Inocuidad de los alimentos: venta de mamíferos salvajes vivos en los mercados tradicionales de alimentos

12 de abril de 2021 | Preguntas y respuestas

Los animales, sobre todo los salvajes, son el origen de más del 70% de las enfermedades infecciosas emergentes en humanos, muchas de las cuales son consecuencia de virus nuevos. Los mercados tradicionales de alimentos, en los que se conservan, sacrifican y preparan animales salvajes para la venta, entrañan un gran riesgo tanto para los trabajadores como para los clientes. Hay un gran riesgo de que las infecciones de los mamíferos salvajes capturados vivos pasen desapercibidas y se transmitan a los seres humanos que están en estrecho contacto con ellos y, por tanto, expuestos.

Suspender el comercio de mamíferos salvajes vivos y cerrar las secciones del mercado donde se conservan o venden estos animales reducirá el riesgo de que aparezcan nuevos virus peligrosos que infecten a los humanos.

En todo el mundo, millones de personas dependen de los mercados tradicionales para su alimentación y sustento. Estas medidas protegerán la salud de las personas, tanto las que trabajan como las que compran en dichos mercados.

La OMS, la OIE y el PNUMA recomiendan suspender la venta de todos los mamíferos salvajes vivos como medida de emergencia. Adoptar una medida de urgencia permite modificar rápidamente la normativa alimentaria, que suele ser un proceso largo.

Esta suspensión puede ser temporal hasta que las autoridades nacionales hayan podido evaluar adecuadamente los riesgos de cada mercado e identificar las áreas críticas y las prácticas que deben mejorarse para implantar nuevas normas. La normativa también debe establecer disposiciones para identificar la procedencia de los animales y evitar que se introduzcan ilegalmente animales salvajes vivos en las granjas de animales salvajes, ya que la mezcla de animales salvajes y de granja podría aumentar aún más el riesgo de transmisión de patógenos a los seres humanos.

Los mamíferos salvajes capturados llegan a los mercados sin que pueda certificarse que no son portadores de virus peligrosos. Por consiguiente, existe un riesgo de transmisión directa a los seres humanos a través del contacto con la saliva, la sangre, la orina, las mucosidades, las heces u otros fluidos corporales de un animal infectado, y un riesgo adicional de contraer la infección por el contacto con las zonas donde se alojan los animales en los mercados o con objetos o superficies que puedan haberse contaminado con el virus.

La medida de suspensión se aplica a los mamíferos salvajes capturados vivos, generalmente pequeños animales como las civetas, las ratas del bambú, los mapaches japoneses y otros pequeños mamíferos.

En cambio, no se aplica a los animales salvajes de granja, al pescado o al marisco de cualquier tipo, a los animales de cría doméstica o de granja  (aves de corral, ganado vacuno, cerdos, ovejas, cabras, etc.), ni a la venta de animales salvajes sacrificados o de su carne.

La cría de animales salvajes es una práctica habitual en muchas partes del mundo. De esta forma se obtiene carne de animales salvajes (a diferencia de, por ejemplo, la carne de vacuno y de cerdos domesticados) en entornos más controlados. Las explotaciones que producen animales salvajes en cautividad tienen que pasar por un proceso de registro, aprobación e inspección y cumplir las normas de salud y bienestar de los animales de las autoridades competentes. Dichas medidas contribuyen a reducir la introducción y propagación de zoonosis. En cambio, con los animales capturados en estado salvaje los controles no son posibles, puesto que no puede vigilarse ni regularse su exposición a patógenos. 

La COVID-19 no es una enfermedad de transmisión alimentaria, pero siempre deben tomarse precauciones al preparar y consumir alimentos. Consulte las cinco claves para la inocuidad de los alimentos y las preguntas y respuestas sobre la COVID-19 y la inocuidad de los alimentos.