Alocución de apertura del Director General de la OMS en el evento especial, «Financiación de la salud para una economía segura y sostenible: hacia el programa de acción de Sevilla para la financiación de la salud»

Organizadores: Gobierno de España, ONUSIDA, OMS, ISGlobal

2 de julio de 2025

Expresidenta, Sra. Ameenah Gurib-Fakim, 

Honorable Ministra, Sra. Mónica García, 

Presidenta del BEI, Sra. Nadia Calviño, 

Y permítanme agradecer su presencia al Sr. Joseph Stiglitz y a la Sra. Mariana Mazzucato. 

Queridos amigos, en particular, los jefes de los organismos aquí representados. 

Excelencias, honorables ministros, estimados colegas y amigos:

Buenas tardes. Es un honor contar con la presencia de todos ustedes hoy aquí. 

Quiero dar las gracias a España por haber unido al mundo en estos momentos difíciles. Enhorabuena por el éxito de la Conferencia de Sevilla sobre la Financiación para el Desarrollo. 

Hace un decenio, cuando era Ministro de Relaciones Exteriores de Etiopía, presidí la Comisión Principal de la Tercera Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo. Así que, en cierto sentido, tengo la impresión de haber vuelto a casa, porque la financiación para el desarrollo es una cuestión por la que siento una afinidad especial. 

En aquel momento, en 2015, todo estaba convergiendo: el Acuerdo de París, la Agenda de Acción de Addis Abeba sobre la Financiación para el Desarrollo, los Objetivos de Desarrollo Sostenible..., por citar algunos ejemplos. Las cosas, sin embargo, han cambiado mucho desde entonces. 

A la sazón, la Agenda de Acción de Addis Abeba fue un compromiso histórico de las naciones del mundo para apoyar las metas económicas, de salud y ambientales de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. 

Hoy, el mundo tiene poco que ver con el optimismo de hace una década. 

En todo el planeta, las drásticas reducciones en la ayuda tienen graves consecuencias en los servicios de salud de muchos países, en particular de los países en desarrollo. 

La convulsa situación en la que nos encontramos afecta a millones de personas, que se están quedando sin servicios y medicamentos que salvan vidas, los establecimientos de salud se están viendo obligados a cerrar, las cadenas de suministro y los sistemas de información sufren perturbaciones y los gastos directos en salud van en aumento. 

Aunque la crisis que ha estallado es grave, lleva años gestándose. 

Muchos sistemas de salud de todo el mundo sufren, desde hace mucho tiempo, una falta crónica de inversión. 

Por ejemplo, en 27 países de África, la fuente principal de financiación de la salud son los gastos directos en salud. 

Al mismo tiempo, el costo que en muchos países supone el pago de la deuda limita la capacidad de estos para invertir en salud. 

En todo el mundo, 3400 millones de personas vivían, en 2024, en países que destinaban más dinero a pagar los intereses de la deuda que a educación y salud combinadas. 

Estas condiciones han contribuido a que muchos países dependan poderosamente de la ayuda. 

De hecho, en los países de ingreso bajo, desde 2006 la ayuda supera sistemáticamente el gasto público nacional en salud. 

Gran parte de esta ayuda no proviene de fondos públicos, sino de sistemas paralelos establecidos por los donantes, lo que hace que la planificación y la presupuestación sean imposibles. 

Esta dependencia excesiva ha creado una profunda vulnerabilidad que ha quedado ahora al descubierto. 

Los países se están moviendo rápidamente para adaptarse. 

La crisis, sin embargo, esconde una oportunidad. 

Muchos líderes, especialmente ministros de salud, me han comentado que el convulso panorama actual abre la puerta a la posibilidad de dejar atrás la era de la dependencia de la ayuda y avanzar hacia una autosuficiencia sostenible, mediante la movilización de recursos internos.  

La OMS presta apoyo a los países para que surquen esta crisis, mantengan los servicios de salud esenciales y se adapten a la nueva realidad.  

Los países disponen de muchas herramientas para mejorar la eficiencia y generar nuevos ingresos para la salud.   

Por ejemplo, introduciendo impuestos sobre el tabaco, el alcohol y las bebidas azucaradas o aumentándolos, o mediante adquisiciones mancomunadas, un seguro público de enfermedad para el sector no estructurado y el uso de evaluaciones a partir de tecnologías de la salud para que los países saquen el máximo rendimiento al dinero invertido.  

Más importante si cabe, los países deben mejorar los ingresos internos y los sistemas tributarios a fin de generar flujos sostenibles de financiación pública para la salud, la educación, las infraestructuras y otros servicios públicos esenciales.  

Ahora bien, el aumento de la eficiencia y la generación de ingresos a nivel interno por sí solos no bastarán en muchos países, que necesitan préstamos en condiciones favorables para respaldar inversiones de la máxima costoeficacia, alineadas con las prioridades nacionales y que manen de los sistemas nacionales. 

Para que esto suceda, necesitamos que todas las fuentes de financiación para la salud trabajen juntas, incluidas las donaciones, el sector privado, los bancos multilaterales de desarrollo y la financiación nacional, y que todos se alineen con las prioridades gubernamentales. 

Esto significa alejarse de los fondos asignados a fines muy específicos, de modo que los países puedan establecer sus propias prioridades. 

La OMS y sus asociados cuentan con una serie de iniciativas para ayudar a los países a optimizar el diseño y la ejecución de sus presupuestos de salud mediante sistemas de gestión de las finanzas públicas más sólidos. 

Nos hemos unido al Fondo Monetario Internacional y al Grupo Banco Mundial para prestar apoyo a los países a fin de que creen capacidad en materia de preparación frente a pandemias, a través del Servicio de Resiliencia y Sostenibilidad. 

Este servicio acaba de anunciar que se pondrán a disposición USD 700 millones a fin de contribuir a los esfuerzos de Jordania para abordar sus vulnerabilidades a largo plazo, en particular en las esferas de las emergencias de salud pública y las pandemias. 

Se trata del primer acuerdo de estas características que canaliza estos fondos hacia la resiliencia de los sistemas de salud. 

Asimismo, junto con el Banco Europeo de Inversiones y mi amiga Nadia Calviño, la presidenta del BEI, así como con otros bancos multilaterales de desarrollo, hemos establecido la Plataforma de Inversión para el Impacto en la Salud. 

Esta iniciativa ya está en marcha en 16 países, y se están identificando inversiones prioritarias en salud, calculando sus costos y prestando apoyo a los gobiernos para que formulen planes de inversión creíbles que apoyen sus prioridades nacionales en materia de salud. 

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Colegas y amigos, la idea de depender de la ayuda debe acabar. 

La diferencia entre una crisis y una oportunidad yace en el liderazgo: el liderazgo de todos nosotros. 

En primer lugar, ha llegado el momento de que los gobiernos asuman el liderazgo, de que se sacudan el yugo de la dependencia de la ayuda y tracen el camino hacia la autosuficiencia. 

En segundo lugar, necesitamos el liderazgo de los prestamistas, en forma de préstamos en condiciones favorables, con unas condiciones justas. 

Algo falla en el sistema cuando los países de ingreso bajo pagan más que los de ingreso alto por endeudarse. 

En tercer lugar, necesitamos el liderazgo de donantes generosos para crear capacidad a fin de que los países puedan hacer suyos los programas de salud y gestionarlos ellos mismos.  

No necesitamos apoyo para proyectos asignados a fines específicos que hayan seleccionado los donantes, sino para sistemas, presupuestos y prioridades nacionales, en consonancia con el Programa de Lusaka y con los principios de «un plan, un presupuesto, un informe». 

La OMS está preparada para apoyar a los países y trabajar con nuestros asociados a fin de transformar esta crisis en una oportunidad, y es posible. 

Las decisiones que tomemos ahora definirán el futuro de la financiación de la salud mundial. Debemos acertar. 

Porque, en última instancia, la salud no es un costo que hay que contener. Es una inversión que hay que cuidar: una inversión en las personas, en la estabilidad y en el crecimiento económico. 

Muchas gracias.