Salud de los refugiados y migrantes
11 de abril de 2022 | Preguntas y respuestas
Independientemente de la condición migratoria, todos los refugiados y migrantes tienen derecho a la salud y los países deben proporcionarles servicios de salud que tengan en cuenta sus necesidades.
Los refugiados y migrantes a menudo se enfrentan a vulnerabilidades relacionadas con su situación en los países de tránsito, como el acceso deficiente a los servicios de salud, los alimentos y el agua, el saneamiento y otros servicios básicos. Pueden estar en riesgo de contraer enfermedades no transmisibles y transmisibles, incluidas las enfermedades prevenibles por vacunación y las enfermedades transmitidas por los alimentos y el agua. El acceso a la atención médica y la continuidad de la atención es más difícil cuando las personas están en tránsito.
La salud de los refugiados y migrantes también está fuertemente relacionada con los determinantes sociales de la salud, como el empleo, los ingresos, la educación y la vivienda.
La migración podría mejorar o empeorar el estado de salud de una persona.
Los refugiados y migrantes pueden ser vulnerables a las enfermedades debido al nulo o limitado acceso a la atención de salud, la interrupción de la atención o la inmunización insuficiente, la exposición a infecciones y la falta de atención y las malas condiciones de vida en los países de origen, tránsito o destino.
A lo largo de la ruta que recorren, pueden estar expuestos al riesgo de lesiones, hipotermia o quemaduras, así como a situaciones como el hacinamiento y la falta de higiene.
En los países de tránsito y de acogida, pueden enfrentarse a políticas que los excluyan del acceso a la atención de salud. Muchos refugiados y migrantes, especialmente los migrantes indocumentados, viven al margen de la sociedad y pueden sufrir xenofobia, realizar trabajos peligrosos y residir en viviendas en malas condiciones.
Las mujeres (así como las personas transgénero o de género diverso que pueden tener un embarazo) pueden verse afectadas por los riesgos relacionados con el embarazo y el parto y la falta de servicios de salud sexual y reproductiva eficaces y oportunos. La exposición a la violencia de género y sexual, el abuso y la trata también representa un riesgo para muchas de ellas.
Por otra parte, se observa una considerable variación en la salud mental de los refugiados y migrantes. Las personas pueden sufrir trastornos del estado de ánimo, depresión o trastorno de estrés postraumático (TEPT). Las malas condiciones de vida, como el desempleo o el aislamiento, están relacionadas con el aumento de las tasas de depresión.
La migración puede afectar la salud mental de los niños. Los niños refugiados y solicitantes de asilo pueden correr mayor riesgo de sufrir afecciones de salud mental, como depresión y trastorno de estrés postraumático (. Los niños no acompañados son particularmente vulnerables y pueden tener necesidades insatisfechas, incluidas las necesidades de salud mental.
La pandemia de COVID-19 ha planteado desafíos adicionales, incluido el aumento del riesgo de infección y muerte, las consecuencias económicas adversas de los confinamientos y otras restricciones (1) y la falta de acceso a los servicios de salud y la vacunación contra la COVID-19.
La migración en sí misma también podría mejorar la salud de las personas al mejorar las condiciones que contribuyeron a empeorar o prolongar su enfermedad, como la pobreza extrema, la violencia o los desastres naturales. Sin embargo, los beneficios sostenidos de la migración y su efecto en la salud dependen del acceso final a unos sistemas de salud sensibles a los problemas de los migrantes concebidos para abordar de forma continua las necesidades de salud de los ciudadanos y no ciudadanos por igual.
(1) Bambra C, Riordan R, Ford J, et al. The COVID-19 pandemic and health inequalities. J Epidemiol Community Health 2020; 74:964-968.
La migración mundial es un fenómeno de larga data. Puede aumentar debido a los conflictos, la persecución, la degradación ambiental y el cambio climático, y como resultado de una profunda falta de seguridad y oportunidades para los seres humanos. Muchas personas se mudan con la esperanza de mejorar el empleo y las oportunidades de vida.
La correlación entre salud y migración es compleja y dinámica por naturaleza. La salud de los refugiados y migrantes también está fuertemente relacionada con los determinantes sociales de la salud, como el empleo, los ingresos, la educación y la vivienda. Cuando no cuenta con el apoyo adecuado de políticas intersectoriales apropiadas, la migración puede exponer a riesgos significativos a los grupos socioeconómicos más vulnerables.
Abordar las necesidades de esas poblaciones ofreciéndoles una salud pública y unos servicios de salud que funcionen bien responde al derecho humano a la salud, protege la salud tanto de los migrantes como de las comunidades de acogida, y contribuye a la integración y al desarrollo social y económico. Esto se debe a que los refugiados y migrantes contribuyen a la sociedad en la que viven, especialmente cuando gozan de buena salud. El acceso a la información, la prevención y la atención adecuada, incluidos las pruebas diagnósticas, el tratamiento y las vacunas, es fundamental para que estos grupos satisfagan sus necesidades de salud. Además, garantiza la seguridad de la salud pública mundial.
La definición del término refugiado aparece en el artículo 1 de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados, de 1951, que establece lo siguiente: «A los efectos de la presente Convención, el término ‘refugiado’ se aplicará a toda persona que ... debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas, se encuentre fuera del país de su nacionalidad y no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera acogerse a la protección de tal país; o que, careciendo de nacionalidad y hallándose, a consecuencia de tales acontecimientos, fuera del país donde antes tuviera su residencia habitual, no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera regresar a él».
No existe una definición generalmente aceptada del término migrante (1)https://apps.who.int/iris/handle/10665/328691. Sin embargo, el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas define un migrante internacional como «toda persona que cambie de país de residencia habitual», y esta definición incluye a toda persona que se traslade o se haya trasladado a través de una frontera internacional, independientemente de su condición jurídica, la duración de la estancia en el extranjero y las causas de la migración (2) (en inglés).
A los migrantes se les puede otorgar un estatus migratorio que limita su derecho y acceso a los servicios esenciales, incluida la atención de salud. Sin embargo, el derecho internacional garantiza el acceso universal en consonancia con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, en particular con el Objetivo de Desarrollo Sostenible 3 (Garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades).
Aunque el trato que se les dispensa se rige por marcos jurídicos independientes, los refugiados y migrantes tienen los mismos derechos humanos universales y las mismas libertades fundamentales que otras personas (3).
No hay indicios claros de los beneficios o la costoeficacia del tamizaje. Por tanto, la OMS no recomienda la realización de pruebas obligatorias de tamizaje para detectar enfermedades a los refugiados y migrantes cuando llegan a un país. Esto podría producir ansiedad en algunos refugiados y migrantes y en la comunidad en general. Podría disuadir a las personas, especialmente las que están en situación irregular, de solicitar un examen médico y puede poner en peligro la identificación de pacientes de alto riesgo.
Si se utiliza el tamizaje, debe asociarse con evaluaciones de riesgos adecuadas que tengan en cuenta las necesidades de los refugiados y migrantes, y se debe valorar su eficacia. Debe ser voluntario, no discriminatorio y no estigmatizante, llevarse a cabo claramente en beneficio de la persona y el público, y estar vinculado al acceso a tratamiento, atención y apoyo. Se debe prestar especial atención a la ética médica, incluido el consentimiento informado y la confidencialidad. Se debe ofrecer asesoramiento previo y posterior a la detección.
La OMS ha elaborado múltiples orientaciones técnicas para ayudar a los Estados a realizar evaluaciones en las fronteras en el contexto de la COVID-19, protegiendo al mismo tiempo los derechos humanos, incluido el manejo de los viajeros enfermos en los puntos de entrada (1) (en inglés).
La inmunización es una de las inversiones más rentables en salud pública y un componente fundamental de la atención primaria de salud. Las vacunas afianzan la seguridad mundial en el ámbito de la salud y son fundamentales para la prevención y control de los brotes de enfermedades infecciosas. Se necesita un enfoque sistémico y adaptado para fortalecer los programas de vacunación, que cuente con políticas nacionales que proporcionen servicios de inmunización gratuitos, equitativos y de alta calidad adecuados a poblaciones específicas, incluidos los refugiados y migrantes. Se deberían tener en cuenta estrategias de divulgación para mejorar la administración y aceptación de las vacunas. Esas estrategias pueden incluir a intérpretes y mediadores culturales; información en los idiomas de los refugiados y migrantes; colaboración entre las redes de servicios sociales y de salud, los proveedores de servicios locales y las comunidades de refugiados y migrantes; y capacitación e información culturalmente pertinente destinadas a los profesionales de la salud y otro personal competente para que conozcan las necesidades específicas de los refugiados y migrantes. La pandemia de COVID-19 ha propiciado un nuevo enfoque y prioridad para la vacunación de los grupos vulnerables. El acceso equitativo a la vacunación, incluido para los refugiados y migrantes, es de suma importancia. Muchos países, incluidos los que reciben grandes afluencias de refugiados y migrantes, han adoptado mejores prácticas y las han incorporado en sus programas de vacunación sistemática. Todos los países deben garantizar que los refugiados y migrantes, así como los viajeros internacionales y las comunidades marginadas, puedan optar a recibir servicios de vacunación y acceder a ellos, al igual que ocurre con la población de acogida. |
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La OMS respalda las políticas orientadas a proporcionar un acceso equitativo de los refugiados y migrantes a los servicios de salud, independientemente de su situación migratoria, como parte de la cobertura sanitaria universal. Toda persona debe disfrutar del derecho humano a la salud y tener acceso pleno e ininterrumpido a una atención de salud de alta calidad, incluido el acceso a medicamentos y vacunas esenciales seguros, eficaces, de calidad y asequibles, así como a la protección contra los riesgos financieros, en el país de origen, tránsito y destino, sin discriminación por motivos de género, edad, religión, nacionalidad o raza.
Debe promoverse explícitamente el acceso de las poblaciones de refugiados y migrantes a los programas de detección que existen para la población de acogida (por ejemplo, la detección durante el embarazo, la atención prenatal, neonatal y posnatal), además de su pleno acceso a los programas de promoción de la salud y prevención de enfermedades (como la vacunación).
El diagnóstico y tratamiento de las enfermedades no transmisibles pueden evitar que esas afecciones empeoren y se conviertan en una amenaza para la vida. Un buen mantenimiento de los registros y la continuidad transfronteriza de la atención a lo largo del tránsito de los migrantes son importantes, pero pueden ser difíciles de lograr. Debe facilitarse el acceso de esas poblaciones a servicios especializados de salud mental.
Aunque en los asentamientos temporales se puede prestar cierta atención, los refugiados y migrantes deben acceder a la atención que proporcionan los mismos establecimientos de salud y dispensarios a la población general; la prestación generalizada de servicios de salud es crucial para evitar la creación de sistemas de salud paralelos.
Es importante que los sistemas de salud incorporen sistemáticamente las necesidades de los refugiados y migrantes en las políticas nacionales y locales, la financiación, la planificación y el diseño y prestación de servicios relacionados con la salud. Es sumamente importante incluir a los refugiados, migrantes y comunidades que forman parte de la diáspora en la toma de decisiones para identificar desafíos y soluciones relacionados con la salud de los refugiados y migrantes.
En las respuestas de emergencia rápidas y eficaces, a veces puede ser necesario prestar servicios de salud que salvan vidas en paralelo a los sistemas nacionales de salud, pero a largo plazo la salud de los refugiados y migrantes debe integrarse en los sistemas de salud existentes.
Los sistemas de salud deben tener en cuenta las necesidades de esas poblaciones, su cultura, su idioma y sus singularidades de salud.
Deben identificarse los principales desafíos y vulnerabilidades de las poblaciones de refugiados y migrantes, evaluando sus necesidades de salud y sopesando si estas están siendo satisfechas por el sistema de salud y las actividades de salud pública, y hay que examinar cómo adaptar la capacidad del sistema de salud y las intervenciones de salud pública a dichas necesidades.
Los sistemas de salud deben ofrecer una atención culturalmente informada y centrada en las personas y unos servicios adaptados a la población, proporcionados por personal de apoyo competente.
Se debe impartir capacitación al personal clínico, de apoyo y administrativo y, cuando sea posible, a los refugiados y migrantes con antecedentes profesionales relacionados con la salud incorporados al personal local.
Los pacientes deben conocer sus derechos. Debe facilitarse el acceso a intérpretes y recursos traducidos. Es posible que se requiera apoyo práctico para que los pacientes se registren, pidan una cita y acudan a los servicios.
A menudo los refugiados y migrantes encuentran obstáculos para acceder a servicios esenciales, incluidos los servicios de salud, porque las disposiciones legislativas o reglamentarias limitan el acceso en función de la nacionalidad o la situación migratoria; o bien por el temor a las autoridades de inmigración y a la detección, detención y deportación; los obstáculos financieros; las diferencias lingüísticas y culturales; el estigma social; las dificultades administrativas; y la imposibilidad de afiliarse a los planes locales de financiación de la atención de salud (en particular los planes de la seguridad social).
Un problema importante es la incorporación nacional del derecho humano de los refugiados y migrantes a la salud en las disposiciones jurídicas y políticas. Esta aceptación requiere un compromiso político para abordar la xenofobia, la discriminación, la exclusión y la desinformación relacionadas con estas poblaciones y sus necesidades de salud.La reducción o eliminación de los obstáculos de comunicación e idioma es fundamental para mejorar el acceso de los refugiados y migrantes a los servicios. Si bien la comunicación con un idioma común es crucial, los servicios culturalmente aceptables deben ofrecer algo más que una simple comunicación mínima. Los servicios adaptados a los refugiados y migrantes deben poder explicar el sistema de atención de salud del país de acogida y utilizar la interpretación telefónica, la interpretación presencial, la mediación intercultural y la información escrita de apoyo para mejorar la comunicación relacionada con la salud tanto para los proveedores como para los pacientes.
El Programa de Salud y Migración (PHM) de la OMS reúne a los departamentos técnicos, las oficinas regionales y en los países y los asociados de la OMS para garantizar los derechos de los refugiados y migrantes a la salud y lograr la cobertura sanitaria universal. Con este fin, el Programa desempeña cinco funciones básicas:
- proporcionar liderazgo mundial, promoción y apoyo para la elaboración y aplicación de políticas relacionadas con la salud y la migración;
- establecer normas y reglamentaciones a fin de apoyar la toma de decisiones para responder a las necesidades de salud de los refugiados y migrantes, y promover la investigación para respaldar la práctica con base empírica y fundamentar la formulación de políticas;
- hacer el seguimiento de las tendencias, fortalecer los sistemas de información sobre la salud y promover herramientas y estrategias para la vigilancia de los avances y la presentación de informes sobre la ejecución del Plan de Acción Mundial sobre la Promoción de la salud de los refugiados y los migrantes (GAP 2019-2023); y
- proporcionar asistencia técnica especializada, respuesta y apoyo a la creación de capacidad para abordar los desafíos de salud pública asociados con la movilidad humana. El Programa ayuda a los Estados Miembros a fortalecer la capacidad del sistema de salud para satisfacer las necesidades de salud de los migrantes y refugiados, así como de las poblaciones de acogida; promover la atención de emergencia; garantizar políticas de salud que tengan en cuenta a los migrantes; mejorar la calidad de los servicios de salud; y optimizar el uso de las estructuras y los recursos de salud por parte de los países; y
- promover la acción y colaboración multilaterales mundiales para acelerar los progresos y lograr la continuidad de la atención.
El número y situación de los refugiados y migrantes difieren considerablemente entre las seis regiones de la OMS, y se dispone de amplios conocimientos y experiencia sobre ambas cuestiones. El PHM promueve el intercambio interregional de información y buenas prácticas y contribuye a mejorar las recomendaciones y orientaciones, así como la divulgación más amplia de las enseñanzas adquiridas.
En la 70.a Asamblea Mundial de la Salud, celebrada en mayo de 2017, los Estados Miembros adoptaron la resolución WHA70.15 sobre promoción de la salud de los refugiados y migrantes, en el contexto de la resolución WHA61.17 (2008) sobre la salud de los migrantes.
Ambas resoluciones sirvieron de base para el Plan de Acción Mundial de la OMS sobre Promoción de la salud de los refugiados y migrantes (GAP 2019-2023), que fue apuntado por la Asamblea Mundial de la Salud en 2019 y representa el compromiso de la Organización para promover la salud de los refugiados y migrantes en todo el mundo.
En 2020, la OMS estableció el Programa de Salud y Migración (PHM) para ejecutar el Plan de Acción Mundial con carácter mundial, regional y nacional, proporcionando liderazgo mundial en cuestiones de salud y migración.
El Plan de Acción Mundial de la OMS forma parte de un marco internacional establecido por las Naciones Unidas para fomentar un enfoque mundial constructivo de la migración. Dicho marco incluye la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y dos pactos mundiales, el Pacto Mundial sobre refugiados (GCR) y el Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular (GCM).
La OMS forma parte del Comité Ejecutivo de la Red de las Naciones Unidas sobre Migración, creada para garantizar un apoyo eficaz, oportuno y mundialmente coordinado de todo el sistema a los países en la aplicación del GCM.
En la Región de Europa, en consonancia con el marco político mundial sobre la salud de los refugiados y migrantes, el Comité Regional de la OMS para Europa adoptó la Estrategia y el Plan de Acción Europeos para 2016-2022. En la Región de las Américas, la Organización Panamericana de la Salud también cuenta con un documento estratégico sobre migración y salud. En la Región del Mediterráneo Oriental, la Oficina Regional de la OMS para el Mediterráneo Oriental (EMRO) elaboró el proyecto de estrategia sobre salud de los refugiados y migrantes para la región.
La OMS colabora estrechamente con los países y los asociados para abogar por la inclusión de los refugiados y migrantes en todos los aspectos de la respuesta a la pandemia de COVID-19, incluido el acceso a la información, tratamiento y atención fiables, y a la vacunación. La OMS trabaja para promover la demanda, confianza y aceptación de la vacuna contra la COVID-19 entre los refugiados y migrantes. También apoya a los países y asociados para que aborden los obstáculos que impiden a los refugiados y migrantes acceder a los servicios de vacunación contra la COVID-19, incluido mediante la elaboración de directrices provisionales y orientaciones operacionales, y supervisa de cerca la aplicación de los Planes nacionales de despliegue y vacunación.
La OMS codirige el Comité Ejecutivo del Grupo de Trabajo sobre acceso a los servicios de la Red de las Naciones Unidas sobre Migración, que durante la pandemia se reorientó para garantizar la inclusión de los migrantes en la respuesta y recuperación frente a la COVID-19. El plan de trabajo 2021-2022 de la Red de las Naciones Unidas incluye la promoción del acceso equitativo y la inclusión de refugiados y migrantes en las campañas nacionales de vacunación.
A través del Fondo Fiduciario de Múltiples Asociados para una Migración Segura, Ordenada y Regular, un mecanismo de financiación destinado a ayudar a los Estados Miembros en su aplicación nacional del Pacto Mundial para la Migración, la OMS está colaborando con otras entidades de las Naciones Unidas y asociados nacionales a nivel nacional para poner en marcha programas conjuntos que proporcionen una respuesta colectiva a necesidades específicas.
La OMS colabora con las regiones para atender las necesidades de salud de los refugiados y migrantes en todas las etapas del tránsito migratorio, incluido durante la pandemia, en países como Bangladesh; Burkina Faso; Camboya; el Camerún; Colombia; el Ecuador; Etiopía; Grecia; Guatemala; Guinea; la India; el Irán (República Islámica del); Jordania; Kenya; el Líbano; Libia; Malasia; Malí; México; Myanmar; Nepal; el Níger; Nigeria; el Pakistán; el Perú; la República Dominicana; Rwanda; Serbia; Sierra Leona; Singapur; Sri Lanka; el Sudán; Tailandia; Tayikistán y Turquía.
En las seis regiones, la OMS presta asistencia técnica especializada, apoyo a la respuesta y la creación de capacidad de los Estados Miembros para elaborar y aplicar estrategias que respondan a las necesidades de salud de los refugiados y migrantes a lo largo de su tránsito y en todos los entornos. La OMS trabaja en estrecha colaboración con las oficinas regionales y en los países para ampliar la aplicación del Plan de Acción Mundial 2019-2023.
En la Región de África, la OMS colabora con las oficinas en los países y los asociados a fin de fortalecer la capacidad de los Estados Miembros para integrar las necesidades de salud de los refugiados y migrantes y responder a ellas en esferas como la logística; la vacunación de las personas contra enfermedades transmisibles prevenibles; la atención de salud infantil; y los servicios de salud mental en entornos humanitarios. La OMS contribuye al examen de la aplicación del GCM.
En las Américas, la Organización Panamericana de la Salud trabaja con los países para abordar los problemas sistémicos que limitan el acceso de los migrantes a los servicios de salud y para apoyar el establecimiento de mecanismos de coordinación que garanticen unos mejores resultados de salud en las comunidades de migrantes y de acogida. Al mismo tiempo, proporciona respuestas de salud humanitarias inmediatas con una planificación sostenida de la salud que tiene en cuenta los desafíos y oportunidades de la migración.
En la Región del Mediterráneo Oriental, la OMS elaboró el proyecto de estrategia sobre salud de los refugiados y migrantes con expertos nacionales y regionales, incluidos representantes políticos de alto nivel, para impulsar la cooperación internacional entre los Estados Miembros a fin de promover la salud y el bienestar de estas poblaciones en cualquier entorno y a lo largo de las rutas de migración, haciéndose eco de la visión de la OMS/EMRO de que la salud es para todos y por todos y el compromiso de las Naciones Unidas de dar prioridad a la salud de los refugiados y migrantes en el programa internacional.
En la Región de Europa, la OMS está apoyando a los Estados Miembros para que gestionen los aspectos de salud pública de la salud de los refugiados y migrantes y respondan a ellos, centrándose en la preparación y respuesta ante las afluencias de refugiados y migrantes y en la capacitación de los Estados Miembros de primera línea y sus ministerios de salud mediante orientaciones claras de salud pública; identificando y colmando los déficits de conocimiento mediante el fortalecimiento de los conocimientos de salud pública sobre los migrantes y refugiados; elaborando productos de conocimiento y orientación política; y promoviendo sistemas de salud inclusivos y adaptados a los migrantes en los Estados Miembros.
En la Región de Asia Sudoriental, la OMS apoya a los Estados Miembros para mejorar la prestación de servicios de salud, centrarse en la prevención y control de brotes y fortalecer la participación de la comunidad a fin de mejorar la salud de los refugiados y migrantes.
En la Región del Pacífico Occidental, la OMS está utilizando estrategias de participación comunitaria para llegar a los migrantes y refugiados, abordar los obstáculos para ayudar a mejorar el acceso a los servicios e información esenciales y fortalecer los datos para promover políticas y programas basados en pruebas.- Common health needs of refugees and migrants: literature review
- Bambra C, Riordan R, Ford J, et al. The COVID-19 pandemic and health inequalities. J Epidemiol Community Health 2020; 74:964-968.
- http://www.unhcr.org/3b66c2aa10.pdf
- https://www.who.int/publications/i/item/promoting-the-health-of-refugees-and-migrants-draft-global-action-plan-2019–2023
- Recommendations on Statistics of International Migration, Revision 1 (1998) para. 32).
- http://www.un.org/ga/search/view_doc.asp?symbol=A/RES/70/1&Lang=E
- Resolución 71/1 (2016) de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Declaración de Nueva York para los Refugiados y los Migrantes, párrafo 6.
- Consideraciones normativas relativas la aplicación de un enfoque basado en los riesgos para los viajes internacionales en el contexto de la COVID-19. Ginebra, Organización Mundial de la Salud, 2 de julio de 2021 (consultado el 7 de marzo de 2022.
- https://apps.who.int/gb/ebwha/pdf_files/WHA70/A70_R15-sp.pdf