La OMS publica las Directrices sobre la calidad del agua para usos recreativos, coincidiendo con la llegada del verano y el calor

13 de julio de 2021
Noticias departamentales

La OMS ha publicado las Directrices sobre la calidad del agua para usos recreativos actualizadas, en un momento en que el verano alcanza su punto álgido en el hemisferio norte y en que, probablemente, los veraneantes vuelvan a las playas, los lagos y las orillas de los ríos, después de haber permanecido cerca de casa durante meses debido a las restricciones por la COVID-19.

En las Directrices, que se deberían aplicar junto con las medidas de prevención de la COVID-19, se esbozan metas relativas a la calidad del agua para la salud y prácticas óptimas en materia de seguimiento y vigilancia, lucha contra la contaminación y enfoques de comunicación, como modelos predictivos para que los usuarios puedan saber en tiempo real cuándo pueden meterse en el agua de forma segura.

Se reconoce desde hace tiempo que el agua para usos recreativos tiene una influencia importante en la salud y el bienestar. Sus beneficios saltan a la vista cuando vemos a los niños jugar en el agua o a los miembros de una familia pasando un tiempo muy necesario relajándose juntos en la playa. Los deportes de agua pueden ser una manera estimulante y saludable de hacer ejercicio para todas las edades. Pasar tiempo observando en la orilla del agua levanta el ánimo y puede mejorar el bienestar físico y mental.  

«Las zonas costeras limpias y bien administradas, ya se trate de océanos, lagos o ríos, constituyen un punto de encuentro para las comunidades y presentan un atractivo económico para el turismo y los eventos deportivos. Sin embargo, a medida que las actividades humanas y el cambio climático se intensifican, un mayor número de playas están expuestas a la contaminación, lo que puede causar enfermedades o incluso la muerte», declaró la Dra. María Neira, Directora del Departamento de Medio Ambiente, Cambio Climático y Salud de la OMS. «Para gestionar estos riesgos, los países que no cuentan todavía con un marco nacional de seguridad del agua para usos recreativos deberían elaborarlo, y en este se deberían anticipar los efectos locales del cambio climático en la calidad del agua».

Los riesgos de contaminación proceden de varias fuentes. Los lugares más conocidos para nadar pueden verse afectados por desbordamientos de aguas residuales sin tratar y por vertidos de excrementos de animales y fertilizantes de granjas cercanas, lo que puede entrañar riesgos directos para la salud y desencadenar la proliferación de algas nocivas. Algunos lugares también pueden verse afectados por la contaminación química que causan las actividades industriales o ser contaminados por los propios bañistas, debido al saneamiento deficiente, las heces de las mascotas y la basura.

Además de los claros efectos posibles en la salud de los bañistas, todos estos factores también menoscaban los beneficios del lugar en términos de bienestar y de potencial económico.

Por estos motivos, muchos países de todo el mundo controlan periódicamente la calidad del agua, aprueban medidas para reducir la contaminación y publican información en tiempo oportuno para que los bañistas puedan tomar una decisión fundamentada sobre si deben nadar y dónde deben hacerlo.

«Las Directrices actualizadas incluyen metas y enfoques de gestión de riesgos basados en pruebas científicas y en prácticas óptimas de todos los lugares del mundo, que se resumen en varias recomendaciones para proteger mejor a los usuarios de estas aguas y anticipar los riesgos para la calidad del agua», declaró Kate Medlicott, Jefa de Equipo de Saneamiento y Aguas Residuales de la OMS.

En líneas generales, las tres recomendaciones son:

  • Establecer metas de salud nacionales para las masas de agua para usos recreativos, en particular con respecto a los niveles microbianos (por la contaminación fecal), las cianotoxinas (por la proliferación de algas nocivas) y, cuando esté justificado por el riesgo que entraña y la disponibilidad de recursos, con respecto a otros riesgos microbianos, la arena de las playas y las sustancias químicas;
  • Elaborar y aplicar planes de seguridad del agua para usos recreativos para las zonas de baño prioritarias;
  • Mantener una vigilancia y una comunicación de los riesgos permanentes de las enfermedades relacionadas con las aguas para usos recreativos y facilitar al público información oportuna sobre los riesgos para la salud.

 

«La aplicación de estas Directrices contribuirá en gran medida a que las generaciones futuras guarden gratos recuerdos de la playa», declaró la Sra. Medlicott.