Buenos días, buenas tardes y buenas noches.
En primer lugar, a medida que se acerca el invierno en el hemisferio norte, seguimos constatando tendencias preocupantes en relación con la COVID-19.
Entre los relativamente pocos países que notifican datos, tanto las hospitalizaciones como los ingresos en la UCI han aumentado en los últimos 28 días, especialmente en las Américas y Europa.
Por otro lado, los niveles de vacunación entre los grupos de mayor riesgo siguen siendo bajos, lo cual es preocupante.
Dos tercios de la población mundial han recibido una pauta de primovacunación completa, pero solo un tercio ha recibido una dosis adicional o «de refuerzo».
Quizá la COVID-19 ya no sea la crisis aguda que fue hace dos años, pero eso no significa que podamos desentendernos.
Los países han invertido mucho en fortalecer sus sistemas de respuesta a la COVID-19.
Instamos a los países a mantener esos sistemas con el fin de garantizar la protección de las personas, y las pruebas y tratamientos contra la COVID-19 y otras amenazas infecciosas.
Ello significa mantener sistemas de vigilancia colaborativa, protección comunitaria, atención segura y ampliable a escala, acceso a contramedidas y coordinación.
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Pasemos ahora al cólera.
La semana pasada, la OMS publicó nuevos datos que revelan que los casos notificados en 2022 se duplicaron con creces con respecto a 2021.
Los datos preliminares para este año parecen indicar que probablemente que 2023 sea aún peor. Hasta la fecha, 28 países han declarado casos este año, en comparación con 16 durante el mismo periodo del año pasado.
Los países con los brotes más preocupantes en este momento son Etiopía, Haití, el Iraq y el Sudán.
Se ha avanzado considerablemente en los países de África meridional, como Malawi, Mozambique y Zimbabwe, si bien en estos países el riesgo se mantiene con la llegada de la temporada lluviosa.
Los países y comunidades más afectados son pobres, sin acceso a agua salubre ni a retretes.
Esos países se enfrentan también a la escasez de vacunas anticoléricas orales y otros suministros, y sus trabajadores de la salud –que deben atender múltiples brotes de enfermedades y otras emergencias sanitarias– están sobrecargados.
La OMS proporciona suministros esenciales, coordinando la respuesta sobre el terreno con diferentes asociados, ayudando a los países a detectar, prevenir y tratar el cólera, e informando a la población sobre cómo protegerse.
Para apoyar esta labor, hemos solicitado USD 160 millones y hemos desbloqueado más de USD 16 millones del Fondo de la OMS para Contingencias relacionadas con Emergencias.
Ahora bien, la verdadera solución al cólera pasa por garantizar que todas las personas tengan acceso a agua salubre y saneamiento, que es un derecho humano reconocido internacionalmente.
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Pasamos ahora a Libia, que ya no sale en los titulares, pero sigue en crisis tras las devastadoras inundaciones de hace unas semanas.
Oficialmente, han muerto más de 4000 personas, más de 8500 han desaparecido y más de 30 000 se han visto obligadas a desplazarse.
Solo un tercio de los hospitales y la mitad de los centros de atención primaria de salud siguen funcionando plenamente por los daños estructurales que han sufrido los establecimientos de salud y los hospitales, la falta de medicamentos y equipo médico y la escasez de trabajadores de la salud.
Las comunidades afectadas se enfrentan a la amenaza de las enfermedades transmitidas por mosquitos y por el agua, y a malestar psicológico agudo.
La OMS colabora estrechamente con el Ministerio de Salud de Libia para evaluar las necesidades sobre el terreno, proporcionar suministros y restablecer los servicios de atención primaria de salud, especialmente en los ámbitos de la vacunación sistemática y la salud mental.
Para apoyar esta labor, hemos solicitado USD 11 millones y desbloqueado USD 2,3 millones del Fondo para Contingencias relacionadas con Emergencias.
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Ahora pasamos a la Asamblea General de las Naciones Unidas de Nueva York de la semana pasada, donde los líderes mundiales celebraron tres reuniones de alto nivel –un récord– dedicadas a cuestiones de salud.
En cada una aprobaron declaraciones políticas que contenían compromisos firmes.
En la primera reunión, sobre prevención, preparación y respuesta frente a pandemias, se comprometieron a concluir las negociaciones del acuerdo sobre pandemias y las enmiendas al Reglamento Sanitario Internacional a más tardar en mayo del próximo año;
a garantizar un acceso equitativo a vacunas y otras contramedidas médicas;
a abordar la información errónea y la desinformación;
a fortalecer el personal de salud en todo el mundo;
a invertir en el fortalecimiento de la OMS;
y mucho más.
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En la segunda reunión de alto nivel se trató la cobertura sanitaria universal, que todos los países se han comprometido a alcanzar para 2030 en los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
En el periodo previo a la reunión, la OMS y el Banco Mundial publicaron nuevos datos que revelan que la mitad de la población mundial no está plenamente cubierta por servicios de salud esenciales, y que 2000 millones de personas se enfrentan a dificultades financieras debidas a los gastos directos en atención de salud, cifra que incluye a 1300 millones de personas empobrecidas por esa razón.
En la declaración política, los países asumieron más de 50 compromisos para ampliar progresivamente el acceso a los servicios de salud esenciales;
invertir la tendencia al alza de los gastos directos catastróficos en salud;
fortalecer la atención primaria de salud;
ampliar el acceso a los medicamentos esenciales;
promover los estilos de vida sanos;
garantizar el acceso universal a los servicios de salud sexual y reproductiva;
y mucho más.
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La tercera reunión de alto nivel se centró en la tuberculosis.
Cada año, más de 1 millón de personas fallecen por esta enfermedad.
En la declaración política, los países se comprometieron a hacer llegar los servicios de prevención y atención de la tuberculosis al 90% de la población;
utilizar la prueba rápida recomendada por la OMS como primer método de diagnóstico;
ofrecer prestaciones sociales a TODAS las personas con tuberculosis para que no tengan dificultades financieras;
subsanar las deficiencias de financiación para la puesta en marcha de servicios e investigaciones contra la tuberculosis;
y autorizar al menos una nueva vacuna antituberculosa.
Desarrollar una nueva vacuna es especialmente importante. En ese sentido, la OMS ha establecido un Consejo de Aceleración de las Vacunas contra la Tuberculosis, dirigido por ministros de salud, que celebró su primera reunión durante la Asamblea General.
Damos las gracias a los Estados Miembros por las tres declaraciones políticas. Ha llegado el momento de actuar. Con gran interés apoyaremos a todos los países para que esos compromisos se hagan realidad.
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Finalmente, pasamos al cáncer de cuello uterino.
El compromiso de la OMS con la cobertura sanitaria universal significa que trabajamos para abordar todas las causas de muerte de todas las personas en todos los países.
Pero nos centramos especialmente en las causas más importantes de muerte y enfermedad entre los grupos más vulnerables.
Cada dos minutos, muere una mujer de cáncer de cuello uterino, el 90% de ellas en países de ingreso bajo y mediano.
Esta enfermedad es la principal causa de muerte por cáncer entre las mujeres en África.
Y ello pese a ser el único cáncer que podemos eliminar, gracias a las vacunas contra el papilomavirus humano, causante de la gran mayoría de los casos.
Hace casi tres años, la OMS puso en marcha una iniciativa mundial para eliminar el cáncer de cuello uterino ampliando el acceso a la vacunación, la detección y el tratamiento para las mujeres en todos los países.
El año pasado, la OMS publicó una recomendación en la que se indicaba que una dosis de la vacuna ofrece protección comparable a dos dosis en niñas y mujeres menores de 21 años, lo que significa que el suministro mundial de vacunas puede utilizarse para proteger a muchas más mujeres y niñas.
Esta semana, el Grupo de Expertos sobre la Eliminación del Cáncer de Cuello Uterino se reunió para examinar los progresos y asesorar sobre la dirección futura de la iniciativa.
De hecho, me complace dar la bienvenida a los Copresidentes, uno de los cuales, el Profesor Groesbeck Parham, nos acompaña aquí en Ginebra.
Profesor Parham, gracias por su liderazgo en este asunto de vital importancia. Le cedo la palabra.
[EL PROF. PARHAM SE DIRIGIÓ A LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN]
Gracias, Profesor Parham, por su liderazgo en este asunto de vital importancia.
Espero con interés colaborar con ambos en los próximos meses y años a medida que avanzamos hacia el logro de nuestra aspiración de poner fin al cáncer de cuello uterino.
Margaret, le devuelvo la palabra.