«Solamente con un diagnóstico correcto es posible tratar a un paciente de fiebre amarilla. Para ello es esencial disponer de laboratorios con la capacidad necesaria para detectar rápidamente la enfermedad», comenta el Dr. Pierre Formenty, experto de la OMS en fiebres hemorrágicas y responsable de la Red de Laboratorios para la Detección de Nuevos Patógenos Peligrosos.

La fiebre amarilla es una enfermedad hemorrágica vírica aguda transmitida por mosquitos infectados. Es difícil de diagnosticar porque provoca síntomas similares a los de varias otras enfermedades, como el paludismo y el dengue. Con más de 5000 casos que se sospecha que son de fiebre amarilla y más de 400 muertes notificadas en Angola y la República Democrática del Congo, conseguir un diagnóstico exacto es fundamental para salvar vidas y poner fin al brote.
Es esencial que los resultados de laboratorio sean fiables y rápidos para poder adoptar decisiones en casi todos los aspectos de los servicios de salud, especialmente durante un brote epidémico. Diagnosticar la fiebre amarilla es complicado. Con frecuencia hay retrasos entre la recogida y el transporte de la muestra y su análisis.
Para diagnosticar la fiebre amarilla se toma una muestra de sangre con objeto de detectar el virus. En etapas posteriores de la enfermedad, esto es más difícil. En esos casos, se necesitan análisis de sangre más sofisticados (denominados ELISA y PRNT o prueba de neutralización por reducción de placa), que solo pueden efectuarse en laboratorios especializados.
Diagnóstico rápido
A fin de mejorar y acelerar el diagnóstico, la OMS ha apoyado el despliegue de un laboratorio móvil desde la Unión Europea hasta la República Democrática del Congo.
Este laboratorio móvil proporciona equipamiento y suministros muy necesarios en el análisis de muestras de sangre para detectar la fiebre amarilla. Embalado en varias cajas, el laboratorio es portátil y fácil de montar en un establecimiento de salud o en cualquier otro edificio.
El laboratorio móvil permitirá al Instituto Nacional de Investigaciones Biomédicas realizar análisis en Kahembe, en la provincia de Kwango, durante un periodo de tres meses. El equipo, formado por cinco científicos de laboratorio internacionales y dos nacionales, permitirá ahorrar un tiempo precioso con el análisis de las muestras in situ, lo que reducirá la necesidad de transportarlas a grandes distancias. Entre 50 y 100 pacientes pueden recibir los resultados de sus análisis en menos de un día.
El laboratorio móvil de la Unión Europea cuenta con el apoyo del Centro de Coordinación de la Respuesta a Emergencias de la Dirección General de Protección Civil y Operaciones de Ayuda Humanitaria Europeas (ECHO), en colaboración con la Red Mundial de Alerta y Respuesta ante Brotes Epidémicos y la Red de Laboratorios para la Detección de Nuevos Patógenos Peligrosos.
Crear capacidad local para obtener resultados duraderos
Además del laboratorio móvil, el 17 de julio llegaron a la República Democrática del Congo dos expertos de laboratorio del Instituto Pasteur (París) para ofrecer capacidad técnica adicional.
En Angola, la OMS ha venido colaborando con el Instituto Pasteur y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos para formar a técnicos de laboratorio en el Instituto Nacional de Salud Pública con objeto de fortalecer la capacidad de diagnóstico de la fiebre amarilla. Este apoyo incluye el establecimiento del análisis de sangre más complejo (ELISA), uno de los principales medios de diagnóstico utilizados para confirmar la infección por el virus de la fiebre amarilla, y la capacitación de diez personas del país para que realicen los análisis.
Del diagnóstico a la acción
«Además de ofrecer a los pacientes el tratamiento adecuado, poder efectuar un diagnóstico más rápido ayuda a planificar mejor la respuesta; por ejemplo, permite determinar en qué zona de los países afectados conviene realizar las campañas de vacunación colectiva», comenta el Dr. Formenty.
Las campañas de vacunación colectiva reactiva de Angola y la República Democrática del Congo han llegado a casi 14,5 millones de personas, y han sido cruciales para ralentizar la propagación del brote.