Radiación: ¿cómo afecta la radiación ultravioleta a la salud?

16 de julio de 2024 | Preguntas y respuestas

La radiación ultravioleta A (UVA) tiene una longitud de onda más larga que la radiación B (UVB) y penetra más profundamente en las capas del ojo y de la piel. Además, emite menos energía que la UVB. Debido a estas diferencias, los efectos biológicos y en la salud de ambas radiaciones pueden variar.

La piel

Los rayos UVA penetran profundamente en la piel. Pueden alcanzar la dermis y la hipodermis, afectar al tejido conjuntivo y los vasos sanguíneos y provocar una pérdida progresiva de elasticidad y un envejecimiento prematuro de la piel. Además, estimulan la producción de melanina, un pigmento que se encuentra en las células superiores de la piel, lo que produce un bronceado que se manifiesta rápidamente pero que desaparece con la misma rapidez.

En cuanto a la radiación UVB, es absorbida por la epidermis en su mayor parte. Esta radiación estimula la producción de melanina a los pocos días de exposición y da lugar a un bronceado que puede durar por un periodo relativamente largo. Además, los rayos UVB estimulan las células de la epidermis y producen su engrosamiento. Tanto los UVB como los UVA inducen la síntesis, el oscurecimiento y el engrosamiento de las capas celulares externas de la piel, como mecanismos de defensa para que la radiación ultravioleta no cause más daños.

La sobreexposición a la radiación UVB es la principal causa de las quemaduras solares, que dan lugar a un aumento significativo del riesgo de sufrir un cáncer de piel.

Sin embargo, incluso las dosis de UVB insuficientes para causar estas quemaduras pueden aumentar la probabilidad de padecer melanomas malignos y otros tipos de cáncer de piel.

Los rayos UVB también tienen la función positiva de estimular la producción de vitamina D.

Los ojos

Los rayos UVA y UVB emitidos por el sol penetran en el ojo a distintas profundidades, como ocurre en la piel. La córnea y el cristalino absorben completamente los UVB, mientras una pequeña cantidad de la radiación UVA los atraviesa y llega a la retina. Se está investigando si esta radiación puede causar lesiones retinianas que produzcan complicaciones con la edad. Se calcula que la transmitancia de la radiación UVA en el adulto es del 1% al 2%, mientras que en los niños depende mucho de la edad, ya que es de alrededor del 20% al nacer y disminuye gradualmente con los años. Por esta razón, los ojos de los niños son más sensibles y deben protegerse adecuadamente para no sufrir daños por la exposición a la radiación ultravioleta.

El sistema inmunitario

Hasta ahora, la mayoría de los experimentos se han realizado con radiación UVB debido a que, al parecer, causa inmunosupresión con más facilidad que la UVA. Hay indicios de que ambas radiaciones son absorbidas por distintas moléculas de la piel, lo que provoca cambios en la distribución y la actividad de algunos de los principales componentes moleculares y celulares del sistema inmunitario. Las alteraciones en el equilibrio entre la inmunidad celular y la humoral pueden reducir la capacidad del organismo para defenderse frente a determinadas enfermedades.

El único efecto beneficioso de la radiación ultravioleta, en particular de la UVB, es la estimulación de la producción de vitamina D. Esta vitamina es importante porque mejora la absorción del calcio y el fósforo de los alimentos y es necesaria para desarrollar el esqueleto, la función inmunitaria y la formación de células sanguíneas. Por ello, es necesario encontrar un equilibrio entre este efecto beneficioso y las consecuencias negativas para la piel y los ojos.

De acuerdo con los conocimientos científicos actuales, la exposición de la cara, las manos y los brazos al sol al descubierto y sin crema solar en una persona sana, dos o tres veces por semana, basta para sintetizar suficiente vitamina D durante la mitad del tiempo que, normalmente, tardaría en producirse una quemadura solar en una piel sin protección, es decir, unos 12 minutos para las personas con una piel sensible (de tipo II) con un índice ultravioleta de 7.

Hay personas que se exponen muy poco al sol, como los ancianos que no pueden salir de casa o que sintetizan peor la vitamina D debido a su edad, los individuos de piel oscura que viven en países de latitudes altas donde la radiación ultravioleta es relativamente escasa, las personas que tradicionalmente llevan velo y las personas cuyo metabolismo de la vitamina D es deficiente. Todas ellas pueden sufrir deficiencias de vitamina D, si bien solo un médico puede diagnosticar y tratar esta carencia. Del mismo modo, la suplementación con vitamina D o la toma de medicación para paliar su deficiencia deben hacerse bajo supervisión médica. Muchos países, conscientes de la necesidad de esta vitamina, la han añadido a alimentos de consumo frecuente, como la harina, los cereales y la leche. De manera natural, la vitamina D es rara en los alimentos, y sus fuentes principales son el pescado azul y el aceite de hígado de bacalao. La mayoría de los suplementos multivitamínicos orales también contienen una dosis diaria suficiente de vitamina D.

Los rayos ultravioletas pueden tener efectos en la piel tanto a corto como a largo plazo. Además de los efectos inmediatos conocidos, como las quemaduras solares o la denominada «alergia al sol», los efectos a largo plazo, como el cáncer de piel, son un riesgo crónico para la salud que está estrechamente relacionado con la duración y la frecuencia de la exposición al sol a lo largo de la vida.

Se ha comprobado que hay una relación entre la dosis acumulada de esta radiación y la aparición de carcinoma epidermoide, así como entre la exposición intensa de forma intermitente y la aparición de quemaduras solares y melanomas malignos.

Bronceado

Para protegerse de los daños causados por los rayos ultravioletas, la piel produce melanina, un pigmento oscuro que da lugar al bronceado. Este efecto puede ser estéticamente deseable pero que, en realidad, no es bueno para la salud, sino una señal de que la piel ha sufrido daños y trata de protegerse. Aunque tanto los rayos UVA como los UVB proporcionan un factor de protección solar de entre 2 y 4 que previene la aparición a corto plazo quemaduras solares, el bronceado no evita las quemaduras solares a largo plazo ni otros daños que pueden surgir con el tiempo, como el cáncer de piel.

Quemaduras solares

Las quemaduras solares son inflamaciones de la piel causadas principalmente por los rayos UVB que se manifiestan con enrojecimiento y agrandamiento de las áreas afectadas y, en los casos más graves, con ampollas.

Las molestias son más intensas en un plazo de 12 a 36 horas después de la exposición. Las quemaduras solares frecuentes durante la infancia y la adolescencia aumentan considerablemente el riesgo de aparición de melanomas malignos. La presencia de un eritema sigue siendo el principal indicador dermatológico de la sobreexposición de la piel a la radiación ultravioleta, aunque incluso antes de que aparezca ya pueden producirse daños en el ADN que pueden inducir un cáncer de piel.

«Alergia al sol»

La mal llamada «alergia al sol» abarca una serie de afecciones cutáneas inducidas por la radiación ultravioleta, cuya forma más habitual es la erupción polimorfa lumínica. La exposición a esta radiación, sobre todo a la UVA, puede causar enrojecimiento, ronchas y ampollas acompañados de picor intenso, generalmente en el cuello, el escote, los brazos, el dorso de las manos y los muslos. El acné estival es una variante de esta dermatosis que se debe a la interacción de la radiación ultravioleta con los protectores grasos o con el sebo natural de la piel.

Reacciones fototóxicas

La exposición a dosis muy pequeñas de luz ultravioleta puede bastar para desencadenar reacciones alérgicas que provocan erupciones cutáneas o quemaduras solares graves debidas a diversas sustancias fotosensibilizantes presentes en medicamentos, productos fitoterapéuticos y cosméticos, como perfumes y jabones. Además, algunas plantas y alimentos, como los cítricos, el apio y el perejil, contienen sustancias fotosensibilizantes. La exposición a la radiación ultravioleta después de consumir o tocar estas plantas puede ocasionar enfermedades cutáneas.

Envejecimiento prematuro y arrugas de la piel

La exposición al sol propicia el envejecimiento de la piel debido a una combinación de factores. Las personas expuestas al sol que han pasado mucho tiempo al aire libre sufren con frecuencia un fotoenvejecimiento de la piel, al que contribuyen tanto los rayos UVB como los UVA.

Se trata de un proceso progresivo e irreversible que provoca una pérdida gradual de la elasticidad de la piel, lo que suele resultar en la aparición de arrugas, flacidez e hinchazón.

Cáncer de piel

La radiación ultravioleta es la principal causa del cáncer de piel, que es más común en las personas de piel clara. Los factores de riesgo son ciertos tipos de piel, los lunares grandes de origen congénito o con características clínicas atípicas, el número de lunares y los antecedentes familiares de cáncer de piel, así como factores de riesgo adquiridos como las enfermedades que causan inmunosupresión y los patrones de exposición a la radiación ultravioleta (la exposición a lo largo de la vida, la exposición intermitente y las quemaduras solares).

A continuación se enumeran los principales tipos de cáncer de piel en orden ascendente de gravedad y descendente de frecuencia.

Carcinoma basocelular

Basal cell carcinomaEl carcinoma basocelular, que se origina en las células epiteliales, es el tipo más habitual de cáncer de piel. Aparece con mayor frecuencia en partes que suelen estar expuestas al sol, como las orejas, la cara, el cuello y los antebrazos. Su incidencia se ha incrementado considerablemente en las últimas décadas y sigue en aumento. Generalmente, se manifiesta como un bulto rojo o una zona escamosa, aunque no se ha identificado ningún precursor claro. Este cáncer evoluciona lentamente y rara vez se extiende a otras partes del cuerpo (es decir, no suele hacer metástasis), pero puede causar lesiones profundas si no se extirpa quirúrgicamente.

Carcinoma epidermoide

Squamous cell carcinomaEl carcinoma epidermoide, o cáncer de células escamosas, también se desarrolla a partir de las células epiteliales. Es el segundo tipo más frecuente de cáncer de piel y aparece como una mancha engrosada, roja y escamosa en las áreas del cuerpo más frecuentemente expuestas a la luz ultravioleta. Antes del tumor aparece queratosis actínica, que causa placas eritematosas bien definidas y muy secas que se asemejan al papel de lija. Estos tumores pueden hacer metástasis, por lo que son más peligrosos que el carcinoma basocelular. Sin embargo, su evolución suele ser lenta y, por lo general, se pueden extirpar quirúrgicamente antes de que revistan gravedad.

Melanoma maligno

Malignant melanomaEl melanoma maligno es el tipo de cáncer de piel menos frecuente, pero el más peligroso, y causa la mayoría de las defunciones por cáncer de piel. Consiste en una proliferación maligna de melanocitos que se manifiesta como un lunar nuevo o como cambios en el color, la forma, el tamaño o el aspecto de una mancha, una peca o un lunar existente. Los melanomas malignos suelen tener unos bordes irregulares y una coloración desigual. Otro síntoma frecuente es el picor, aunque también es común en los lunares normales. Si se detecta y trata a tiempo, las posibilidades de supervivencia son buenas, pero si no se trata puede crecer rápidamente y tiene capacidad de metástasis. Puede aparecer a una edad temprana y su incidencia está aumentando rápidamente en todo el mundo. Hay pruebas claras que indican que el melanoma maligno está relacionado con la exposición intermitente a la radiación ultravioleta (concretamente, a la exposición ocasional durante breves periodos de luz solar intensa) y con las quemaduras solares graves sufridas durante la infancia y la adolescencia.

A lo largo de su evolución, los humanos han desarrollado mecanismos para que los ojos no sufran los efectos perjudiciales de la radiación solar. Los ojos se alojan en cuencas del cráneo y están parcialmente protegidos por el arco superciliar y las pestañas. Además, la contracción de la pupila, el cierre de los párpados y el reflejo de entrecerrar los ojos ayudan a reducir la penetración de los rayos solares en el ojo, si bien estos mecanismos se activan con la luz visible brillante y no con los rayos ultravioletas, que pueden ser intensos incluso en los días nublados. Por tanto, la eficacia de las adaptaciones anatómicas y las defensas naturales contra los daños causados por esta radiación es limitada.

La exposición a la radiación ultravioleta puede ocasionar una serie de efectos agudos y a largo plazo en los ojos.

Fotoqueratitis y fotoconjuntivitis

La fotoqueratitis es una inflamación de la córnea, mientras que la fotoconjuntivitis es la inflamación de la conjuntiva, que es una membrana que recubre el interior de los párpados y la órbita ocular. Estas reacciones son comparables a las quemaduras en la piel y afectan a tejidos muy sensibles del globo ocular y los párpados. Suelen aparecer pocas horas después de la exposición y pueden ser muy dolorosas, aunque son reversibles y no provocan daños oculares ni problemas de visión a largo plazo.

La nifablepsia o «ceguera de la nieve» es una forma extrema de fotoqueratitis que sufren esquiadores y montañeros expuestos a niveles muy altos de radiación ultravioleta. Esta radiación puede destruir las células externas del globo ocular, lo cual provoca ceguera. El desprendimiento posterior de las células muertas causa un dolor intenso. En la mayoría de los casos, las células nuevas se desarrollan rápidamente y la visión se recupera en pocos días, pero algunos pacientes presentan complicaciones crónicas, como irritación o desgarros.

Pterigión

El pterigión es un crecimiento anormal de la conjuntiva debido a la exposición excesiva al sol. Es una afección frecuente que se asocia a la radiación ultravioleta. Puede extenderse hasta el centro de la córnea, lo que reduce la visión, y tiende a inflamarse.

Aunque se extirpen quirúrgicamente, los pterigiones tienden a reaparecer.

Queratopatía climática en gotas

La queratopatía climática en gotas es una degeneración esferoidal del estroma corneal superficial que, por lo general, suele producirse en zonas geográficas con una alta exposición a la radiación ultravioleta (tanto UVA como UVB), como el Ártico o los trópicos.

Cataratas

La catarata es la principal causa de ceguera en el mundo. Se produce cuando las proteínas del cristalino se desorganizan, se agrupan y acumulan pigmentos que opacifican el cristalino y acaban provocando ceguera. Aunque la mayoría de las personas pueden presentarla en distintos grados con el envejecimiento, en algunos estudios se ha demostrado que la radiación UVB es un factor de riesgo de que se desarrollen cataratas corticales. Las cataratas pueden tratarse quirúrgicamente y mediante la implantación de una lente artificial u otros medios de corrección óptica para restaurar la visión.

Cada año, cerca de 16 millones de personas sufren ceguera debido a la opacidad del cristalino. Según los cálculos de la OMS, hasta el 10% de los casos de cataratas se deben a la sobreexposición a la radiación ultravioleta, por lo que se pueden prevenir.

Cáncer ocular

Las pruebas científicas actuales apuntan a que varias formas de cáncer ocular pueden deberse a la exposición a la radiación ultravioleta. El tipo de cáncer más frecuente del globo ocular es el melanoma maligno uveal, que en ocasiones requiere extirpación quirúrgica y se asocia a una elevada tasa de mortalidad. Los datos sobre la relación de este tipo de cáncer con la exposición a la radiación ultravioleta son contradictorios. En cuanto a los párpados, los dos tumores malignos más frecuentes son el carcinoma basocelular, que abarca cerca del 90% de los casos, y el carcinoma espinocelular.

Uno de los principales efectos de la radiación ultravioleta es la supresión de la respuesta inmunitaria a los antígenos. Los rayos ultravioletas desencadenan una serie de reacciones en la piel que pueden dar lugar a una inmunosupresión tanto local como sistémica, como resultado de una compleja interacción en la que intervienen una gran variedad de tipos celulares, entre ellos células de la piel y del sistema inmunitario, si bien este mecanismo no se conoce bien. Un ejemplo de la inmunosupresión inducida por la radiación ultravioleta son los brotes recurrentes de herpes labial cuando el sistema inmunitario ya no es capaz de controlar el virus del herpes simple.

Sí. Las personas de piel oscura corren un riesgo mucho menor de padecer melanoma maligno u otros tipos de cáncer de piel que las de piel clara, pero el riesgo aún existe. Además, la piel más oscura necesita más exposición a la radiación ultravioleta solar para que se mantengan unos niveles suficientes de vitamina D, por lo que las carencias de esta vitamina pueden ser más frecuentes en las latitudes altas. Independientemente del color de la piel, esta radiación puede causar daños en el ADN, envejecimiento cutáneo, lesiones oculares y alteraciones del sistema inmunitario, por lo que se recomienda adoptar todas las medidas de protección necesarias.