Buenas tardes a todos. 

Permítanme empezar, como siempre, dándoles las últimas cifras.

A fecha de hoy, a las 6 de la mañana (hora de Ginebra), China ha notificado a la OMS un total de 77 362 casos de COVID-19, entre los que hay 2618 víctimas mortales.

En las últimas 24 horas, China ha comunicado 416 nuevos casos confirmados, y 150 víctimas mortales.

Es alentadora la constante disminución de casos en China. 

Hoy mismo, la misión conjunta OMS-China concluyó su visita y entregó su informe.

Como ustedes saben, el equipo ha viajado a diferentes provincias y a la ciudad de Wuhan.

El equipo ha realizado diversas constataciones sobre la transmisibilidad del virus, la gravedad de la enfermedad y el resultado de las medidas adoptadas.

Ha constatado que la epidemia alcanzó su pico y su nivel estable entre el 23 de enero y el 2 de febrero, y que desde entonces ha estado disminuyendo constantemente.

Ha descubierto que no ha habido ningún cambio significativo en el ADN del virus.

Ha comprobado que la tasa de mortalidad es del 2% al 4% en Wuhan, y del 0,7% fuera de Wuhan. 

Ha constatado que el tiempo de recuperación en las personas con síntomas leves es de unas dos semanas y, en las personas graves o en estado crítico, de tres a seis semanas.

El equipo también considera que las medidas adoptadas en China han evitado un gran número de casos. 

En el informe figura una gran cantidad de información adicional, se plantean preguntas para las que todavía no tenemos respuestas y se presentan 22 recomendaciones.

En nombre del equipo, el Dr. Bruce Aylward presentará más información mañana. 

En todo caso, el mensaje fundamental que debería dar a todos los países esperanza, ánimo y confianza es que la propagación del virus puede contenerse.

De hecho, son muchos los países que han conseguido exactamente eso. 

Fuera de China, se cuentan actualmente 2074 casos en 28 países, y 23 víctimas mortales.

Es muy preocupante el repentino aumento en el número de casos en Italia, la República Islámica del Irán y la República de Corea.

Se especula mucho sobre si ese aumento implica que la epidemia se ha convertido en una pandemia.

Entendemos por qué la gente hace esa pregunta.

La OMS ya declaró que la epidemia constituía una emergencia de salud pública de importancia internacional —nuestro máximo nivel de alarma— cuando había menos de 100 casos fuera de China y 8 casos de transmisión de persona a persona.

Para decidir si utilizamos el término «pandemia» para describir una epidemia nos basamos en una evaluación continua de la propagación geográfica del virus, la gravedad de la enfermedad que causa y las consecuencias que acarrea para toda la sociedad. 

Por el momento, no estamos presenciando una propagación mundial incontenible del virus, ni muertes ni una enfermedad grave a gran escala.

¿Tiene el virus potencial pandémico? Por supuesto que sí. ¿Estamos ante una pandemia? Según nuestra evaluación, todavía no.

Entonces, ¿cómo deberíamos describir la situación actual?

Lo que observamos es una epidemia que se produce en diferentes partes del mundo, que afecta a los países de maneras diferentes y que requiere una respuesta adaptada.

Desde luego que el repentino aumento en el número de nuevos casos es muy preocupante. 

A pesar de ello, he hablado en reiteradas ocasiones sobre la necesidad de centrarse en los hechos y no en el miedo. 

Utilizar ahora el término «pandemia» no sería apropiado habida cuenta de los hechos, y seguro que generaría miedo.

No es el momento de centrarse en el término que usamos.

Eso no evitará hoy ni una sola infección, ni salvará una sola vida. 

Es el momento de que todos los países, comunidades, familias y personas se centren en la preparación.

No vivimos en un mundo dual, en un mundo blanco o negro. 

No se trata de una cosa o su contraria. Ahora debemos centrarnos en la contención al tiempo que hacemos todo lo posible para prepararnos ante una posible pandemia. 

La solución única y absoluta no existe. Cada país debe realizar su propia evaluación de riesgos en función de su propio contexto. La OMS también sigue haciendo su propia evaluación de riesgos y vigila la evolución de la epidemia las 24 horas del día.

En todo caso, hay al menos tres prioridades.

En primer lugar, todos los países deben dar prioridad a la protección de los profesionales sanitarios.

En segundo lugar, debemos hacer que las comunidades participen en la protección de las personas que más riesgo corren de caer gravemente enfermas, en particular las personas de edad y las personas con problemas de salud subyacentes. 

Y en tercer lugar, debemos proteger a los países más vulnerables haciendo todo lo posible para contener la epidemia en aquellos países con capacidad para hacerlo. 

En los últimos días me he reunido con los Ministros de Relaciones Exteriores de Alemania, Francia, Indonesia, Cuba y la República de Corea, y quiero darles las gracias por haber aceptado apoyar la respuesta a esta epidemia. 

También deseo agradecer a la Comisión Europea su contribución de 232 millones de euros, la cual demuestra una solidaridad mundial que me da esperanza. Alemania, Francia y Suecia también han anunciado contribuciones adicionales. 

Se trata de una amenaza para todos. La única forma de hacerle frente y de superarla será juntos.

Cuando actuamos juntos (países, organizaciones sanitarias regionales y mundiales, medios de comunicación, sector privado y personas de todo el mundo) nuestra fuerza colectiva es formidable. 

Solos, perdemos. Juntos, ganamos.

Muchas gracias.