en investigación e innovación.
Al mismo tiempo, debemos abordar las causas de la tuberculosis, como la pobreza, la malnutrición, la diabetes, el VIH, el consumo de tabaco y bebidas alcohólicas, las condiciones precarias de vida y trabajo, la estigmatización y la discriminación, entre otras.
Estas tres cuestiones —la tuberculosis, la cobertura sanitaria universal y la prevención, preparación y respuesta ante pandemias— están estrechamente relacionadas.
En el 75.º aniversario de la OMS, hacemos un llamado a todos los países para que cumplan el compromiso que asumieron cuando nos fundaron en 1948: que satisfagan el derecho humano fundamental a la salud como fundamento de la paz y la seguridad en el mundo.
Tarik, te devuelvo la palabra.