Buenos días, buenas tardes y buenas noches. 

El final de un año es siempre una oportunidad para mirar atrás y para mirar adelante. 

Si miramos atrás, 2021 nos da abundantes motivos para tener esperanza. 

La ciencia nos ha dado esa esperanza, en forma de vacunas, las cuales sin duda han salvado numerosas vidas este año. 

Por el contrario, no hay duda de que la desigualdad en su reparto ha provocado muchas muertes. 

2021 fue un año en el que perdimos 3,5 millones de personas por COVID-19: un número de muertes superior al de las ocasionadas en 2020 por VIH, malaria y tuberculosis en conjunto. 

Y todavía, la enfermedad de este coronavirus sigue cobrándose unas 50 000 vidas cada semana. 

Ahora, cuando la variante ómicron se está convirtiendo en la variante dominante en muchos países, debemos tomar todos precauciones adicionales. 

La OMS publica hoy orientaciones actualizadas para los trabajadores de la salud en las que recomienda que lleven mascarillas autofiltrantes o mascarillas médicas, además de otros equipos de protección personal, al entrar en una habitación en la que se encuentre un paciente del que se sospeche tener COVID-19 o en el que se haya confirmado esa enfermedad. 

Las mascarillas autofiltrantes, entre las que figuran las mascarillas conocidas como N95, FFP2 y otros modelos, deberían llevarse especialmente en entornos de atención donde se sabe que la ventilación es deficiente. 

A pesar de eso, sabemos por desgracia que, en el mundo, muchos trabajadores de la salud no tienen acceso a ellas. 

Por ese motivo pedimos a los fabricantes y a los países que amplíen la producción, adquisición y distribución de mascarillas autofiltrantes y mascarillas médicas para su uso en entornos de salud y atención. 

Es esencial que todos los trabajadores de la salud cuenten con todos los instrumentos necesarios para poder llevar a cabo su trabajo: formación, equipos de protección personal, un entorno laboral seguro y vacunas. 

Es francamente difícil entender cómo, un año después de haberse administrado las primeras vacunas, tres de cada cuatro trabajadores de la salud en África siguen sin estar vacunados. 

Aunque algunos países están poniendo ahora en marcha programas generales de administración de dosis de refuerzo, solo la mitad de los Estados Miembros de la OMS ha podido alcanzar el objetivo de vacunar al 40% de su población para finales de año debido a las alteraciones en el suministro mundial. 

Con las vacunas que se han administrado en el mundo este año, podría haberse alcanzado el objetivo del 40% en todos los países para septiembre, si las vacunas se hubieran distribuido equitativamente a través de COVAX y AVAT. 

Nos alienta no obstante ver que la oferta está mejorando. 

COVAX envía hoy su dosis número 800 millones. La mitad de todas las dosis se han enviado en los últimos tres meses. 

Según nuestros cálculos, de aquí al primer trimestre de 2022 tendremos suministro suficiente para vacunar a toda la población adulta mundial y para ofrecer dosis de refuerzo a las poblaciones de alto riesgo.

Ahora bien, hasta después de esa fecha no habrá suministro para ofrecer dosis de refuerzo de manera extensiva a todos los adultos. 

Por esa razón, pido una vez más a los países y a los fabricantes que den prioridad a COVAX y AVAT, y que trabajen juntos para apoyar a los que están más rezagados. 

Hoy, el Grupo de Expertos en Asesoramiento Estratégico sobre inmunización de la OMS, o SAGE, ha publicado una declaración provisional sobre las dosis de refuerzo. 

El SAGE ha llegado a la conclusión de que el objetivo de la inmunización debe seguir siendo disminuir el número de muertes y casos graves, y expresa su preocupación porque los programas generales de administración de dosis de refuerzo agraven la desigualdad en el acceso a las vacunas. 

En la actualidad, aproximadamente un 20% de todas las dosis de vacunas que se utilizan a diario se administran como dosis de refuerzo o dosis complementarias. 

Es probable que estos programas generales de administración de dosis de refuerzo prolonguen la pandemia, en lugar de acabar con ella, ya que desvían el suministro hacia países que ya tienen altos niveles de cobertura vacunal, lo que da al virus más oportunidades para propagarse y mutar. 

Es importante recordar que la gran mayoría de las hospitalizaciones y muertes se producen en personas no vacunadas, y no en personas que no han recibido una dosis de refuerzo. 

Y debemos tener muy claro que las vacunas de las que disponemos actualmente siguen siendo eficaces contra las variantes delta y ómicron. 

La prioridad mundial debe ser apoyar a todos los países para que alcancen el objetivo del 40% lo antes posible, y el del 70% para mediados del próximo año. 

Ningún país puede escapar a la pandemia administrando dosis de refuerzo, ni estas pueden verse como un vale para llevar a cabo celebraciones previstas sin necesidad de tomar otras precauciones. 

A pesar de estar trabajando por aprovechar de la mejor manera las vacunas disponibles, la OMS también se esfuerza por encontrar la próxima generación de vacunas a través de Solidarity Trial Vaccines. 

Este estudio clínico está auspiciado conjuntamente por la Organización y por los ministerios de salud de Colombia, Malí y Filipinas, y tiene como objetivo acelerar la evaluación de más vacunas contra la COVID-19, ampliar su cartera y mejorar el acceso a ellas. 

También se pretende descubrir vacunas de segunda generación con una mayor protección contra las variantes preocupantes y con una mayor duración de protección, y estudiar otras que puedan administrarse sin agujas. 

Las vacunas en el estudio fueron seleccionadas por un grupo asesor independiente de científicos y expertos de reconocido prestigio. 

A finales de septiembre, equipos de investigación en Colombia, Malí y Filipinas comenzaron a reclutar voluntarios y, hasta la fecha, más de 11 500 personas participan en el estudio. 

Actualmente se está trabajando con dos vacunas, pero en breve se incluirán otras tres y se deja la puerta abierta a otras más. 

La OMS invita a todos los países y centros de investigación a participar en este estudio.

2021 ha sido un año doloroso para muchos de nosotros, pero no podemos darlo por perdido. 

Ahora que se acerca un nuevo año debemos aprender las dolorosas lecciones que el actual nos ha proporcionado. 

2022 debe suponer el final de la pandemia de COVID-19, pero también debe ser el comienzo de una nueva era de solidaridad. 

Debemos abandonar con dolor 2021 y mirar con esperanza hacia 2022. 

Aprovecho la ocasión para desear, a todos los que la celebran, una muy feliz Navidad. 

Christian, le devuelvo la palabra.