Varicela
4 de febrero de 2025 | Preguntas y respuestas
La varicela, también llamada ‘peste cristal’ o ‘viruela loca’, es una enfermedad sumamente contagiosa causada por el virus de la varicela-zóster (VVZ). Se trata de un virus de la familia de los herpesvirus cuyo único hospedador natural conocido es el ser humano. El VVZ tiene una distribución universal. La infección inicial por el VVZ da lugar a la varicela. Cuando una persona ha pasado la varicela, el virus permanece inactivo en las células nerviosas. Puede reactivarse posteriormente y provocar una dolorosa afección conocida como herpes zóster. El virus se propaga cuando una persona con varicela tose o estornuda, lo que libera gotículas infectadas en el aire, y también por contacto directo con el líquido de las vesículas varicelosas. Si una persona es susceptible a la infección (es decir, no ha pasado la varicela ni está vacunada), es probable que contraiga la enfermedad si se expone al virus. La varicela tiende a ser más frecuente en invierno y primavera o durante los meses fríos y secos, con brotes cada 2 a 5 años. Aunque suele ser leve en la población infantil, los adultos pueden presentar cuadros más graves.
El signo más apreciable de la varicela es una erupción cutánea pruriginosa que evoluciona hacia pequeñas vesículas llenas de líquido. La erupción suele comenzar en el cuero cabelludo y el rostro antes de extenderse al tronco y las extremidades. Puede ir precedida de unos días de fiebre, malestar general y pérdida de apetito. La erupción progresa a lo largo de unos cinco a siete días, pasando de manchas planas (máculas) a protuberancias elevadas (pápulas), a continuación a ampollas pruriginosas (vesículas) y finalmente a costras. Las personas que no están vacunadas suelen tener unas 300 lesiones. Las vesículas finalmente se secan y se forman costras que desaparecen al cabo de una o dos semanas. El tiempo que transcurre desde la exposición al virus hasta la aparición de la erupción (el periodo de incubación) suele ser de 14 a 16 días, con un rango de 10 a 21 días. El virus es contagioso desde uno o dos días antes de aparecer la erupción hasta que se ha formado costra en todas las lesiones.
La varicela es muy contagiosa y puede propagarse de varias formas. Se propaga por el aire cuando una persona infectada tose o estornuda, lo que libera gotículas que contienen el virus. También puede propagarse por contacto directo con el líquido vesicular o las secreciones respiratorias. Una persona es contagiosa desde uno o dos días antes de aparecer la erupción hasta que se ha formado costra en todas las vesículas. Esta facilidad de transmisión explica que la varicela pueda propagarse rápidamente en lugares como escuelas y guarderías. La tasa de transmisión secundaria de la varicela es alta, ya que entre el 61 % y el 100 % de las personas susceptibles a la infección contraen la enfermedad tras la exposición al virus.
La erupción de la varicela suele aparecer entre 10 y 21 días después de la exposición al virus. Tarda entre 5 y 7 días en evolucionar por completo desde las manchas planas hasta las vesículas y finalmente las costras. Por lo general, las costras caen en una o dos semanas. Por tanto, la evolución completa de la varicela, desde el primer signo de la erupción hasta la desaparición de las costras, puede durar aproximadamente de 2 a 4 semanas. Es importante destacar que una persona es contagiosa hasta que en todas las lesiones se hayan formado costras. Una vez formadas las costras, el riesgo de transmisión del virus se reduce considerablemente.
Por lo general, una persona solo contraerá varicela una vez en su vida. Después de recuperarse, su organismo genera inmunidad al virus. El virus permanece inactivo en las células nerviosas, pero puede reactivarse en etapas posteriores de la vida y provocar herpes zóster. Aunque es raro, algunas personas vacunadas pueden tener una forma leve de varicela, denominada «varicela posvacunal». Suele ser menos grave que la enfermedad en las personas no vacunadas.
Ambas enfermedades se deben al mismo virus: el virus de la varicela-zóster (VVZ). Cuando una persona se infecta por primera vez con el VVZ, contrae la varicela. Una vez resuelta la varicela, el virus permanece inactivo en las células nerviosas. El herpes zóster sobreviene cuando el virus inactivo se reactiva, con frecuencia en etapas posteriores de la vida. El herpes zóster se manifiesta como una erupción cutánea dolorosa, generalmente en una zona concreta del cuerpo. A diferencia de la varicela, el herpes zóster no puede transmitirse de persona a persona, pero puede transmitirse a personas susceptibles a la infección, que posteriormente pasarán la varicela. El herpes zóster a veces puede provocar neuralgia de larga duración.
El personal médico por lo general diagnostica la varicela a partir de la erupción cutánea y los síntomas característicos. La erupción suele comenzar en el rostro y el tronco antes de extenderse y se caracteriza por la aparición de lesiones durante varios días en forma de máculas, pápulas, vesículas y costras. En la mayoría de los casos, no es necesario realizar pruebas analíticas. Sin embargo, en algunas situaciones, por ejemplo cuando alguien ha sido vacunado o tiene un sistema inmunitario debilitado, se pueden realizar pruebas analíticas para confirmar el diagnóstico. Entre las pruebas que pueden realizarse se incluyen la reacción en cadena de la polimerasa (PCR) para detectar el ADN del virus, la detección directa de antígenos o las pruebas serológicas. La PCR se considera el método de confirmación más fiable.
En la mayoría de las personas sanas, la varicela suele ser leve y no requiere tratamiento médico específico. Generalmente la atención se centra en aliviar los síntomas, por ejemplo con loción de calamina o baños de avena para calmar el prurito y paracetamol para reducir la fiebre. No debe administrarse aspirina, especialmente a los niños, porque puede causar el síndrome de Reye, una afección rara pero grave. Los medicamentos antivíricos, como el aciclovir, no suelen ser necesarios en personas sanas, pero pueden recomendarse para personas con mayor riesgo de complicaciones, como las personas inmunodeprimidas o las que presentan un cuadro grave.
La varicela es una enfermedad prevenible. Además, pueden adoptarse varias medidas para reducir la propagación de la enfermedad. Por ejemplo, evitar el contacto con personas infectadas, evitar compartir artículos personales como toallas y utensilios, y mantener una buena higiene. Las personas con varicela deben evitar salir de casa hasta que todas las lesiones hayan formado costras y se hayan secado. Las personas con varicela modificada (con infección posvacunal) deben aislarse hasta 24 horas después de aparecer la última lesión.
La OMS recomienda que, en los países donde el herpes zóster es un importante problema de salud pública, se considere la administración de la vacuna recombinante contra el herpes zóster en un esquema de 2 dosis con un intervalo mínimo de 2 meses entre dosis para la prevención del herpes zóster en adultos mayores y personas con afecciones crónicas. La OMS aconsejó a los países que realizaran análisis de costoeficacia para orientar la toma de decisiones.