Desechos eléctricos y electrónicos: los vertederos electrónicos y la salud de los niños

2 de octubre de 2024 | Preguntas y respuestas

De acuerdo con la Alianza Mundial para las Estadísticas de Residuos Electrónicos, en 2022 se generaron 62 millones de toneladas de estos desechos, lo que equivale a 7,8 kg de desechos electrónicos por persona. (1)

De ellos, solo el 22,3% se recogió y recicló correctamente, mientras que, probablemente, el resto se vertió, comercializó o recicló de manera inadecuada.

Incluso en las zonas que disponen de sistemas organizados de gestión de los residuos, los desechos electrónicos se suelen eliminar junto con otros materiales sólidos y van a parar a vertederos. Estos desechos pueden liberar sustancias tóxicas que se filtran en acuíferos y fuentes de agua potable y que exponen a riesgos considerables a las personas y el medio ambiente.

La dependencia y el uso de diversas tecnologías crece exponencialmente en todo el mundo. La rápida obsolescencia de los aparatos acelera los ciclos de reemplazo, y los avances tecnológicos dan lugar a nuevos artículos, como los cigarrillos electrónicos y los vehículos eléctricos, que contienen componentes valiosos pero también peligrosos. Si no se actúa contra estos factores, la cantidad de desechos electrónicos alcanzará niveles sin precedentes: se calcula que en 2030 podría llegar a los 82 millones de toneladas. (1)

Se han encontrado más de 1000 sustancias nocivas en los desechos electrónicos o como resultado de actividades de reciclado deficientes, entre ellas plomo, cadmio, mercurio, dioxinas, níquel, materiales ignífugos bromados e hidrocarburos aromáticos policíclicos, que pueden contaminar el aire, el polvo, el agua y el suelo.

Los trabajadores, sus familias y sus comunidades se exponen a estas sustancias cuando queman a cielo abierto, calientan, lixivian con ácido (con sales de cianuro, ácido nítrico o mercurio), trituran, desmontan y vierten al aire libre desechos electrónicos para recuperar las escasas cantidades de metales valiosos que contienen.

La incineración de estos materiales emite mezclas tóxicas de partículas peligrosas que contaminan el aire, como metales pesados y compuestos químicos e industriales.

Las personas que tratan estos desechos, sus familias y sus comunidades se exponen a esas sustancias por diversas vías, principalmente al ingerir alimentos, agua, polvo y tierra contaminados y al respirar gases y aerosoles con partículas tóxicas. Los niños y los bebés pueden ingerir sustancias tóxicas porque suelen llevarse las manos a la boca con frecuencia. Además, algunas sustancias químicas presentes en los desechos electrónicos o que se producen durante su reciclado pueden atravesar la placenta y exponer al feto.

En los lugares donde se reciclan desechos electrónicos, es frecuente ver a niños trabajando junto con sus progenitores y sus familias en actividades y negocios de reciclado. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha advertido del peligro de recoger desechos, incluidos los electrónicos, y afirma que se trata de una de las peores formas de trabajo infantil.

La OIT ha calculado que, en 2020, 16,5 millones de niños trabajaban en la industria, incluido el sector del tratamiento de desechos. (2) De acuerdo con las estimaciones mundiales más recientes sobre el trabajo en este sector no regulado, entre 2,9 y 12,9 millones de mujeres se exponen a desechos electrónicos tóxicos. En el caso de las embarazadas, el feto corre riesgo de sufrir daños irreparables, ya que ciertos compuestos químicos contenidos en estos desechos atraviesan la placenta. 

La exposición a las sustancias tóxicas de los desechos electrónicos puede ocasionar distintos perjuicios para la salud. Si esta ocurre durante la vida fetal y la edad infantil, puede causar:

  • alteraciones conductuales y del desarrollo neurológico, como cambios conductuales y comportamentales en los niños y reducciones en las puntuaciones lingüísticas y cognitivas;
  • daños en el feto, como partos prematuros, bajo peso y talla al nacer, y muerte fetal;
  • efectos sobre la función pulmonar y respiratoria, como tos, sibilancias y asma;
  • afectación del sistema inmunitario, como una mayor vulnerabilidad a las infecciones, una reducción de la respuesta inmunitaria y tasas más elevadas de alergias y enfermedades inmunitarias; y
  • más riesgo de sufrir enfermedades crónicas en etapas posteriores de la vida, como cardiovasculopatías y cáncer.

Todas estas repercusiones que afectan a la salud y el desarrollo del niño pueden perdurar durante toda la vida.

Se ha examinado a adultos expuestos a actividades de reciclado de desechos electrónicos y se han observado varios efectos en la salud, como:

  • alteraciones tiroideas;
  • efectos cardiovasculares; y
  • daños en el ADN.

Los niños son más vulnerables que los adultos a las sustancias tóxicas que se liberan en las actividades de reciclado incorrecto de desechos electrónicos porque se encuentran en una etapa de crecimiento y desarrollo rápidos y sus sistemas inmunológico, respiratorio y nervioso central aún no han madurado. El nivel de contaminantes que absorben es mayor en relación con el tamaño de su cuerpo y tienen menos capacidad para metabolizar y eliminar algunas sustancias tóxicas.

Además, los niños respiran el aire más cercano al suelo, donde algunos contaminantes atmosféricos, como el mercurio, pueden alcanzar su concentración máxima. Asimismo, su tendencia a llevarse las manos a la boca aumenta el riesgo de ingerir contaminantes. Por otro lado, tienen menos capacidad de decisión que los adultos y no eligen dónde viven ni cuánto tiempo pasan en el hogar o en el lugar de trabajo de sus progenitores, donde puede haber concentraciones elevadas de sustancias tóxicas debido al reciclaje incorrecto.

En respuesta a las amenazas para la salud y el medio ambiente asociadas a la eliminación no controlada de desechos, los organismos del sistema de las Naciones Unidas y expertos independientes han pedido que se promulguen normas y leyes más estrictas.

Con ese fin, se pueden aplicar medidas eficaces y vinculantes para los exportadores, los importadores y los gobiernos, entre ellas:

  • velar por la salud y la seguridad de las personas que tratan desechos electrónicos, sus niños, sus familias y sus comunidades mediante sistemas que formen y protejan a los trabajadores, y controlar la exposición a estos desechos y sus efectos en la salud;
  • obligar a seguir prácticas respetuosas con el medio ambiente para eliminar, recuperar y reutilizar materiales;
  • adoptar una economía circular mediante la fabricación de aparatos más duraderos que contengan materiales más seguros y menos tóxicos, y fomentar el consumo sostenible para reducir los desechos electrónicos;
  • en la gestión de estos desechos, priorizar la protección de la salud y el medio ambiente a lo largo del curso de la vida, aplicando el Convenio de Basilea, los convenios regionales pertinentes y los Objetivos de Desarrollo Sostenible; y
  • erradicar el trabajo infantil e incorporar a los adultos que trabajan reciclando desechos electrónicos a la economía regulada, con condiciones dignas en toda la cadena de valor de la recogida, el tratamiento, el reciclado y la reventa.

Además, hay cuestiones económicas y ambientales que merecen atención prioritaria. La mejora del reciclado puede generar ingresos y reducir la demanda de nuevos materiales. De hecho, la Alianza Mundial para las Estadísticas de Residuos Electrónicos calcula que, si los países consiguen que la tasa de recogida y reciclado de desechos electrónicos alcance el 60% en 2030, se obtendrán beneficios superiores a los costos por valor de más de USD 38 000 millones. (1)

El sector de la salud desempeña un papel fundamental a la hora de mantener y promover cambios que protejan la salud de los niños de las actividades nocivas de reciclado de desechos electrónicos.

Estas son algunas medidas que los profesionales de la salud pueden adoptar a nivel clínico:

  • mantenerse al día sobre los problemas de salud y las enfermedades asociadas a las actividades de reciclado de desechos electrónicos;
  • incluir esas actividades de reciclado como causa ambiental en los diagnósticos diferenciales, cuando proceda;
  • diagnosticar y tratar las afecciones asociadas a ese reciclado;
  • ofrecer consejos e intervenciones preventivos para reducir y evitar la exposición; y
  • educar a los pacientes, sus familias, las comunidades, otros profesionales de la salud y los funcionarios sobre los riesgos para la salud del reciclado de desechos electrónicos nocivos.

El sector de la salud es también fundamental para dirigir y fomentar iniciativas sobre los desechos electrónicos y participar en acciones multisectoriales como las siguientes:

  • llevar a cabo actividades locales, nacionales e internacionales de capacitación para diagnosticar, vigilar y prevenir las exposiciones tóxicas en los servicios de atención primaria dirigidos a niños y mujeres;
  • evaluar los efectos en la salud de las políticas y normativas sobre desechos electrónicos, en particular en la de los niños;
  • concienciar sobre los riesgos para la salud del reciclado de desechos electrónicos y fomentar el reciclado responsable entre los responsables políticos, las comunidades, los trabajadores del sector y sus familias; y
  • mejorar los datos y la investigación sobre las mujeres y los niños que trabajan con desechos electrónicos, y realizar estudios de evaluación de las medidas de prevención e intervención en este ámbito.

La OMS puso en marcha en 2013 la Iniciativa sobre Desechos Eléctricos y Electrónicos y Salud Infantil y participa en programas internacionales y proyectos experimentales sobre desechos electrónicos en países de América Latina y África para fomentar la promoción local, colaborar con las comunidades afectadas y desarrollar la capacidad de los sistemas de atención primaria para hacer frente a los riesgos mediante el seguimiento de la exposición a los desechos electrónicos y la evaluación de los resultados de las intervenciones. Gracias a estos proyectos se están creando marcos de acción que se pueden adaptar y reproducir en distintos países y lugares.

Los objetivos de la Iniciativa de la OMS son:

  • aumentar el acceso a pruebas, conocimientos y concienciación sobre los efectos en la salud del reciclado incorrecto de desechos electrónicos;
  • mejorar la capacidad del sector de la salud para gestionar y prevenir riesgos, hacer un seguimiento de los progresos y promover políticas que protejan la salud de los niños;
  • mejorar el control de la exposición a desechos electrónicos; y
  • facilitar la ejecución de intervenciones que protejan la salud pública, y evaluarlas.

La OMS publica un conjunto de materiales de capacitación para el sector de la salud que incluye un módulo específico sobre los desechos electrónicos y la salud de los niños. Además, el UNICEF y la OMS han elaborado un curso introductorio sobre la salud ambiental de los niños. Se trata de un recurso gratuito que se puede seguir en línea, avanzando al ritmo que se quiera, y que contiene un apartado sobre desechos electrónicos.

Asimismo, la OMS forma parte de la Coalición sobre Residuos Electrónicos, un grupo de 10 organizaciones internacionales y organismos del sistema de las Naciones Unidas que aúnan esfuerzos para mejorar la colaboración, trabajar conjuntamente y ayudar más eficazmente a los Estados Miembros a hacer frente al problema de los desechos electrónicos.

Bibliografía:

  1. Balde CP, Kuehr R, Yamamoto T, McDonald R, D’Angelo E, Althaf S et al. The Global E-waste Monitor 2024. Bonn, Ginebra: Unión Internacional de Telecomunicaciones, Instituto de las Naciones Unidas para Formación Profesional e Investigaciones; 2024 (https://ewastemonitor.info/).
  2. Trabajo infantil: Estimaciones mundiales 2020, tendencias y el camino a seguir. Ginebra: Organización Mundial del Trabajo; 2021 (https://www.ilo.org/es/programa-internacional-para-la-erradicacion-del-trabajo-infantil-ipec/estadisticas-sobre-trabajo-infantil).