Comisión Lancet sobre la tuberculosis: hacia un mundo sin tuberculosis

23 de marzo de 2018

Una de las prioridades establecidas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible es poner fin a la epidemia de tuberculosis de aquí a 2030. Por tanto, nos encontramos en una fase crucial de los esfuerzos por controlar y eliminar esta enfermedad. Gracias a estos esfuerzos se han evitado 56 millones de defunciones desde 2000 (1), disponemos de mejores herramientas diagnósticas y se están desarrollando nuevos fármacos eficaces (2). Sin embargo, la tuberculosis sigue siendo la enfermedad infecciosa más mortífera del mundo, pues solo en 2016 causó 1,7 millones de defunciones (1). La reunión de alto nivel de las Naciones Unidas sobre la tuberculosis que se celebrará en Nueva York (Estados Unidos) a finales de 2018 será una oportunidad única para que los Jefes de Estado y de Gobierno participen en una respuesta mundial coordinada para poner fin a esta epidemia. El objetivo de la Comisión de la revista The Lancet sobre la tuberculosis es definir las medidas decisivas que se deben tomar a nivel nacional y mundial para lograrlo. Para ello, se formularán recomendaciones de acuerdo con las siguientes prioridades.

En primer lugar, la comunidad mundial debe adoptar estrategias nuevas y audaces para hacer frente a la altísima carga de morbilidad. La prevención y el tratamiento de esta enfermedad no parten de cero (3) y, por ello, a pesar de la necesidad urgente de disponer de nuevas herramientas e innovaciones, no debemos desdeñar soluciones existentes de eficacia demostrada. Es necesario priorizar la mejora del acceso al diagnóstico molecular para todas las personas y del tratamiento antituberculoso profiláctico para todas las que corren más riesgo de contraer la enfermedad. Sin embargo, no basta con adoptar solamente un enfoque, porque los esfuerzos desarrollados actualmente dejan de lado a millones de personas afectadas cada año.

La Comisión Lancet sobre la tuberculosis estudiará el modo en que los países pueden mejorar sus resultados y optimizar el uso de los recursos disponibles, reajustándolos para garantizar que toda la atención a la tuberculosis se centra en las personas, y priorizando las intervenciones que mejoren la eficacia de la prestación de servicios. Si no actuamos de inmediato, la tuberculosis farmacorresistente ocasionará una cuarta parte de los 10 millones de defunciones anuales por resistencia a los antimicrobianos que indican las previsiones y se convertirá en la principal causa de defunción por esta causa en 2050 (4). Por tanto, esta Comisión hará hincapié en priorizar la ampliación de las estrategias de lucha contra la tuberculosis farmacorresistente basadas en datos empíricos a fin de hacer frente con eficacia a la amenaza para la seguridad sanitaria mundial que representa esta forma de la enfermedad.

En segundo lugar, el establecimiento de un entorno propicio también es fundamental para poner fin con éxito a esta enfermedad. La mayoría de los países con alta carga de tuberculosis sufren obstáculos sociales, económicos y clínicos que impiden acceder a la atención sanitaria y la lucha contra la enfermedad. La tuberculosis es un mal asociado a la pobreza y suele afectar en mayor medida a los grupos de la población más vulnerables, como los niños, las personas sin hogar, las personas recluidas en cárceles, los infectados por el VIH y otros grupos marginados de la sociedad. La lucha contra la tuberculosis se debe acompañar del compromiso con la protección contra los riesgos financieros, el acceso a servicios sanitarios esenciales de calidad y el uso de medicamentos y diagnósticos esenciales, seguros, eficaces y asequibles. Todos aquellos que trabajan en la lucha contra esta enfermedad no podrán crear un entorno propicio para reducir la morbimortalidad en los países sin la participación de la sociedad civil y los grupos de pacientes, que son partes interesadas fundamentales y deberían participar en todos los aspectos de la programación. Además, se deben establecer nuevos mecanismos multisectoriales de rendición de cuentas para alcanzar progresos a nivel mundial, nacional y local. La Comisión ofrecerá soluciones para superar los obstáculos sociales, económicos y clínicos que dificultan el acceso a la atención sanitaria.

En tercer lugar, la inversión en investigación y desarrollo debe ser una prioridad internacional. Los esfuerzos mundiales para controlar la tuberculosis se han visto obstaculizados por la falta de herramientas de diagnóstico, tratamiento y prevención eficaces y aceptables. Además, la fragilidad de los sistemas de salud dificulta el uso y la distribución racionales de las herramientas existentes, sobre todo en las zonas donde son más necesarias. Para superar estas barreras es fundamental intensificar con urgencia la investigación sobre la enfermedad a lo largo de toda la cadena, aplicando los resultados de la investigación básica en la investigación operativa y haciendo frente al enorme problema que representa la tuberculosis farmacorresistente. La Comisión establecerá prioridades para la investigación a nivel mundial y nacional a fin de colmar las lagunas en los conocimientos y en su aplicación.

Por último, los países deben dedicar recursos considerables a aplicar estrategias para detener la enfermedad. Los datos sobre la costoeficacia y los beneficios de aumentar la financiación de la lucha contra la tuberculosis demuestran la alta rentabilidad de estas inversiones (5) y, sin embargo, la financiación de los programas y la investigación sobre esta enfermedad se ha estancado en los últimos años (6). La Comisión, que está integrada por representantes de diversos ámbitos, como la administración pública, la sociedad civil, las organizaciones no gubernamentales, los organismos del sistema de las Naciones Unidas y las instituciones académicas (véase el apéndice), examinará y ampliará la base de datos para proporcionar orientaciones actualizadas a los ministerios de salud y de economía.

Con todo, hay razones para el optimismo. Gracias a los nuevos descubrimientos científicos, la mejora de los sistemas de salud, el aumento y la sostenibilidad de la financiación y la renovación de la voluntad política, es posible detener la tuberculosis. La Comisión Lancet, que presentará su informe a finales del presente año, propondrá soluciones concretas para que los gobiernos y la comunidad mundial actúen con objeto de poner fin a la epidemia de tuberculosis de una vez por todas.


(1) WHO. Global tuberculosis report 2017. Geneva: World Health Organization, 2017.

(2) Frick M, Gaudino A, Harrington M, et al. Pipeline report: HIV, TB, and HCV; drugs, diagnostics, vaccines, preventive technologies, research toward a cure, and immune-based and gene therapies in development. New York: Treatment Action Group, 2017.

(3) WHO. What is DOTS? Geneva: World Health Organization, 1999.

(4) O’Neill J. Review on antimicrobial resistance: tackling drug-resistant infections globally: final report and recommendations. London: Wellcome Trust and UK Government, 2016.

(5) The Economist. The economics of optimism. The Economist, Jan 22, 2015.

(6) Frick M. 2016 report on tuberculosis research funding trends, 2005–2015: no time to lose. New York: Treatment Action Group, 2016.



Este comentario fue publicado originalmente en la revista The Lancet.