Hermana Dra. Ngozi, estimado Sr. Tang,
Excelencias, miembros del sector privado, queridos colegas y amigos,
En primer lugar, me gustaría dar las gracias a mi hermana Ngozi y a sus colegas de la OMC por haber organizado este diálogo tan importante y por su firme liderazgo a la hora de abordar la crisis de las vacunas.
Me dirijo a ustedes desde Tokio, donde esta mañana he tenido el honor de hablar ante el Comité Olímpico Internacional.
Les he dicho que había venido a Tokio para responder a una pregunta que me hacen a menudo: ¿cuándo acabará la pandemia?
Y mi respuesta ha sido sencilla: terminará cuando el mundo decida ponerle fin, porque las soluciones están en nuestras manos.
Tenemos todas las herramientas que necesitamos: medidas sociales y de salud pública de probada eficacia; medios de diagnóstico rápidos y precisos; tratamientos eficaces, entre ellos el oxígeno; y, por supuesto, vacunas poderosas.
Y sin embargo, mientras hablamos, nos encontramos en las primeras etapas de otra ola de infecciones y muertes.
La variante delta está causando estragos en todo el mundo.
Para cuando terminemos nuestro debate de hoy, más de 1500 personas habrán muerto a causa de la COVID-19.
¿Cómo es esto posible, 19 meses después del inicio de la pandemia y 7 meses después de la aprobación de las primeras vacunas?
Sin duda, el desarrollo, aprobación y distribución de vacunas seguras y eficaces contra la COVID-19 menos de un año después de los primeros casos notificados es un logro científico asombroso, y una fuente de esperanza muy necesaria de cara al control de la pandemia.
Me gustaría aprovechar esta oportunidad para dar las gracias a los líderes del sector privado, a los fabricantes que nos acompañan hoy. Enhorabuena por este logro histórico.
Sin embargo, sigue habiendo un desequilibrio escandaloso en la distribución mundial de las vacunas. Eso ha dado como resultado una pandemia que avanza por dos vías distintas: los que tienen vacunas se abren, los que no tienen se encierran.
Se han distribuido más de 3500 millones de vacunas en todo el mundo, pero más del 75% han ido a parar únicamente a diez países.
La inequidad en el acceso a las vacunas no es solo un fracaso moral, también es epidemiológica y económicamente contraproducente. Por supuesto, las vacunas por sí solas no son suficientes para poner fin a la pandemia. También son vitales las pruebas de diagnóstico rápido y los tratamientos que salvan vidas.
El mes pasado tuve el placer de reunirme con mi hermana, la Directora General Ngozi, y con el Director General Tang, para comprometernos a colaborar más estrechamente para hacer frente a la pandemia de COVID-19.
Nos comprometimos a intensificar el fomento de la capacidad y a prestar una sólida asistencia técnica conjunta a los países en aspectos relacionados con la COVID-19 de la salud, la propiedad intelectual y el comercio.
Ngozi y yo también estamos colaborando estrechamente para proponer soluciones inmediatas, innovadoras y sostenibles que garanticen el acceso a las vacunas contra la COVID-19 y a otras tecnologías.
Nuestros objetivos a escala mundial son vacunar al menos al 10% de la población de todos los países para septiembre, al menos al 40% para finales de año y al 70% para mediados del próximo año. Se trata de hitos fundamentales que debemos alcanzar juntos para poner fin a la pandemia.
Para alcanzar esos objetivos, necesitamos 11 000 millones de dosis de vacunas. Es vital que compartamos las dosis con urgencia para cubrir el déficit actual de suministro. Pero compartir las dosis es una solución a corto plazo.
No debemos escatimar ningún esfuerzo para aumentar el suministro de vacunas en los países de ingresos bajos. Tenemos que aumentar drásticamente la cantidad de vacunas que se producen.
Para lograrlo hay que eliminar los obstáculos que impiden aumentar la capacidad de producción, y eso incluye medidas como la transferencia de tecnología, la liberación de las cadenas de suministro y la renuncia a los derechos de propiedad intelectual.
Quiero subrayar que la OMS valora mucho el papel del sector privado en esta pandemia y en todos los ámbitos de la salud. El sistema de propiedad intelectual desempeña un papel fundamental en el fomento de la innovación de nuevas herramientas para salvar vidas.
Pero esta pandemia es una crisis sin precedentes, que exige una respuesta sin precedentes. Con tantas vidas en juego, los beneficios y las patentes deben pasar a un segundo plano.
Por supuesto, no podemos arrebataros sin más vuestras propiedades. Lo que proponemos es que los países de ingresos altos ofrezcan incentivos al sector privado, porque ustedes merecen un reconocimiento y no queremos que tengan problemas financieros como consecuencia de la renuncia a la propiedad intelectual.
La OMS y sus asociados han creado también un grupo de trabajo sobre fabricación en el seno del COVAX, cuyo objetivo es aumentar el suministro a corto plazo pero también crear una plataforma para la fabricación sostenible de vacunas que apoye la seguridad regional en materia de salud.
En el marco de estos esfuerzos, la OMS y sus asociados del COVAX anunciaron este mes la creación del primer centro de transferencia de tecnologías sobre vacunas de ARNm contra la COVID-19, que se establecerá en Sudáfrica.
La OMS también tiene abierta una convocatoria para la presentación de expresiones de interés con el fin de establecer centros de transferencia de tecnología que ayuden a los países a adquirir tecnología y conocimientos técnicos sobre vacunas lo más rápidamente posible.
Hacemos un llamamiento a los financiadores y los fabricantes para que faciliten la concesión voluntaria y transparente de licencias no exclusivas de patentes y la transferencia de conocimientos técnicos y datos a través del Acceso Mancomunado a las Tecnologías contra la COVID-19 (C-TAP).
La OMS ha precalificado numerosas tecnologías de la salud, entre ellas diversas vacunas, de fabricantes de países de ingresos medianos. Estos fabricantes han demostrado que pueden producir de acuerdo con las normas internacionales de calidad, seguridad y eficacia.
A través del C-TAP, seguiremos prestando asistencia técnica a las empresas para fortalecer su capacidad, especialmente en África, Asia y América Latina.
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Amigos,
Hay muchas enfermedades para las que no tenemos vacunas, ni buenos medios de diagnóstico, ni tratamientos eficaces.
No es el caso de la COVID-19. Tenemos todas las herramientas que necesitamos.
Eso significa que acabar con la pandemia no es fundamentalmente un problema de avance científico, músculo financiero o destreza industrial; es una prueba de carácter.
Afrontemos juntos el grave desafío que supone la inequidad en la vacunación. Por favor, ayúdenos a alcanzar el objetivo del 70% de población vacunada en todos los países.
Sé que podemos hacerlo, y espero un fuerte apoyo del sector privado para alcanzar el 70% a mediados del próximo año, un objetivo que podría ayudarnos a acabar con la pandemia.
Sean cuales sean las opciones que utilicemos, lo más importante es lograr un aumento considerable de la capacidad de producción para que haya suficiente pastel que repartir, suficientes vacunas para alcanzar ese 70% a mediados del año que viene y abrir el mundo y devolver la normalidad a las vidas y a los medios de subsistencia.
Deseo que este sea un debate muy productivo para todos.
Muchas gracias de nuevo, y espero que nuestros diálogos sean muy francos.
Gracias.