Ilustre Chris Fearne, Vice Primer Ministro de Malta y Presidente de la 76.ª Asamblea Mundial de la Salud, le felicito por su elección y espero colaborar muy estrechamente con usted.
Excelentísimo señor, Excelencias, Ministros, Jefes de delegación, estimados colegas y amigos:
Como ustedes saben, hace poco menos de tres semanas que declaré el final de la COVID-19 como emergencia de salud pública de importancia internacional. Fue un momento de alivio y reflexión.
Es alentador ver que la vida vuelve a la normalidad: poder abrazar a un amigo, viajar libremente y reunirnos. Hemos sido rehenes de este virus durante algún tiempo, así que, como he dicho, es un alivio. Pero al mismo tiempo, muchos de nosotros seguimos llevando el dolor en el corazón: dolor por los que hemos perdido, dolor por el terrible peaje que la pandemia se ha cobrado en las familias, las comunida- des, las sociedades y las economías, y dolor porque no tenía por qué ser así. En particular, la pandemia se ha cobrado un alto precio en lo que se refiere a la salud mental, en particular entre muchos miembros de nuestro personal, que, como tantos trabajadores de la salud en todo el mundo, han sufrido mucho estrés y desgaste.
La pandemia nos ha enfrentado a desafíos sin precedentes. Y también ha demostrado de lo que es capaz nuestra OMS.
A lo largo de la pandemia, la OMS ha movilizado conocimientos especializados en todo el mundo para proporcionarles a ustedes herramientas técnicas y logísticas que les ayudaran en sus esfuerzos por salvar vidas. A través del Acelerador del Acceso a las Herramientas contra la COVID-19, la OMS y nues- tros aliados distribuimos casi 2000 millones de dosis de la vacuna contra la COVID-19, así como pruebas diagnósticas, tratamientos, oxígeno, equipos de protección personal y otros suministros médicos.
El final de la COVID-19 como emergencia sanitaria mundial no es el final de la COVID-19 como amenaza para la salud mundial. A principios de este mes, la Secretaría publicó la cuarta edición del Plan Estratégico de Preparación y Respuesta frente a la COVID-19, en el que se indican las medidas más importantes que deben adoptar los países en cinco esferas principales.
Sigue existiendo la amenaza de que aparezca otra variante que provoque nuevas oleadas de en- fermedad y muerte. Y sigue existiendo la amenaza de que aparezca otro patógeno con un potencial aún más mortífero. Por otro lado, las pandemias están lejos de ser la única amenaza a que nos enfrentamos. En un mundo caracterizado por crisis superpuestas y convergentes, una arquitectura eficaz de prepara- ción y respuesta frente a emergencias sanitarias debe tener en cuenta todo tipo de emergencias.
La reunión de alto nivel de este año sobre prevención, preparación y respuesta frente a pandemias es una valiosa oportunidad para que los líderes tracen un camino claro hacia ese futuro. No podemos dar largas al asunto. Si no hacemos nosotros los cambios necesarios, ¿quién los hará? Y si no los hace- mos ahora, ¿cuándo? Cuando la próxima pandemia llame a la puerta, y ese momento llegará, debemos estar preparados para responder de forma decisiva, colectiva y equitativa.
La pandemia de COVID-19 ha tenido importantes repercusiones para las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible relacionadas con la salud, así como para las metas de los tres mil millones. Desde 2018 se ha mejorado la salud y el bienestar de más de mil millones de personas, pero no se han hecho progresos suficientes para alcanzar las metas conexas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de aquí a 2030.
En lo que se refiere a la cobertura sanitaria universal, hemos progresado y subsanado algunas deficiencias; desde 2018, hay 477 millones más de personas que disfrutan de los beneficios de la cober- tura sanitaria universal. Sin embargo, si se mantienen las tendencias actuales, menos de la mitad de la población mundial estará cubierta en 2030, cuando finalice la era de los Objetivos de Desarrollo Soste- nible, lo que significa que como mínimo debemos redoblar el ritmo.
Y en lo que se refiere a las emergencias, la pandemia de COVID-19 ha demostrado que no se trata de mejorar la protección de 1000 millones de personas más, sino la de 8000 millones. La pandemia nos ha desviado de nuestro rumbo, pero nos ha demostrado por qué los Objetivos de Desarrollo Sostenible deben seguir siendo la principal guía de nuestros esfuerzos, y por qué debemos perseguirlos con la misma urgencia y determinación con que nos enfrentamos a la pandemia.
A pesar de los muchos contratiempos que hemos sufrido, también tenemos muchos logros de los que sentirnos orgullosos. La semana pasada, la Secretaría publicó en el sitio web de la OMS su Informe de 2022 sobre los resultados, en el que se ofrece una relación exhaustiva, detallada e interactiva de nuestra labor, con historias de países de todo el mundo. Les recomiendo que lo consulten. Es imposible hacer justicia a la enorme variedad de logros alcanzados en 2022, pero en el Informe se destacan algunos de especial importancia que simbolizan nuestra labor en toda su diversidad.
Me gustaría resaltar algunos de estos logros, en relación con cada una de las «cinco P» (por sus iniciales en inglés) que propuse en la Asamblea de la Salud del año pasado: promover, proporcionar, proteger, empoderar y actuar en pro de la salud. La primera serie de logros se refiere a la primera «P», la promoción de la salud, que consiste en prevenir las enfermedades y abordar sus causas profundas. Uno de los principales instrumentos de que disponen los países en la lucha contra las enfermedades no transmisibles son los impuestos a productos nocivos para la salud.
Entre 2017 y 2022, 133 Estados Miembros aumentaron los impuestos a productos nocivos para la salud, como el tabaco y las bebidas azucaradas, o introdujeron uno nuevo. Gracias a la labor de pro- moción y al apoyo técnico de la OMS, Timor-Leste por ejemplo aumentó el año pasado su impuesto sobre el tabaco de US$ 19 a US$ 50 el kilogramo, y este año lo ha vuelto a aumentar hasta US$ 100 el kilogramo, uno de los mayores aumentos del impuesto sobre el tabaco en todo el mundo.
En otros países, como Mauricio y Finlandia, se introdujo el empaquetado neutro; Omán lo hará este año, y Túnez amplió las advertencias de salud al 70% de la parte delantera y trasera de los paquetes de tabaco. Sierra Leona introdujo algunas de las medidas de control del tabaco más estrictas del mundo, Ucrania amplió su legislación antitabaco para prohibir el uso de cigarrillos electrónicos y productos de tabaco calentado en lugares públicos, y Kazajstán introdujo una nueva política fiscal sobre los productos de tabaco calentado. Doy mi enhorabuena a todos estos países.
También observamos progresos alentadores en la eliminación de las grasas trans de producción industrial. Desde que en 2018 pusimos en marcha la iniciativa REPLACE, se ha multiplicado por seis el número de personas protegidas por las políticas recomendadas por la OMS sobre el uso de grasas trans de producción industrial, pasando de 550 millones de personas a más de 3700 millones. Tan solo en los últimos seis meses, Bangladesh, los Emiratos Árabes Unidos y Nigeria han implantado políticas sobre las grasas trans, y la Argentina, Egipto, Filipinas, México, el Paraguay y Ucrania se están prepa- rando para introducir sus propias políticas en los próximos dos años.
Muchos países han hecho también progresos impresionantes en la reducción de la ingesta de sal, uno de los principales factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares. Por ejemplo, en los últimos 10 años, Sri Lanka ha reducido casi un 20% la ingesta media de sal per cápita, con el apoyo de la oficina de la OMS en el país.
Por lo que respecta al cambio climático, en el 27.º periodo de sesiones de la Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, celebrado el año pasado, pusimos en marcha la Alianza para la Acción Transformadora sobre el Clima y la Salud, que brinda su apoyo a 65 países para que desarrollen sistemas de salud inocuos y resilientes en relación con el clima. Gracias al apoyo de la OMS, por ejemplo, Guinea ha empezado a evaluar las emisiones del sector de la salud y está elaborando un plan para reducirlas.
Además de todo este trabajo, seguimos apoyando a los países para que promuevan la salud de sus poblaciones mediante el aumento de la actividad física, la mejora de la seguridad vial, el fomento de un envejecimiento saludable y muchas otras actuaciones.
Pasemos ahora a la segunda serie de logros, los que tienen que ver con la segunda «P», la provi- sión de salud, que se persigue mediante la reorientación de los sistemas de salud hacia la atención pri- maria como fundamento de la cobertura sanitaria universal.
La reunión de alto nivel sobre la cobertura sanitaria universal de la Asamblea General de las Naciones Unidas que se celebró en 2019 supuso un compromiso histórico de los líderes mundiales para hacer realidad la visión de la salud para todos. Poco sabíamos entonces que la COVID-19 estaba a la vuelta de la esquina. Por lo tanto, la segunda reunión de alto nivel sobre la cobertura sanitaria universal que se celebrará este año en la Asamblea General de las Naciones Unidas es una oportunidad vital para volver a centrar la atención política y las inversiones financieras en acelerar los avances en este ámbito.
Es especialmente importante contar con una sólida atención primaria de salud para prestar servicios de salud maternoinfantil que salvan vidas, como la vacunación sistemática. Entre 2019 y 2021, se estima que 67 millones de niños se quedaron sin recibir al menos una vacuna esencial, y 48 millones no recibieron ninguna. En respuesta a esta situación, la OMS y sus aliados han puesto en marcha «La gran puesta al día», una iniciativa mundial para aumentar los niveles de vacunación en los niños al menos hasta los niveles previos a la pandemia para finales de este año, y para proteger a los que quedaron sin vacunar.
A pesar de los reveses que trajo consigo la pandemia, muchos países han seguido avanzando en el ámbito de la salud maternoinfantil. Indonesia, Maldivas, la República Popular Democrática de Corea, Sri Lanka y Tailandia han alcanzado las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en materia de reducción de la mortalidad neonatal y la mortalidad de menores de 5 años, y los mismos cinco países, más Bhután, han alcanzado también la meta fijada para 2030 sobre la mortinatalidad.
También nos enorgullece constatar los impresionantes progresos realizados por los países en la promoción, protección y apoyo de la lactancia materna. En 2022, el 48% de los menores de 6 meses recibieron lactancia materna exclusiva, lo que nos acerca al objetivo del 50% fijado por la Asamblea de la Salud.
Asimismo, continuamos apoyando la investigación para mejorar la atención de las mujeres em- barazadas. El año pasado, la OMS examinó las pruebas científicas de ensayos realizados en 20 países y, por primera vez, constatamos que el contacto directo piel con piel, inmediatamente después del naci- miento, también conocido como método madre canguro, puede salvar a casi la tercera parte de los lac- tantes prematuros. Por otro lado, un estudio dirigido por la OMS demostró que la aplicación de un con- junto de intervenciones al mismo tiempo, en lugar de hacerlo consecutivamente, podía reducir en un 60% la hemorragia puerperal grave y disminuir la probabilidad de muerte.
El nuevo compendio de la OMS Promoting the health of refugees and migrants: experiences from around the world presenta decenas de ejemplos de 44 Estados Miembros que demuestran progresos reales en la atención de las necesidades de salud no cubiertas de los refugiados. A largo plazo, es prio- ritario integrar la atención de los refugiados y los migrantes en planes nacionales más amplios, con el apoyo de alianzas tanto nacionales como internacionales.
Una de las inversiones más importantes que se deben hacer en relación con la atención primaria de salud y la cobertura sanitaria universal tiene que ver con el personal. Hace cinco años, la OMS preveía un déficit de 18 millones de trabajadores de la salud en todo el mundo para el año 2030. Esa proyección se ha reducido ahora a 10 millones, pero la escasez se concentra cada vez más en las Regiones de África y del Mediterráneo Oriental.
Si queremos acercarnos a la meta de cobertura sanitaria universal fijada para 2030 en los Objeti- vos de Desarrollo Sostenible, debemos reducir este déficit y ayudar a todos los países a incorporar el personal de salud que necesitan. Esta no es una tarea que pueda afrontar cada país por su cuenta; es algo que los países deben hacer juntos. Hacemos un llamamiento a todos los países para que respeten el Código de Prácticas sobre Contratación Internacional de Personal de Salud y, en particular, para que protejan a los 55 países incluidos en la Lista para el Apoyo y la Salvaguardia, recientemente actualizada, frente a la contratación internacional, que está mermando la capacidad de esos países.
También estamos trabajando denodadamente para ayudar a los países a impartir formación per- manente con el fin de mejorar de forma continua las competencias de los trabajadores de la salud y la calidad de la atención. El mes pasado pusimos en marcha la campaña mundial «25x25x25», cuyo obje- tivo es facilitar el acceso a la capacitación en atención de emergencia al 25% del personal de enfermería y partería de 25 países, para finales de 2025.
Y gracias al firme apoyo de Francia, seguimos superando etapas clave en el establecimiento de la Academia de la OMS: está previsto que el nuevo edificio esté terminado dentro de siete meses, y que a finales de año se publiquen los primeros programas de aprendizaje. La Academia supondrá una impor- tante contribución a la creación de capacidad en los países.
Otro de los elementos más importantes de la cobertura sanitaria universal es el acceso a productos médicos esenciales, y en 2022 se adoptaron e implantaron varias importantes herramientas nuevas. En el caso de la tuberculosis, publicamos unas nuevas directrices de la OMS que recomiendan los primeros tratamientos para la tuberculosis multirresistente administrados exclusivamente por vía oral, lo que re- duce el tiempo de tratamiento de 18 a seis meses. Hasta la fecha, 109 países han comenzado a utilizar estos nuevos tratamientos, basados en las directrices de la OMS.
Con todo, y conscientes de que solo podremos acabar con la tuberculosis si disponemos de unas vacunas eficaces, a principios de este año también establecimos un Consejo para la Aceleración de las Vacunas contra la Tuberculosis a nivel ministerial, a fin de que las nuevas vacunas lleguen al mercado lo antes posible. Querer es poder. Fuimos capaces con la COVID-19; seremos capaces con la tuberculosis.
Conforme se acerca la reunión de alto nivel sobre la tuberculosis que tendrá lugar este año en el marco de la Asamblea General de las Naciones Unidas, pedimos a los líderes que se comprometan con metas concretas durante los próximos cinco años en las esferas del diagnóstico, el tratamiento, el desa- rrollo de vacunas, la protección social, la financiación y la investigación y la innovación.
El año pasado también publicamos unas nuevas directrices sobre el uso de inyecciones de acción prolongada para prevenir el VIH, una solución que podría cambiar radicalmente la situación para las personas en mayor situación de riesgo. Hasta la fecha, y basándose en esas directrices de la OMS, seis países han aprobado el uso de inyecciones de acción prolongada (Australia, Botswana, Estados Unidos, Malawi, Sudáfrica y Zimbabwe) y se está tramitando la aprobación en 12 países más, así como a nivel de la Unión Europea.
Y siguiendo la recomendación formulada por la OMS en 2021 de generalizar el uso de la vacuna antipalúdica RTS,S, más de 1,5 millones de niños ya la han recibido en Ghana, Kenya y Malawi. Entre los vacunados, se observa una reducción del 30% en los casos graves de paludismo y un descenso del 10% en el número de muertes infantiles. Estimamos que, por cada 200 niños vacunados, se evita una muerte. En pocas palabras, esta vacuna está cambiando el curso del paludismo y, como malariólogo, esto me llena de satisfacción. Al menos 28 países más de África prevén introducirla a partir de este año. La OMS está revisando una segunda vacuna; de recomendarse su uso, podría ayudar a cerrar la brecha entre la demanda y la oferta, y reducir los costos, de modo que sería más accesible que la ya existente.
Como dije ayer, las vacunas son una de las innovaciones más trascendentales de la historia. Han permitido terminar con la viruela, erradicar prácticamente la poliomielitis y controlar muchas otras en- fermedades. Y, gracias a ellas, el sueño de eliminar el cáncer de cuello uterino está cada vez más cerca. Desde el Llamamiento a la acción para eliminar el cáncer de cuello uterino que la OMS realizó en 2018, cerca de 50 países más han incorporado la vacuna contra el virus del papiloma humano a sus programas nacionales de vacunación, incluidos 41 países de ingreso mediano bajo. Seguimos instando a todos los países a que amplíen sus servicios para llegar a la meta «90-70-90» para 2030.
Además de trabajar para ampliar el acceso a medicamentos y vacunas esenciales en todo el mundo, prosigue nuestra labor para proteger medicamentos de gran valor de la amenaza que supone la resistencia a los antimicrobianos. Por primera vez, los ministros de Salud y de Agricultura de todo el mundo se reunieron en Omán el año pasado a fin de convenir una meta para reducir el uso de antimi- crobianos en el sistema agroalimentario en un 30% para 2030.
La reunión de alto nivel del próximo año sobre la resistencia a los antimicrobianos será clave para movilizar el compromiso político y financiero que permita alcanzar esas y otras metas. Quisiera apro- vechar esta oportunidad para dar las gracias a la Primera Ministra de Barbados por su liderazgo del grupo de liderazgo mundial sobre la resistencia a los antimicrobianos, así como al Vice Primer Ministro de Malta, Sr. Chris Fearne.
Por último, como señalé anteriormente, la pandemia ha puesto de relieve la enorme carga que supone la salud mental. En el marco de la Iniciativa Especial de la OMS sobre Salud Mental, se ha prestado apoyo a nueve países para que mejoren el acceso a servicios de salud mental para más de 5,2 millones de personas que previamente no tenían acceso a ellos.
El tercer conjunto de logros en los que quiero insistir se refiere a la tercera «P», proteger la salud fortaleciendo la arquitectura mundial de preparación y respuesta frente a emergencias sanitarias. Ade- más de la COVID-19 y la viruela símica, el año pasado la OMS respondió a 70 emergencias sanitarias clasificadas, desde inundaciones en el Pakistán hasta la enfermedad por el virus del Ébola en Uganda, la guerra en Ucrania, brotes de cólera en más de 30 países y emergencias complejas en la región del Cuerno de África, Etiopía septentrional y el Sahel.
Un elemento clave para facilitar nuestra respuesta fue el Fondo para Contingencias relacionadas con Emergencias, que se estableció tras el brote de enfermedad por el virus del Ébola en África Occi- dental en 2014 y 2015. El año pasado, el Fondo para Contingencias liberó casi US$ 90 millones en tan solo 24 horas para apoyar la respuesta rápida a las emergencias.
Este año ya hemos asignado más de US$ 37 millones a la financiación de nuestra respuesta a los terremotos en la República Árabe Siria y Türkiye, el conflicto en el Sudán y más. Nuestro centro logís- tico global en Dubái, Emiratos Árabes Unidos, tramitó casi 600 envíos a 90 países, y me gustaría apro- vechar esta oportunidad para dar las gracias a los Emiratos Árabes Unidos por su apoyo, comenzando por Su Alteza el Presidente. El año pasado también realizamos el primer llamamiento de emergencia sanitaria mundial de la OMS consolidado, y en enero llevamos a cabo el correspondiente a este año, por un monto de US$ 2500 millones.
Además de seguir respondiendo a emergencias en todo el mundo, continuamos trabajando con los Estados Miembros y los asociados para fortalecer la arquitectura mundial de preparación y respuesta frente a emergencias sanitarias. Uno de los logros principales del año pasado en este sentido fue el estableci- miento en noviembre del Fondo contra Pandemias en el Banco Mundial, cuyo liderazgo técnico recae en la OMS. El Fondo tiene un presupuesto inicial de US$ 1600 millones, y ya ha aprobado US$ 300 millones para la primera ronda de financiación, a fin de promover una financiación catalizadora y que permita cubrir las necesidades en materia de preparación y respuesta frente a las pandemias en todo el mundo.
El Fondo contra Pandemias no es sino una de las muchas iniciativas que han emprendido la OMS y los Estados Miembros para hacer de nuestro mundo un lugar más seguro frente a las emergencias sanitarias, como el Examen Universal de la Salud y la Preparación, que tiene por objetivo mejorar la rendición de cuentas; el Centro de Información de la OMS sobre Pandemias y Epidemias y la reciente- mente creada Red Internacional de Vigilancia de Patógenos, orientados a reforzar la vigilancia; el Cuerpo de Respuesta a Emergencias Sanitarias Mundiales, que presentamos anoche junto a mi buen amigo, el Ministro Lauterbach, y Chris Elias, de la Fundación Gates, para reforzar al personal de res- puesta de emergencia; el sistema BioHub de la OMS, cuyo objetivo es mejorar el intercambio de mues- tras biológicas; la Junta de Vigilancia Mundial de la Preparación, para mejorar la vigilancia; las enmien- das al Reglamento Sanitario Internacional (2005), en pro de una mejor gobernanza, y el acuerdo sobre pandemias, en aras de una mayor cooperación internacional y que constituye un compromiso genera- cional de que no volveremos al viejo ciclo de pánico y desatención que dejó al mundo en una posición vulnerable, sino que avanzaremos, movidos por un compromiso compartido, para, por medio de una respuesta conjunta, hacer frente a las amenazas comunes.
Por eso decimos que la pandemia es un compromiso generacional: un compromiso que nazca de esta generación es importante porque esta generación experimentó hasta qué punto un pequeño virus puede ser espantoso.
El fin de la COVID-19 y la viruela símica como emergencias de salud pública de importancia internacional deja a la poliomielitis como única emergencia sanitaria mundial oficial. Después de que en 2021 se registrara un mínimo histórico, con cinco casos de poliomielitis debidos al poliovirus salvaje, el año pasado aumentaron los casos: 20 en el Pakistán, dos en el Afganistán y ocho en Mozambique. En lo que va de año, se han notificado tres casos de poliomielitis debidos al poliovirus salvaje: uno en el Pakistán y dos en el Afganistán la semana pasada.
Persiste el compromiso inquebrantable de la OMS y de nuestros asociados para terminar la labor de hacer que la poliomielitis pase a la historia. El año pasado, tres millones de niños en el Afganistán a los que hasta entonces nos había sido imposible llegar recibieron, por primera vez, la vacuna contra la poliomielitis. Y en octubre, los donantes prometieron US$ 2600 millones para apoyar la intensificación de las medidas en pro de la erradicación.
Al mismo tiempo, como parte de la transición en lo que atañe a los recursos relativos a la poliomie- litis, más de 50 países han integrado activos antipoliomielíticos para apoyar la vacunación, la detección de la enfermedad y la respuesta a emergencias. Debemos asegurarnos de que las importantes inversiones en materia de erradicación de la poliomielitis sirvan, una vez hayamos terminado con la poliomielitis, para construir sistemas de salud que puedan prestar los servicios que estas comunidades tanto necesitan. Des- pués de todo, de nada habrá servido proteger a los niños de la poliomielitis si mueren de sarampión.
La cuarta serie de logros están relacionados con la cuarta «P», a saber, empoderar en beneficio de la salud, para lo cual debemos aprovechar el poder de la ciencia, la investigación, la innovación, los datos y las asociaciones de modo que podamos generar un impacto.
El Centro de transferencia de tecnología para las vacunas de ARNm de Sudáfrica es un ejemplo perfecto de nuestro compromiso para fortalecer la producción local y mejorar la preparación y respuesta frente a las pandemias a nivel mundial. Lo visité en 2021, poco después de su creación, y tuve la opor- tunidad de regresar para su inauguración oficial hace solo un mes. Los avances son notables. El Centro ha comenzado a transferir tecnología a los fabricantes de 15 países, con el apoyo del centro de capaci- tación en biomanufactura de la República de Corea, que ha capacitado a 300 funcionarios de países de ingreso bajo y mediano. Creemos que el programa de transferencia de tecnología de ARNm encierra un gran potencial, no solo para las vacunas contra la COVID-19, sino también para luchar contra otras enfermedades como el VIH, la tuberculosis, el paludismo y muchas más.
Las vacunas son herramientas poderosas, al igual que los datos. Un elemento central de nuestros esfuerzos por hacer un seguimiento de los avances para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible relacionados con la salud es nuestro trabajo para fortalecer los sistemas de información sanitaria en los países, a fin de generar y analizar datos fiables que permitan orientar las mejores políticas y programas en materia de salud.
Uno de los productos de datos clave del año pasado fue nuestra estimación del exceso de morta- lidad por la COVID-19. Sobre la base de consultas con los Estados Miembros, y en colaboración con distintos asociados de las Naciones Unidas y científicos de todo el mundo, estimamos el exceso de mortalidad en 2020 y 2021 en 14,9 millones de muertes. El año pasado finalizamos la versión beta del Centro Mundial de Datos de Salud, que, por primera vez en nuestra historia, ofrece una fuente única de datos para publicar información sanitaria. Y durante esta Asamblea presentaremos DataDot, el portal público del Centro Mundial de Datos de Salud.
La última serie de logros está relacionada con la quinta «P», actuar en pro de la salud, mediante la creación de una OMS más fuerte y que esté financiada de manera sostenible. La decisión que ustedes adoptaron el año pasado de transformar el modelo de financiación de la OMS supuso un hito en el camino para fortalecer y empoderar a la Organización a fin de que pueda cumplir su función como principal autoridad rectora de la salud mundial.
Muchas gracias por esa decisión verdaderamente histórica, que dará grandes réditos a la hora de salvar vidas. A cambio, pidieron a la Secretaría que llevara a cabo reformas en los procesos presupuestarios, programáticos, financieros y de gobernanza, así como en materia de rendición de cuen- tas. En colaboración con ustedes, desarrollamos el plan de aplicación de la Secretaría, que incluye 96 medidas y que el Consejo Ejecutivo aprobó en enero. Hasta la fecha, hemos implementado 42 de ellas y las otras 54 están en curso, y les aseguro que seré más agresivo a la hora de aplicar las restantes.
También seguimos adelante con nuestros esfuerzos para transformar la manera como esta orga- nización previene y responde a la conducta sexual indebida, y para lograr la igualdad de género. Por primera vez en la historia de la OMS, hemos logrado la paridad de género de manera general entre el personal, en todos los tipos de nombramientos y categorías de puestos.
A finales del año pasado, celebramos una reunión mundial de dirección en la que participaron todos nuestros representantes en los países, los directores regionales y el personal directivo de la Sede. El resultado principal de dicho encuentro fue el establecimiento de un Grupo «Acción para Resultados», dirigido por representantes en los países, que ha elaborado un ambicioso plan de 100 días y 100 medidas, en siete esferas críticas, como la presencia básica en los países, la delegación de autoridad y una dotación suficiente en términos de recursos financieros y humanos, en particular a través de la movilidad.
Para apoyar estos esfuerzos, he destinado US$ 100 millones de nuestro presupuesto a las oficinas en los países. Pero si queremos mantener este compromiso, los Estados Miembros deben aprobar, en esta Asamblea de la Salud, el aumento del 20% en las contribuciones señaladas.
Desde la Secretaría estamos haciendo los cambios que solicitaron. Ahora, les pedimos que cum- plan su compromiso de aumentar las contribuciones señaladas, a fin de que podamos realizar una pro- gramación previsible a largo plazo en los países que dé los resultados que todos deseamos.
Muchos de mis colegas se sentirán decepcionados porque no he mencionado su esfera de trabajo. Estos logros que he reseñado, si bien extensos, son solo la punta del iceberg de todo lo que hemos conseguido en todo el mundo en el último año, o de todo lo que estamos haciendo.
Algunos de estos logros llegan a ser noticia, pero la mayoría, no. Algunos de estos logros llaman la atención de los donantes, pero otros, no. Pero esta, su OMS, de muchas maneras y en muchos lugares, trabaja para promover, proporcionar, proteger, empoderar y actuar en pro la salud; las «cinco P», por sus iniciales en inglés.
Les dejo tres peticiones: En primer lugar, insto a todos los Estados Miembros a que trabajen con la Secretaría para determinar formas concretas de acelerar el ritmo de los avances en lo que respecta a las metas de los tres mil millones y los Objetivos de Desarrollo Sostenible relacionados con la salud.
En segundo lugar, insto a todos los Estados Miembros a que participen de manera constructiva y urgente en las negociaciones sobre el acuerdo sobre pandemias y sobre el Reglamento Sanitario Inter- nacional, para que el mundo nunca más tenga que hacer frente a la devastación que causó una pandemia como la de la COVID-19.
Y en tercer lugar, les pido que apoyen el aumento de las contribuciones señaladas, así como los planes para una ronda de inversiones en 2024.
Al celebrar el 75.º aniversario de la OMS, comprometámonos a hacer aún más juntos para pro- mover la salud, preservar la seguridad mundial y servir a las poblaciones vulnerables.
Muchas gracias.