Enfermedades no transmisibles: sobrepeso y obesidad infantiles

7 de mayo de 2025 | Preguntas y respuestas

La prevalencia del sobrepeso y la obesidad en menores de cinco años se define con arreglo a los patrones de crecimiento de la OMS de 2006 (sobrepeso: dos o más desviaciones típicas con respecto al peso para la estatura según el sexo; obesidad: tres o más desviaciones típicas con respecto al peso para la estatura según el sexo). La prevalencia del sobrepeso y la obesidad en los adolescentes se define con arreglo a los patrones de crecimiento de la OMS para los niños en edad escolar y adolescentes (sobrepeso: una o más desviaciones típicas con respecto al índice de masa corporal en función de la edad y el sexo; obesidad: dos o más desviaciones típicas con respecto al índice de masa corporal en función de la edad y el sexo).

El sobrepeso y la obesidad se definen como «una acumulación anormal o excesiva de grasa que supone un riesgo para la salud».

La obesidad infantil es uno de los problemas de salud pública más graves del siglo XXI. Es de alcance mundial y afecta cada vez más a países de ingreso bajo y mediano, especialmente en entornos urbanos. La prevalencia ha aumentado a un ritmo alarmante. Se estima que, en 2024, el número de niños menores de 5 años con sobrepeso superó los 35 millones en todo el mundo. Casi la mitad de todos los niños menores de 5 años con sobrepeso vivían en Asia, y una cuarta parte en África. Los niños con sobrepeso u obesidad tienden a seguir siendo obesos en la edad adulta y son más propensos a sufrir enfermedades no transmisibles, como diabetes y cardiovasculopatías, a una edad más temprana. El sobrepeso y la obesidad, así como las enfermedades que llevan asociadas, son en gran medida prevenibles. Por lo tanto, se debe conceder la máxima prioridad a la prevención de la obesidad infantil.

El indicador más utilizado para determinar el sobrepeso y la obesidad en los niños menores de 5 años es el peso para la estatura.

El índice de masa corporal es un indicador sencillo que permite clasificar el sobrepeso y la obesidad en los niños en edad escolar, los adolescentes y los adultos. Se define como el peso en kilogramos dividido por el cuadrado de la estatura en metros (kg/m²).

El índice de masa corporal constituye el indicador más útil del sobrepeso y la obesidad a escala poblacional, ya que es el mismo para ambos sexos y para todas las edades adultas. Sin embargo, debe considerarse una guía aproximada, ya que puede no corresponder al mismo porcentaje de grasa corporal en diferentes personas.

Es difícil establecer un índice único y sencillo para medir el sobrepeso y la obesidad en niños y adolescentes, ya que sus cuerpos experimentan una serie de cambios fisiológicos a medida que crecen. Dependiendo de la edad, existen diferentes métodos para determinar el peso saludable de un cuerpo:

Niños de 0 a 5 años

Los patrones de crecimiento infantil de la OMS, publicados en abril de 2006, incluyen indicadores del sobrepeso y la obesidad en los lactantes y los niños pequeños hasta los 5 años.

Entre 5 y 19 años

La OMS elaboró una serie de patrones de crecimiento infantil para las edades comprendidas entre los 5 y los 19 años. Se trata de una reconstrucción de los patrones establecidos en 1977 por el Centro Nacional de Estadísticas de Salud de los Estados Unidos de América y la OMS, y se basa en el conjunto de datos originales aportados por el Centro, complementados con datos de la muestra tomada por la OMS sobre patrones de crecimiento para los niños de 0 a 5 años.

La obesidad infantil se asocia con una mayor probabilidad de muerte prematura y discapacidad en la edad adulta. Los niños con sobrepeso u obesidad tienden a seguir siendo obesos en la edad adulta y son más propensos a padecer enfermedades no transmisibles, como diabetes y cardiovasculopatías, a una edad más temprana. Para la mayoría de las enfermedades no transmisibles asociadas con la obesidad, los riesgos dependen en parte de la edad de aparición y la duración de la obesidad. Los niños y adolescentes obesos sufren consecuencias para la salud tanto a corto como a largo plazo.

A continuación se enumeran las consecuencias más importantes para la salud del sobrepeso y la obesidad infantiles, que a menudo no se manifiestan hasta la edad adulta:

  • enfermedades cardiovasculares (principalmente cardiopatías y accidentes cerebrovasculares);
  • diabetes;
  • afecciones osteomusculares, especialmente artrosis; y
  • determinados tipos de cáncer (endometrio, mama y colon).

Se estima que el hecho de tener un índice de masa corporal superior al óptimo causó 3,7 millones de muertes en 2021 por enfermedades no transmisibles, tales como las cardiovasculopatías, la diabetes, distintos tipos de cáncer, los trastornos neurológicos, las enfermedades respiratorias crónicas y los trastornos digestivos (1).

Muchos países de ingreso bajo y mediano se enfrentan actualmente a lo que se conoce como la doble carga de morbilidad. Al tiempo que siguen luchando contra los problemas causados por las enfermedades infecciosas y la desnutrición, experimentan un rápido aumento de los factores de riesgo asociados a las enfermedades no transmisibles, como la obesidad y el sobrepeso, especialmente en las zonas urbanas.

En estos entornos, no es raro que la desnutrición y la obesidad coexistan en un mismo país, en una misma comunidad o incluso en un mismo hogar.

Esta doble carga se debe a una nutrición inadecuada durante el embarazo, la lactancia y la primera infancia, a la que se suma la exposición a alimentos ricos en grasas, con alto contenido calórico y pobres en micronutrientes, así como a la falta de actividad física durante el crecimiento.

La causa fundamental del sobrepeso y la obesidad infantiles es un desequilibrio energético entre las calorías consumidas y gastadas.

El aumento mundial del sobrepeso y la obesidad infantiles se debe a varios factores. En primer lugar, se ha producido un cambio en la dieta a escala mundial hacia un mayor consumo de alimentos de alto contenido calórico, ricos en grasas y azúcares, pero pobres en vitaminas, minerales y otros micronutrientes saludables. También se observa una tendencia a la disminución de los niveles de actividad física debido al carácter cada vez más sedentario de muchas formas de ocio, los cambios en los medios de transporte y la urbanización creciente.

La OMS reconoce que la mayor prevalencia de la obesidad infantil es consecuencia de los cambios que se han producido en la sociedad. La obesidad infantil se asocia principalmente a una alimentación poco saludable y a bajos niveles de actividad física, pero el problema no solo está relacionado con el comportamiento de los niños, sino también, cada vez más, con el desarrollo social y económico y con las políticas en materia de agricultura y ganadería, transporte, planificación urbana, medio ambiente y elaboración, distribución y comercialización de alimentos, así como con la educación.

Se trata de un problema social y, por lo tanto, exige un enfoque poblacional de carácter multisectorial, multidisciplinario y culturalmente pertinente.

A diferencia de la mayoría de los adultos, los niños y adolescentes no pueden elegir el entorno en el que viven ni los alimentos que consumen. Además, tienen una capacidad limitada para comprender las consecuencias a largo plazo de sus comportamientos. Por lo tanto, requieren una atención especial en la lucha contra la epidemia de obesidad.

El sobrepeso y la obesidad, así como las enfermedades no transmisibles que llevan asociadas, son en gran medida prevenibles. Se sabe que la prevención es la opción más viable para frenar la epidemia de obesidad infantil, ya que las prácticas terapéuticas actuales se centran principalmente en controlar el problema en lugar de curarlo. El objetivo de la lucha contra la epidemia de obesidad infantil es lograr un equilibrio calórico que pueda mantenerse a lo largo de toda la vida de la persona.

La OMS recomienda lo siguiente para reducir y prevenir el sobrepeso y la obesidad infantiles:

  • limitar el tamaño de las porciones;
  • aumentar el consumo de frutas y hortalizas, así como de legumbres, cereales integrales y frutos secos;
  • limitar la ingesta calórica total procedente de las grasas y sustituir las grasas saturadas por las insaturadas;
  • limitar la ingesta de azúcares; y
  • realizar actividad física, acumulando al menos 60 minutos diarios de una intensidad entre moderada y vigorosa, adecuada al nivel de desarrollo.

Para frenar la epidemia de obesidad infantil se necesitan un compromiso político sostenido y la colaboración de muchas partes interesadas, tanto públicas como privadas.

Los gobiernos, los asociados internacionales, la sociedad civil, las organizaciones no gubernamentales y el sector privado tienen papeles fundamentales que desempeñar en la creación de entornos saludables y en la promoción de opciones dietéticas más sanas para los niños y adolescentes que sean asequibles y fácilmente accesibles. Por lo tanto, el objetivo de la OMS es movilizar a estos asociados e involucrarlos en la aplicación de la Estrategia Mundial sobre Régimen Alimentario, Actividad Física y Salud.

La OMS presta su apoyo a la determinación, la ejecución, el seguimiento y el liderazgo de las medidas. Para lograr un progreso sostenido es esencial que se adopte un enfoque multisectorial; la Organización trabaja para movilizar la energía, los recursos y los conocimientos especializados de todas las partes interesadas a escala mundial.

Bibliografía

1. GBD 2021 Risk Factor Collaborators. Global burden of 87 risk factors in 204 countries and territories, 1990-2019: a systematic analysis for the global burden of disease study 2019. Lancet. 2024; 403:2162-2203.