OMS/Tom Pietrasik
© Imagen

Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS)

    Sinopsis

    El síndrome respiratorio agudo severo (SRAS) es una enfermedad respiratoria vírica causada por un coronavirus-SRAS. Si bien los primeros casos de SRAS se detectaron en noviembre de 2002, durante un brote que surgió en China y que posteriormente se propagó a 28 países más, la identificación del patógeno causante de la enfermedad como un coronavirus no se produjo hasta finales de febrero de 2003. La OMS coordinó la investigación internacional con la asistencia de la Red Mundial de Alerta y Respuesta ante Brotes Epidémicos (GOARN) y mantuvo una estrecha colaboración con las autoridades de salud de los países afectados a fin de prestarles apoyo epidemiológico, clínico y logístico y controlar el brote.

    El SARS-CoV-1 (el número 1 se añadió posteriormente para distinguirlo del SARS-CoV-2, cuya aparición es más reciente) es un virus respiratorio que puede propagarse por el aire a través de pequeñas partículas respiratorias infecciosas. Fue la primera nueva enfermedad grave y fácilmente transmisible del siglo XXI, y se propagó a lo largo de las rutas respiratorias y causó una epidemia como consecuencia de los viajes internacionales en avión.

    El SRAS también puede transmitirse indirectamente si una persona infectada por el virus entra en contacto con una superficie y la contamina.

    La mayoría de los pacientes que contrajeron el SRAS eran adultos de entre 25 y 70 años previamente sanos. Se han notificado algunos casos sospechosos de SRAS en niños menores de 15 años. La tasa de letalidad entre las personas enfermas que encajan con la definición actual de la OMS de caso confirmado de SRAS ronda el 9,6 %.

    Tras la aparición de la COVID-19, se publicó una guía basada en la evidencia que puede consultarse aquí. Estas directrices también se aplicarán en gran medida al SRAS.

    Síntomas

    El periodo de incubación del SRAS suele ser de entre 2 y 7 días, si bien en algunos casos puede llegar hasta los 10 días.

    El primer síntoma de la enfermedad es, por lo general, la aparición de fiebre (>38°C), a menudo alta, asociada en ocasiones a escalofríos. También puede haber otros síntomas, como dolor de cabeza, malestar general y dolor muscular. Al inicio de la enfermedad, algunos casos presentan síntomas respiratorios leves. Por lo general, no hay erupción cutánea ni manifestaciones neurológicas o gastrointestinales, pese a que algunos pacientes han sufrido diarrea durante la etapa febril temprana.

    Al cabo de 3-7 días, empiezan los síntomas en las vías respiratorias inferiores, con la aparición de tos seca no productiva o disnea (dificultad respiratoria), que puede acompañarse de hipoxemia (un nivel bajo de oxígeno en sangre) o provocarla. En el 10-20 % de los casos, la enfermedad respiratoria es lo suficientemente grave como para requerir intubación y ventilación mecánica. Las radiografías de tórax pueden ser normales durante todo el curso de la enfermedad, aunque no en todos los pacientes. La cifra de leucocitos suele disminuir al principio de la enfermedad, y muchas personas presentan una cifra baja de plaquetas en el pico de la enfermedad. 

    Tratamiento

    Si bien no había tratamiento ni cura disponible en el momento de la aparición del SRAS, la aparición de una enfermedad estrechamente relacionada, la COVID-19, propició el rápido desarrollo de distintos antivíricos y vacunas. Antivíricos como la polimerasa y los inhibidores de la proteasa contra el SARS-CoV-2 pueden ser eficaces contra el SARS-CoV-1. Las vacunas contra la COVID-19 pueden proporcionar cierto nivel de protección cruzada contra el SRAS; sin embargo, sigue sin haberse estudiado hasta dónde llega esta protección cruzada.

    El control de los brotes depende de medidas de contención que incluyen:

    • la detección rápida de casos gracias a unas buenas redes de vigilancia, incluidos sistemas de alerta temprana;
    • el aislamiento de casos sospechosos o probables;
    • el rastreo, a fin de identificar tanto la fuente de la infección como los contactos de las personas enfermas y que, en consecuencia, corren el riesgo de contraer el virus;
    • una cuarentena de diez días para los contactos sospechosos;
    • los exámenes previos a la partida, por medio de cuestionarios y de la toma de temperatura, para los pasajeros que salen de zonas en las que recientemente ha habido transmisión local, y
    • la desinfección de aeronaves y de buques en los que ha habido casos de SRAS a bordo, de acuerdo con las directrices de la OMS.

    Entre las medidas preventivas personales para prevenir la propagación del virus cabe destacar el lavado frecuente de las manos con jabón o desinfectantes a base de alcohol. En el caso de las personas en situación de riesgo elevado de contraer la enfermedad, como los trabajadores de la salud, es obligatorio el uso de equipo de protección personal, incluidas mascarillas, gafas y delantales. Siempre que sea posible, los contactos directos también deberían usar mascarilla.

    Si desea más información, puede consultar el sobre el SARS-CoV-2 aquí.